Capítulo tres.

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Cierro la puerta y me pego completamente a ella con los ojos cerrados, ¿El universo está conspirando contra mí? ¿Por qué me pasa esto? No me lo esperaba por parte de Helen, de ella no, ella era la única persona a la que le contaba mis problemas, la única persona que no me juzgaba por mis malos actos, y de repente me he dado cuenta de que todo lo que le he contado, todas mis inseguridades lo ha usado en mi contra ¿Cómo es posible?

Hace un año, en verano, estuvimos todas las vacaciones juntas... Sus padres no estaban pasando por una buena época y yo estuve siempre ahí, apoyándola.

— Helen no pasa nada, ya verás que todo es un malentendido y se soluciona pronto. —le digo mientras le abrazo. — Esta noche verás como te lo vas a pasar en grande.

Me resultaba bastante raro ver a Helen así de destrozada, ella siempre suele ser la más fuerte del grupo, la que siempre sacaba la cara por todas, y siempre tenía una sonrisa en cada momento. No solo destacaba por su forma de ser, sino por su aspecto, era alta, delgada, su pelo le caía ondulado por la cintura, era de color azabache, y sus ojos verdes tenían locos a medio instituto.

¡NO! basta ya de pensar en ella, no se lo merece, y no me lo merezco, me ha echo muchísimo daño... ¿Lo sabrán las demás? Espero que no, por que si es así, no se que haría.

Miro el móvil cuando entro en mi cuarto. No hay señales de nadie.

Estoy destrozada, mi relación con Jean se ha ido a la mierda en un abrir y cerrar de ojos, y no sé, el por qué, ni si he hecho algo mal. Todos nos iba bien, hacía poco menos de un mes habíamos pasado una noche maravillosa, por nuestro año... Aunque todo fue una mentira.

No paro de dar vueltas en mi cama, no consigo pegar ojo, tengo el corazón a mil por hora, y no sé como afrontaré el día el lunes.

—Julieeeee —grita Ashley entrando como una loca en mi habitación.

 Me despierto sobresaltada. 

 — ¿Pero qué pasa?

— Eso mismo me pregunto yo —se cruza de brazos frente a mi. — Me dejaste sola, y te fuiste, no me cogías el móvil.

— Lo siento, no tengo ganas de hablar del tema. —me pongo la almohada en la cara, con la esperanza de que así se vaya.

— Sé lo que ha pasado, en la fiesta una de tus amigas Gina, creo que se llama, me lo contó. —dice tan bajo que le tengo que pedir que me lo repita.

— ¿Cómo?

— Eso, Helen le había mandado un mensaje cuando te fuiste de la casa de Jean después de haberle pegado un puñetazo en toda la cara. —se ríe.

— O sea, que todo el mundo lo sabe ¿no?

Mi hermana se encoge de hombros.

Mi día acaba de empezar y ya quiero que se termine, ¿Cómo narices voy a ir mañana al instituto?

Me quito el potingue de la cara de anoche, me ducho y me pongo unos short con una sudadera, no pienso salir de mi casa, o eso espero.

Me siento en mi sitio de siempre, con una taza de café en las manos mientras miró por la ventana. De espaldas veo a un chico con unos pantalones de chándal negros, y una sudadera gris, está descargando unas cajas de un camión. ¿Por qué será que me suena? Me quedo un minuto más observando a ese chico, hasta que da media vuelta y consigo verle la cara. El pelo enmarañado y los ojos azules... Se da cuenta de que lo estoy mirando a través de la ventana y me dedica un saludo con la mano.

— ¡MIERDA! —suelto de repente.

— ¡Julie! —grita mi madre detrás de mi. — Cuida ese vocabulario, te recuerdo que tienes una hermana de cuatro años.

No le contesto. No puede ser que haya echo más el ridículo, ese chico, Matty, no me estaba siguiendo, sino que es mi nuevo vecino.

— ¿Qué pasa? —se asoma Ashley a la ventana. — ¿Por que has puesto esa cara? —mira para todos lados, hasta que lo ve salir de la casa de en frente, pasando la mano por su pelo. Se le dibuja una sonrisa en la cara. —Está bueno ¿eh? —me da un codazo a lo que yo le respondo con un corte de manga.

No puede ser que le haya contado toda mi vida a una persona que pensé que no iba a ver jamás, pero que casualidad, es mi maldito vecino, y no de la otra calle, sino de la casa de en frente.

Mi día ha sido largo, y ha pasado tan despacio que pensé que jamás se acabaría, sé que tengo una conversación pendiente con mi madre, la cual no voy a tener ahora.

Está anocheciendo, salgo al porche, necesito un poco de aire fresco. He estado toda la tarde en mi casa, jugando con Sophie, o soportando que Ashley me cuente todas sus batallas.

Me siento en las escaleras de la entrada, con los brazos apoyados en las rodillas, viendo como los coches pasan, de pronto veo que Matty sale de su casa y se percata de mi presencia.

¡Mierda! —pienso. — Que no venga por favor, que no venga —rezo para mis adentros, aunque mis rezos no valen para nada.

— Eyyy vecina. —me saluda sonriendo.

— Hola. —respondo tajante, en la misma posición que antes.

— ¿Se puede saber por qué eres tan borde?

— ¿Y se puede saber por qué tú eres tan gilipollas? —fijo la mirada en sus ojos azules que están abiertos de par en par.

— Lo siento por haberte molestado. Ahora entiendo por que ese tal Jean se fue con tu mejor amiga. —y así sin más, soltándome esas barbaridades por la boca, se va. Escucho como cierra la puerta de golpe.

¿Pero qué coño ha sido eso? ¿No puede entender que esté pasando un mal momento? Sin conocerme de nada, se acerca y me dice que soy borde. ¿En que mundo vive? Joder.

Cuando entro en casa veo a mi madre sentada en el sofá, sé que me está esperando, y que ha escuchado toda la conversación con Matty, aunque tampoco es que fuera muy larga. No estoy preparada para tener la charla, pero tengo que hacerlo. Me acerco a ella, y la miro esperando que hable.

— Julie, sé que estás pasando por un mal momento, no sé por que exactamente, te vi llegar anoche, llorando, pero no me acerqué por que no sé si me rechazarías. Sé que está mal ponerme de parte de tú padre. ¿Pero que iba a hacer? No puedo separarlo de ustedes. —me suelta de repente mirándome a los ojos, sin apenas respirar.

Carraspeo y miro un momento al suelo pensando en que decir. — Verás... —hago un parón y cojo aire. Le suelto toda la historia de Helen y Jean. — Y con respecto a esa estúpida boda, no pienso ir.

Mi madre se quedó alucinando con lo de Helen, ella tampoco se lo esperaba. Y sin esperarlo me abrazó, tan fuerte que casi me deja sin respiración.

— Lo siento Julie, no sabía nada de esto. Helen ha sido tu amiga desde muy pequeñas, y no me lo esperaba, y me imagino que tú tampoco. Pero... ¿Quién se va a esperar algo así de su mejor amiga?

— Mamá, de verdad gracias, pero tú no te puedes imaginar lo que se siente. No quiero seguir hablando del tema. —me levanto y sigo hacia las escaleras.

—Eso es lo que crees Julie. Yo también tuve tu edad, y tuve mejor amiga. De echo, me pasó algo parecido. Como sabes, yo estuve con tu padre desde que tenía tu edad. Y de repente todo terminó. Nadie lo sabe, solo lo sé yo. Cuando llegué a casa ese día me sorprendí, había demasiado silencio. Subí a mi cuarto para ver si estaban tu y Ashley ahí jugando con mis pinturas, y de repente los veo, a tu padre y a Amanda, ahí, en mi cama. En nuestra cama. ¿Crees que no sé lo que se siente al tener el corazón roto? ¿Al ser traicionada por tu mejor amiga, y tu propio marido? Lo sé de primera mano. ¿Pero de que vale estar enfadada con el mundo? Esto es una razón más, una oportunidad más para conocer gente nueva. Haz amigos, diviértete, sal, enamorate, sé feliz Julie. —suspira. — Y perdona, el mayor paso para ser feliz, es saber perdonar.

Subo las escaleras corriendo, y cierro la puerta de golpe. No puedo con tanta información. no sabía que la zorra estirada de Amanda, era le mejor amiga de mi madre. Esa confesión me ha llegado muy dentro. Mi madre tiene razón. Todo esto es una nueva oportunidad para ser feliz, de nuevo y no puedo dejar que esto me afecte demasiado. ¿Podría perdonar a Helen por lo que ha echo? No lo sé, pero tampoco quiero forzar las cosas. Solo tengo en mente una cosa y a una persona. Disculparme con Matty.

Un bonito caosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora