Capítulo dieciséis.

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Al colgar el teléfono me quedo un rato mirando mi casa.  Esa casa que hace unos años era la que desprendía más felicidad y amor de todo el barrio, y ahora solo puedo ver la tristeza que se esconde a través de esos muros. 

El cuarto de Ashley sigue aún con la luz apagada. ¿Aún no ha llegado? Decido llamarla, pero no da señales de vida. Me preocupa su estado de salud, desde hace días está irreconocible, parece que odia a todo el mundo.

— ¿Estás bien? —la voz de Gracy me saca de mis pensamientos y me giro hacia ella con una leve sonrisa.

— Mi hermana me tiene preocupada, nunca había reaccionado así conmigo. —cruzo mis brazos, devolviendo la última mirada hacia mi casa.

— Verás como todo se arregla Julie —pasa su mano por mi hombro. — ¿Quieres ver una película? 

Asiento, entrando en casa. 

— Pero que no sea de amor por favor. —suelto una breve carcajada.

Ha pasado media hora desde que Gracy a puesto la película, no sé ni como se llama ni de que va, mi cabeza no puede de dar vueltas y de pensar en Ashley. 

Son casi las diez cuando la película acaba, estoy cansada pero no quiero hacerle ningún feo a Gracy, me parece tan buena, y es admirable lo que está haciendo por mi, a pesar de que apenas me conoce. Matty se ha pasado desde que entre en casa sin hablar conmigo, estoy harta de sus cambios de humor. Ahora ni si quiera se donde está, sólo se que lo llamaron al móvil y desapareció. Todos sus secretos, su pasado, todo lo que me está pasando a mi me está volviendo loca.

— Oye... —le pregunto a Gracy.  — ¿Por qué tu hermano cambia de humor cada vez que le llaman? 

— No lo sé, nunca me cuenta nada —miente y yo frunzo el ceño pero lo dejo estar. 

Mi móvil vibra encima de la mesa, es Charlie. Lo cojo sin pensármelo dos veces.

— ¿Charlie? 

— Julie, soy yo... —la voz de Ashley hace que me de un vuelco al corazón. — Yo... yo... Lo siento 

— Ashley no digas que lo sientes, no has echo nada... No tendría que haberte mentido... —sollozo — Ven mañana Ashley, tenemos que hablar cara a cara no por teléfono. ¿Te vas a quedar con Charlie? 

Escucho el sonido del teléfono al caerse al suelo.

— ¿Ashley? —sin respuesta. — ¿Ashley? —grito, llamando la atención de Matty que sale donde quiera que esté. Sin pensármelo cojo las llaves de su coche y salgo disparada hasta meterme a él, no tarda mucho en alcanzarme y sentándose en el lado del copiloto. 

— Déjame conducir a mi. —me niego acelerando. La casa de Charlie está a tan solo unas manzanas de aquí, cuando llego me bajo corriendo dejando la puerta del coche abierta y llamo al timbre. — Charlie, abre la puerta —grito dando algún que otro golpe en la puerta. No recibo ninguna respuesta de él. Ni de nadie. 

Mi cabeza está saturada, no sé que hacer, no sé donde esta mi hermana, ni si quiera se si está bien. Me siento en los últimos escalones de la entrada apoyando mi cabeza entre mis rodillas. No puedo más. Comienzo a llorar sin darme cuenta. 

— No pasa nada Julie, tu hermana estará bien. —se acerca a mi abrazándome, pero yo me aparto.

— No, no me abraces. Estoy harta de todo esto, cada vez que tu maldito teléfono suena... —este comienza a sonar. — Dios no puedo más, estoy cansada de esta mierda...

— Es gracy. —se levanta y coge el móvil alejándose. Intento escuchar lo que habla con ella, pero no lo escucho. Se pasa la mano por el pelo. Está nervioso. — Ashley está con Gracy, pero lo que te voy a contar no te va a gustar.

— ¿Qué le ha pasado? —pregunto nerviosa.

— Primero tienes que calmarte, por el camino te lo cuento. —nos dirigimos al coche, esta vez yo voy de copiloto y el conduce. —Tu hermana tiene marcas por todo el cuerpo, como si se hubiera peleado con alguien. —me mira de reojo, pero no puedo articular palabra, solo quiero llegar y verla. 

Al llegar a casa. ahí está mirando al suelo fijamente. En sus brazos puedo ver moretones, está temblando. No dudo ni un solo segundo en ponerme a su lado.

— Ash... ¿Qué te ha pasado? —no responde. Solo levanta la cabeza y me mira. En su rostro puedo ver más moratones y cortes. El azul de sus ojos ya no desprenden la alegría que hace tan solo cinco días veía en ellos. — ¿Quién te ha echo eso? 

— Nadie. —responde al fin. — Déjalo estar.

— No, no me pidas que lo deje estar por que sabes que no lo haré, no puedo. ¿Ha sido Charlie? —al escuchar su nombre me mira, su mirada esta cargada de rabia, incluso siento miedo, lo que —hace que me haga hacia atrás. Matty da un paso y Gracy lo sigue.

— No te acerques a él. —se levanta. — No te atrevas...

— ¿Por qué? —me enfrento a ella. 

— Dios Julie, deja de ser tan entrometida. Deja las cosas pasar ¿Vale? —se pasa las manos por el pelo. — No te acerques a Charlie.  —se levanta del sofá dispuesta a irse, pero la cojo por el brazo haciendo que se detenga. Pero se suelta. y se va así sin mas.

— Para que viene si luego se va a volver a ir y me va a dejar peor de lo que estaba... —sollozo, acurrucándome en el sofá. 

— Esto... yo me voy a ir a mi cuarto, mejor les dejo solos —escucho los pasos de Gracy al subir las escaleras.

— Julie... Deja estar las cosas, todo se arreglará. —alzo la mirada hasta encontrarme con la suya. Matty está de pie en frente de mi con los brazos cruzados.

— Estas acostumbrado a dejar estar las cosas, pero yo no puedo, y no lo voy a hacer hasta saber que pasa.

—  Quizá ese sea tu problema, que siempre le das demasiadas vueltas a todo, buscando un culpable, buscando soluciones para los problemas de los demás cuando tu tienes los tuyos.

— Solo quiero que esto vaya bien —hago una señal con los dedos dirigiéndome a nosotros. — Pero si cada vez que tu teléfono suene me vas a apartar de tu lado, vas a ignorarme, y no confías en mi. ¿Qué hago aquí? Quizás tengas razón, le doy demasiadas vueltas a las cosas que no tienen ningún fin. —me levanto del sofá, pero el se pone delante de mi.

— No lo entiendes Julie... —mira al suelo suspirando. Su mandíbula está tensa.

— Explícamelo. —lo busco con la mirada pero no obtengo ninguna respuesta.

— No puedo Julie. No quiero meterte en esto... ¿No lo entiendes? —en su mirada puedo ver la frustración, pero no lo consigo entender.

Estoy dispuesta a irme cuando me coge del brazo atrayéndome a él. — Prométeme que no te vas a meter en nada de esto por favor, —apoya su dedo en mi barbilla haciendo que lo mire. — Por favor.  

No puedo hablar. Estoy concentrada en sus ojos, no puedo apartar la mirada de ellos. Me fascina. Me acerco más a el pasando mis manos por su cuello. Una última mirada y mis labios rozan los suyos, juego con mi lengua en busca de la suya. Estoy ansiosa, tengo ganas de más, ganas de él. Pasa sus manos por mi cintura, el tacto de sus dedos con mi piel hace que se me erice la piel. Ahora es él el que toma el mando de la situación, cada vez estamos más cerca. Me quita la camiseta y la tira al sofá, recorriendo con sus manos cada parte de mi cuerpo... El tiempo se para, he estado tanto tiempo esperando este momento... Pero de repente el sonido de la puerta nos sorprende. 

Hay un hombre parado frente a nosotros, está tan sorprendido o más que nosotros mismos, yo intento taparme con un cojín, nunca me había sentido tan avergonzada. Tengo los ojos abiertos como plato, y Matty lo nota, se pone delante de mi para que me pueda poner la camiseta de nuevo.

— Papá —su voz es grave, tan grave que casi da miedo.



Un bonito caosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora