Capítulo veintisiete

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Busco con la mirada en todas las direcciones pero no encuentro a James, me gustaría hablar más con el. No sé por que huye tanto de mi.

— Julieeee —canturrea Chloe contenta y borracha.

— ¿Qué pasa?

— Nada, es solo que ha sido tan raro —niega con la cabeza.

Me tiro en el sofá que ahora está libre y ella se sienta a mi lado resoplando.

— Las fiestas no son lo mío —digo al fin.

— Ni lo mío —suelta una carcajada apoyando su cabeza en mi hombro.

Mi fin de semana ha pasado demasiado rápido.

El lunes al llegar al instituto Chloe está en el mismo sitio de siempre, esperándome.

— Buenos días —sonríe dando saltitos.

— Hola —refunfuño. —creo que quedó claro que no me gusta madrugar

Cuando llegamos a clase ahí está Mía, si por fin me sé su nombre, con sus secuaces, mirando a todo el mundo por encima del hombro. Mierda, no me acordaba de que tenía que quedarme hoy hasta tarde. Paso por su lado sin hacerle el mínimo caso, no quiero más problemas, aunque con ella se que será difícil no tenerlos.

Al llegar al final de la clase centro los ojos en James. Está en su sitio de siempre, dibujando.

— Hola —sonrío lo mas amable que puedo sentándome en mi sitio que está justo a su lado.

El ni se inmuta, no me hace caso como de costumbre. No entiendo por que en la fiesta me quita al apestoso tío de encima y aquí ni si quiera es capaz de mirarme.

— Oye gracias por lo de la otra noche —susurro cuando el profesor Edwards entra en clase.

Sigue sin contestarme.

— ¡Se puede saber que te pasa! —creo que he levantado la voz demasiado por que todo el mundo está mirándome, incluso el profesor Edwards.

—Silencio ahí detrás —me dedica una mirada molesto y continua la clase.

Cuando miro a James puedo notar como una pequeña sonrisa escapa de sus labios, pero se borra al instante cuando sabe que lo estoy mirando.

— Ya me has dado las gracias cien veces —dice al fin. — Tampoco fue nada del otro mundo.

— Por lo menos soy educada —digo mandandole una indirecta muy directa — Lo que me sorprende es que no me hables nunca, me miras como si me odiaras y no me conoces.

— Yo no te miro de ninguna forma —se echa en el respaldo de la silla.

— Señorita Smith —me llama el profesor y yo me giro con una sonrisa lo más angelical. — ¿Se ha enterado de algo de lo que he dicho?

Yo solo asiento.

— Entonces estarás de acuerdo con hacer el trabajo junto a James —se da la vuelta, y yo miro a James frunciendo el ceño.

Esto va a ser más difícil de lo que pensaba.

***

Después de estar dos horas limpiando el comedor, entiendo por que las limpiadoras de mi antiguo instituto estaban de tan malhumor siempre. No siento los brazos.

Me voy a casa andando aunque está a media hora del instituto, necesito aclarar mis ideas. El sol se ha escondido, y hace un poco de frío, pero el atardecer es precioso. Los días en Londres siempre son grises y aunque lo echo de menos, me encanta esto. Estos últimos meses han sido un poco... difíciles. Intento pensar lo menos posible en Matty, pero lo echo tanto de menos, echo de menos como se le marcan los hoyuelos cuando sonríe, o como se le hacía una fina línea en su frente cuando se enfadaba... Por lo menos creí que íbamos a tener una despedida decente, pero no, mi despedida fue como si me cayera un jarrón de agua fría encima —jarrón incluido— ha estado jugando todo el tiempo conmigo.

Un bonito caosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora