Capítulo treinta y cuatro

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Las palabras de Matty siguen resonando una y otra vez en mi cabeza. Yo no quería hacerle daño a él, simplemente quería que siguiera con su vida, pero sin embargo he sido yo la que ha salido perjudicada de todo esto, soy yo la que se va con el corazón hecho pedazos de nuevo. Ni si quiera he pasado el tiempo suficiente con mi familia. Y yo no reacciono, una parte de mi cree que Matty va a venir y pedirme perdón.

Tonta

— Vuelve pronto —dice mi madre abrazándome con fuerza, al abrazo se unen Ashley y Sophie.

Gracy y Helen también han venido, me entregan algo perfectamente envuelto —para esto fueron al centro comercial— Rasgo el papel, abriendo su contenido, de este sale un marco con un collage de las miles de fotos que nos hemos echo.

— Oh —sorbo por la nariz. — Gracias chicas, os quiero. 

— Y nosotras a ti —dicen al unísono. — Y no te preocupes por nada —dice Gracy susurrando.

Una última mirada. Ahí están, las cinco personas más importantes de mi vida, me despido con la mano subiendo las escaleras mecánicas.

***

Una vez en california, el coche de papá está aparcado en el parking del aeropuerto, esta vez me subo en la parte del copiloto. 

— Oye, ¿Por que no me has dicho que ya no estás con Amanda? 

Esto parece pillar por sorpresa a mi padre.

— ¿Cómo lo sabes? —me pregunta sin quitar la vista de la carretera. 

— Pues la vi el otro día en tu casa y me lo dijo —me encojo de hombros.

— ¿Y sabes lo que hacia? —frunce el ceño.  — Y no es mi casa, es nuestra casa.

Niego con la cabeza. 

—No, no sabía lo que hacía, solo me dijo que estaba recogiendo sus cosas, o algo así. 

Sé que mi padre no quiere hablar más del tema, pues se queda callado mirando al frente. 

Cuando llegamos a casa, tengo unas ganas inmensas de darme una ducha y acostarme a dormir, ha sido el fin de semana más agotador de mi vida —sin contar el día del accidente—

Me meto en la ducha, enjabonando mi pelo. Cierro los ojos un momento y dejo caer el agua caliente sobre mis músculos tensos. Me enjuago el pelo, y salgo envolviéndome en una toalla. Busco un pantalón corto y una camiseta de andar por casa y me lo pongo, enrollando mi pelo en la toalla a modo de turbante. Al poco tiempo me la quito y me cepillo el pelo. Me miro en el espejo, tengo mala cara. 

Me lanzo en la cama, es tan blandita que siento que en cualquier momento me quedaré dormida, cuando mis ojos comienzan a cerrarse. Unos pequeños golpes en la ventana llaman mi atención.

Estoy tan cansada que tengo la esperanza de que cesen pero no es el caso.

Cuando abro la ventana una pequeña piedra aterriza en mi frente, bajo la vista y ahí está James, riéndose a carcajadas. Lo mato. Bajo las escaleras corriendo, y voy hasta él con el ceño fruncido.

—  ¡Eres idiota! —le apunto con el dedo.

— Tú siempre con tu humor peculiar —se pone una mano en la barriga soltando una carcajada. — Tendrías que haber visto tu cara

Es inevitable que no me ría, paso mi dedo índice por mi frente notando un pequeño bulto 

— ¡Me has hecho un chichón! —le digo apunto de pegarle un empujón pero el coge mis muñecas y me frena, otra vez siento esa electricidad, nos quedamos un momento en silencio, y yo aparto la mirada de la suya. 

— ¿Qué tal Londres? —me pregunta sentándose en uno de los asientos de madera que hay en el jardín.

— Bien, bueno, al principio bien —me siento a su lado. — Luego desastroso

Él me hace un gesto con la cabeza para que siga pero miro al frente en silencio.

— ¿Por qué el otro día me colgaste? —me pregunta frunciendo el ceño.

— Por nada, no podía hablar. —miro al suelo

— Julie... —insiste para que continúe 

— Matty me pilló hablando contigo —el pone una cara extraña. — Ese no es el problema, el problema es que escuchó la conversación, lo del beso... —nos señalo a ambos. — Y me dijo que mientras yo me besaba contigo, el se follaba a Abigail. 

— ¿Abigail?

Asiento

— Una chica que conoció cuando yo me vine aquí, yo sabía que se estaría tirando a cualquiera, pero no es lo mismo que lo diga el, escucharlo de él mismo me rompió en dos —sorbo por la nariz, tapando mi cara con las manos. — Toda mi vida es un puto caos.

— No llores por él, siempre hace lo mismo —susurra esto último y yo me quito las manos de la cara lentamente mirándole.

— ¿Qué? 

— Nada, que no llores por él, quizá esto sea una nueva oportunidad para que conozcas a alguien mejor

No hay nadie mejor que Matty, para mi no

— Estoy harta de que me ocultes que conoces a Matty, que el es tu mejor amigo misterioso, ¡Sí, lo se todo! —elevo un poco la voz. — Vi una puta foto.

El se queda en silencio mirando al frente, no sé lo que pasa por su cabeza. Ni tampoco sé lo que ha echo Matty.

— Déjalo estar ¿Vale? —dice James enfadado levantándose. 

Le agarro por el brazo y el se gira para mirarme. Tengo sus ojos verdes clavados en mi, se acerca cada vez más, nuestros cuerpos están pegados y nuestros labios se rozan tímidamente, pero yo aparto la mirada, no puedo. Estaría mintiéndole. Mi corazón está roto en mil pedazos. Solo tengo a alguien en la cabeza y ese es Matty.

James

Nunca he visto a Julie llorar, siempre va con una sonrisa a todos lados, menos cuando se despierta claro, solo lleva aquí dos semanas y es como si la conociera de toda la vida, entiendo por que Matty está enamorado de ella. Es preciosa. Parece ser tan fuerte, pero hoy me está demostrando lo contrario y no me gusta verla así, tan destrozada. Puto Matty, siempre le hace daño a las personas que realmente sienten por él. 


— Estoy harta de que me ocultes que conoces a Matty, que el es tu mejor amigo misterioso, ¡Sí, lo se todo! -elevo un poco la voz. — Vi una puta foto. —Noto la rabia en sus preciosos ojos azules.

¿Qué? No sé que me sorprende más que Julie lo sepa o que Matty tenga una foto.

— Julie, déjalo estar ¿Vale? —la rabia sube por mis venas haciendo que me levante, pero ella al momento tira de mi brazo. Clavo los ojos en ella, pero los aparta inmediatamente. Doy un paso hacia ella, nuestros cuerpos se acercan cada vez más y a su vez nuestros labios se rozan, un leve roce, el olor a vainilla que desprende entra por mi nariz y cierro los ojos, desde hoy es mi olor favorito. Aparta su cara de la mía y se vuelve a sentar en el banco. Me siento estúpido, sé que está destrozada y yo me lanzo sin ni si quiera darle tiempo.

Lo único que puedo hacer por ella ahora mismo es darle su espacio, me cuesta demasiado no poder abrazarla o besarle cuando la veo, sé que no debo acercarme a ella más que para protegerla, lo prometí, pero no puedo hacer nada, nada ni nadie puede hacer que desaparezca lo que empecé a sentir desde que la vi.

Un bonito caosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora