Capítulo sesenta

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Me repito una y otra vez a mi misma que deje de mirar el móvil, que no sea tan estúpida como para preocuparme por el, mientras Matty está haciendo quien sabe que con esa tía, que desde el primer día que la vi sabía que no me iba a gustar un pelo su aparición. 

Miro el móvil por última vez y lo dejo boca abajo en la mesa de noche. Cierro los ojos con la esperanza de poder dormir, pero eso es imposible. Mi cabeza no para de dar vueltas. 

¿Qué está haciendo? ¿Por qué no me contesta? ¿Se la estará tirando? 

Oh Julie, vamos... Es Matty, se la ha tenido que follar unas cincuenta veces en todas las posiciones posibles y tu aquí, volviéndote loca.

Y con este pensamiento me quedo dormida.


Creo que han pasado simplemente dos horas cuando los rayos de sol entran por mi ventana. Es un ventanal precioso con unas vistas increíbles, pero por las mañanas desearía que no estuviera... Igual que yo. Deseo no estar aquí ahora mismo. Sé que va a ser un día movidito y estoy harta de los días así.

Cuando por fin estoy vestida bajo las escaleras encontrándome sola como de costumbre.


"Cariño he tenido que salir temprano hoy, tengo mucho trabajo... No me olvido de que hay que hacer la compra"

Mi padre y sus notitas tan famosas... Pongo los ojos en blanco. 

No tengo ganas de desayunar, así que cojo mis auriculares y mi mochila y salgo de casa. Hace un buen día y por lo menos en el camino hasta el instituto puedo despejar las estúpidas ideas que tengo en mi cabeza.

O eso pensaba hasta que delante de mi veo a un Matty ridículamente borracho y sonriente.

¿Qué le hace tanta gracia a este gilipollas? Pienso, pero no le digo nada.

Simplemente me quedo un instante mirándole.

Se acerca para darme un beso pero doy un paso atrás pegándome a la puerta de la entrada. 

Encima viene a besarme como si nada, tendrá cojones.

— ¿Qué tal tu familia? —no quiero que sepa que sé la verdad, quiero ver hasta donde puede llegar a mentirme.

— ¿Qué familia? 

— ¿No has ido a ver a un familiar tuyo? —le agarro del brazo al ver que se tambalea, salvándole de que se coma el suelo para desayunar.

— Ah si —pasa una mano por su pelo — Lo siento por no contestarte los mensajes... Hemos estado hablando, una cosa llevó a la otra y así hemos acabado.

Asiento poniendo los ojos en blanco.

— Ya veo ¿Vas a ir a clase? 

Sé que va a decir que no, pero por intentarlo no pierdo nada.

— ¿Me ves en condiciones de ir a clase? —rueda los ojos clavandolos en mi.

— Pues entonces vete a dormir la mona a tu apartamento, así lo estrenas. —bajo los tres escalones de la entrada y camino alejándome de él. 

— ¿Se puede saber que te pasa? —me agarra del brazo obligándome a que me gire. 

— ¿A mi?  Nada ¿Por? —sacudo mi brazo para soltarme de su agarre. 

— Estás muy rara, no sé que te pasa... ¿No puedo ir a ver a mi familia?


La cosa se pone interesante... Encima intenta dejarme como la "mala" de la película, efectivamente tiene cojones. Me gustaría decirle todo lo que pienso pero prefiero guardármelo para otro momento. 

Un bonito caosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora