Capítulo setenta

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Mi cabeza no procesa todo esto. Mi mirada está fija en el test de embarazo que tengo en las manos. Chloe está embarazada. Intercambiamos miradas hasta que ella aparta la vista. Sus ojos brillantes están puestos en el test que tengo en las manos. 

— ¿Qué voy a hacer Julie? —me dice casi suplicando.

Es la primera vez que no sé que decir. Mi cabeza está atolondrada.

— ¿Liam lo sabe? —la miro pero ella aparta la mirada levantándose de golpe.

— No... —apoya ambas manos en el lavabo, agachando la cabeza. 

— ¿Se lo vas a decir? —me pongo detrás de ella clavando mi mirada en la suya a través del espejo.

— Julie, no lo sé, no sé que voy a hacer —lleva las manos a su cabeza — Esto no entraba en mis planes, ¿sabes? 

Está bastante claro que mi amiga no está bien, y yo no sé como consolarla, me acerco a ella rodeando su cuello con los brazos. 

— No estás sola ¿Vale? —aprieto el abrazo, acariciando su espalda. — Me vas a tener siempre a mi, hagas lo que hagas, decidas lo que decidas. —cojo su cara con ambas manos mirándola a los ojos, está llorando.

— No sé lo digas a nadie, por favor... 

— ¿Chloe? —la voz de una mujer nos sorprende al otro lado de la puerta. 

— Un momento, mamá. —sorbe por la nariz, analizando todo. — Tienes que llevarte eso, y tirarlo fuera de aquí, mi familia no sé puede enterar. 

— Esta bien —meto el test de embarazo en el pequeño bolso que he traído, repitiéndome una y otra vez que tengo que tirarlo. Limpio las lágrimas que están a punto de caer por sus mejillas y le sonrío, susurrándole. — Tranquila. 

Al otro lado de la puerta se encuentra una mujer, de media edad, vestida de una forma muy elegante y con una sonrisa puesta en la cara. Es alta, y tiene el pelo cobrizo,  Nick, se parece mucho a ella. Sus enormes ojos verdes me interrogan en silencio.

— Soy Julie —le devuelvo la sonrisa — Encantada.

— Hola, Julie, yo soy Natalie —sonríe frunciendo el ceño — Nunca te había visto.

— Mamá —Chloe pasa por delante de nosotras poniendo los ojos en blanco. — No es de aquí, es de Londres, se mudo aquí hace seis meses, es mi amiga. Y ya se iba. —me mira abriendo mucho los ojos. 

— ¿Quieres quedarte a cenar, Julie? 

— No, gracias, mis padres me esperan en casa, otro día. Adiós. —me despido con la mano, parándome en la entrada. — Mañana nos vemos, Chloe.

Consigo escaparme ante la atenta e intensa mirada de Natalie, que siguió mirándome a través de la ventana. Camino despacio, pensando, en que narices estaba pensando Chloe cuando no uso protección, o en como reaccionará Liam. Sea como sea, estaré apoyándola siempre. 

— ¡Ey! —una silueta conocida me saluda con las manos. — ¡Julie!

Mierda, mierda, mierda. Tiene que ser una maldita broma. Justo en frente de mi está Liam. Estoy tan nerviosa que las palabras salen apelotonadas de mis labios.

— Hola, ¿Qué tal? 

— Bien bien, ¿Vienes de ver a Chloe? 

— ¿Qué? ¿Chloe? —miro hacia atrás, siguiendo el camino que acabo de recorrer, con la mirada — Ah, eh, si... Me tengo que ir Liam, ya hablamos. —salgo casi corriendo de allí, fingiendo que tenía prisa, pero lo que realmente tenía era un miedo terrible a que supiera algo. 

Un bonito caosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora