Matty
Los días siguen pasando. Le han hecho todo tipo de pruebas a Julie y aunque en algunas ha reaccionado con pequeños gestos, sigue igual que antes.
Me estoy volviendo loco en estas cuatro paredes, cada día que pasa es un reto para nosotros, nunca sabemos que puede pasar. Julie no mejora, pero tampoco empeora y esa es la única esperanza que tenemos.
La enfermera me avisa de que tengo que salir de la habitación para que otro familiar pueda entrar. Para mi sorpresa el que entra es James. Digo para mi sorpresa por que llevamos aquí dos semanas y nunca a entrado a verla.
Camino rápidamente por el pasillo hasta llegar a la sala de espera donde están los demás.
James
El turno de Matty se ha terminado, mientras los demás discuten sobre quien debe entrar o no, yo me levanto y me dirijo a una de las enfermeras pidiéndole permiso para pasar yo. Matty está tan sorprendido como yo. Julie lleva aquí dos semanas y nunca había entrado para verla.
El sonido de la puerta al cerrarse me avisa de que ya estoy solo.
La habitación está llena de aparatos que están conectados al cuerpo de Julie. Estoy tan nervioso que no logro coordinar mis piernas una detrás de otra hasta llegar a la cama donde se encuentra Julie, descansando.
Por fin estoy a su lado.
Su piel está más pálida que de costumbre, de su boca sale un tubo que es lo que le ayuda a respirar.
Toco su mano con miedo... Está tan suave como siempre.
— Eh pequeña —susurro. — Ya llevas muchos días durmiendo, menudas vacaciones ¿eh? —río en silencio recordando la primera vez que la vi.
— Tienes que volver, las clases están apunto de empezar. ¿Quién me va a molestar en clase si no eres tú? —acaricio su mano con mi pulgar. — Quien te haya hecho esto lo va a pagar. No sé si me estás escuchando, pero solo quiero que sepas que pase lo que pase cuando despiertes me tendrás aquí, siempre —dejo un pequeño beso en su frente y salgo de la habitación.
No puedo verla así, me apoyo en la pared dejando escapar el aire de mis pulmones. Mi pequeña Julie... Si le hubiera echo caso cuando me llamaba, quizá no estaría así... Las imágenes de ella tirada en el suelo y un charco de sangre a su alrededor no se me van a borrar jamás, ni aunque pasen mil años.
Julie
Esto está muy oscuro ¿O es que tengo los ojos cerrados? Parpadeo varias veces, intento buscar algo a mi alrededor para apoyarme, pero no hay nada.
— ¿Hola? —pregunto con la esperanza de que alguien me responda pero lo único que se escucha es el eco de mi voz.
Comienzo a asustarme, giro la cabeza hacia ambos lados para poder ver algo pero sigo viendo oscuridad.
— ¿Hola? —insisto.
— Julie —me sobresalto al escuchar la voz de una señora mayor, un momento...
— ¿Abuela?
— Hola cariño —siento el tacto de su mano en mi cara.
— ¿Por qué no puedo verte? ¿Dónde estoy? —zarandeo las manos en su busca.
— No puedes verme... —susurra mi abuela. — Tranquila
— Si estoy aquí es por que ¿Estoy muerta? —niego con la cabeza al recordar como Amanda me clavaba el cuchillo, eso hace que lleve mis manos a mi estómago. Las lágrimas comienzan a caer por mis mejillas.
— No llores pequeña
— No puedo creer que esté muerta —me falta el aire.
— No deberías estar aquí —vuelve a hablar mi abuela. — ¿Puedes ver esa luz al fondo?
Me quedo un momento callada buscando entre la oscuridad un rayo de luz.
— Dime Julie, ¿Puedes verlo? —insiste mi abuela.
— No veo nada. —digo al fin.
— Mira de nuevo.
Lo hago y al fondo de donde quiera que esté hay una brillante luz.
Tengo miedo.
— No tengas miedo Julie —mi abuela habla. — Todo se va ha arreglar, recuerda que yo siempre estaré cuidando de ustedes y que te quiero. Y por favor, no seas tan gruñona. —suelta una leve risita.
Mis piernas comienzan a moverse solas. Miro hacia atrás y por fin puedo verla, tan guapa como siempre. La luz está cada vez más cerca, camino lo más rápido que puedo y consigo entrar en ella.
— Hay que abrir su boca, está obstruyendo el respirador.
No puedo hablar ni apenas respirar. La luz entran por mis pupilas quemándome estas.
— Abre la boca Julie, tu puedes —escucho la voz de Matty pero no lo veo. La maldita luz sigue entrando por mis ojos. Sigo caminando, no tiene fin.
Mi corazón late fuertemente en mi pecho.
— Su ritmo cardíaco está aumentando.
— Reacciona Julie —la voz de una mujer me sobresalta, es tan parecida a la de mi abuela que por un momento pienso que estoy sumida en la misma oscuridad que antes. Cuando por fin abro los ojos, lo primero que veo es una enfermera. Hay un tubo en mi boca, me gustaría poder decir que tengo ganas de vomitar que me quiten esa cosa ya, pero no puedo.
— Tranquila Julie —escucho de nuevo la voz de Matty pero no le veo. Solo puedo sentir el roce de su mano en la mía, giro los ojos hacia ambos lados y por fin lo veo. — ¡Julie! ¡Estás despierta! —grita, juraría que está llorando... ¿Tiene el pelo más largo? Unos rizitos muy monos caen sobre su frente.
— Tenemos que comprobar que no necesitas el tubo —me dice de nuevo la enfermera.
— Todo correcto —habla esta vez un hombre.
Puedo sentir como quitan todas las máquinas que estaban conectadas a mi cuerpo.
Cuando por fin me quitan el tubo de la boca, me siento aliviada aunque las nauseas no desaparecen.
Por fin los médicos salen de la habitación, después de darme la enhorabuena por haber despertado. ¿Cuánto tiempo llevo aquí?
Matty parece abatido, tiene unas ojeras muy marcadas debajo de sus preciosos ojos azules.
— ¡Por fin estás conmigo! —susurra Matty. Quiero abrazarle, pero no puedo. — Lo siento mucho por todo lo que he hecho —pasa su mano por mi pelo. Que tonto... Es tan mono cuando se pone así. —Pensé que no iba a ver esos preciosos ojos nunca más.
— ¿Cuánto tiempo llevo aquí? —intento hablar pero me es casi imposible
— Sh... —posa su dedo índice en mis labios. — Llevas tres semanas, pero no hables ya te contaremos todo lo ocurrido, están todos fuera... No me creo que estés aquí de nuevo —deja una hilera de besos en mis mejillas. — Tienes que descansar —sonríe. —Por fin has vuelto, yo sabía que lo conseguirías —algunas lágrimas caen en mi cara.
Como me gustaría poder abrazarle...
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Un bonito caos
RomansaJulie es una chica normal y corriente, vive con sus dos hermanas y su madre en un pequeño pueblo de Londres. Tan solo bastó un fin de semana para que su vida diera un giro de 180 grados. Todo a su alrededor se tambaleó en un abrir y cerrar de ojos...