Capítulo treinta

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Por la noche casi no he pegado ojo, estoy tan contenta de volver a Londres, aunque solo sea por tres días. Incluso me levanto de buen humor, me visto con lo primero que veo y bajo corriendo las escaleras. 

Hoy no ha venido James a buscarme, así que salgo de casa rápido, no puedo retrasarme ni un minuto por que voy caminando y a primera hora tenemos que entregar el trabajo de historia  —para empezar bien la mañana—  

Llego al instituto y esta vez soy yo la que espera a Chloe. Cinco minutos después la veo llegar desde lejos, y la saludo con la mano, como no esperaba menos, ella pone una cara extraña.

— ¿Qué haces tú aquí ya? —pregunta sorprendida mirando su reloj.

— Hoy estoy de buen humor —chasqueo los dedos. — El viernes me voy a Londres

— ¿Para siempre? —pregunta ella con tristeza.

— ¡No! —suelto una risita. — Solo me voy el fin de semana, mi padre trabaja allí. —me encojo de hombros.

Antes de entrar en la clase de el profesor Edwards me cruzo con Mia.

— Hola —le digo a James que está en su sitio, pero el no me contesta.

Quizá haya sido por lo de ayer, fue todo super raro, aunque es propio de él que de buenas a primeras me deje de hablar. 

— Pueden ir dejando los trabajos sobre el escritorio —la voz del profesor me saca de mis pensamientos. Chloe se levanta y yo me levanto con ella dejando mi trabajo —y el de James— en la mesa del profesor. 

— ¿Qué le pasa? —susurra Chloe señalando con la cabeza hacia James.

— No tengo ni idea —sacudo la cabeza. 

Me siento de nuevo en mi sitio y miro a James, pero no se inmuta. ¿Y antes decía que nada iba a estropear mi día? ¡Já! Bienvenida al mundo real Julie. Doy dos toques con mi dedo en su espalda.

— ¿Estas bien? —susurro para que el profesor no me escuche.

Asiente.

— ¿Y por qué no me hablas? —insisto

— ¡Julie ya! —levanta la voz llamando la atención de el profesor.

— Silencio ahí detrás 

No puedo creer que me haya gritado delante de toda la clase. ¿Pero a este que le pasa? No vuelvo a hablarle en todo el día. Como si no estuviera.

Hemos tenido unas cuantas horas libres. Hoy salgo más temprano y me libro de limpiar el comedor por no sé que rollo que suelen hacer aquí cada cierto tiempo, mejor para mi. Cuando llego a casa me tiro en el sofá lanzando la maleta a un lado. Reviso mi móvil pero no tengo nada. Siempre me pasa lo mismo... 

Escucho como alguien intenta entrar en mi casa, tras varios intentos fallidos lo consigue poniéndome el corazón a mil por hora.

— ¡Quién anda ahí! —digo en tono serio

Una mata de pelo rizado se lleva la mano a la cabeza, asustada. Es Amanda.

— ¿Julie? ¿Qué haces aquí? —suspira. —Me has dado un susto de muerte

— Lo mismo podría decir de ti —frunzo el ceño. —No sé si sabes que soy la hija de la persona con la que te vas a casar 

Ella blanquea los ojos 

— ¿No te has enterado aún? —me dice en una media sonrisa

—¿De qué? 

— No nos vamos a casar —apoya una mano en su cintura. 

— Vaya —ruedo los ojos. — Pues la verdad es que me alegro 

Ella me ignora buscando algo con la mirada, tiende la mano para darme las llaves. 

— Ya no me hacen falta —me sonríe forzada y yo cierro la puerta en su cara

Soy un poco borde, lo sé, pero es que le ha hecho demasiado daño a mi madre —era su mejor amiga y se fue con mi padre, aunque la culpa es de ambos, en fin. 

Me tiro en el sofá justo cuando llaman al timbre ¿¡Enserio!? Pero si se acaba de ir, para que me da la llave si va a venir de nuevo, le pienso cantar las cuarenta pero cuando abro la puerta la persona que me encuentro es otra. James. Está parado en el umbral de la puerta, mirándome. Y yo por instinto — costumbre— le cierro la puerta en la cara pero el la para interponiendo su mano.

Primero no me habla, bueno sí lo hace, a gritos, y ahora viene a mi casa ¿Qué se cree? No lo puedo entender.

Me tiro en el sofá esperando a que hable, pero el solo permanece de pie en frente de mi con los brazos cruzados. Espera, que todavía el que está enfadado es él. Suelto una risita para mi interior, creo que me estoy volviendo loca.

— ¿Se puede saber a qué has venido? —empiezo hablando yo ya que veo que él no lo iba a hacer.

— ¿Por que siempre quieres arreglar la vida de los demás?

Silencio.

— Julie, no fue para tanto —pone los ojos en blanco.

— No es para tanto para ti, a mi no me gusta que la gente me vaya gritando cuando yo solo quiero ser amable —clavo mis ojos en los suyos. — Quizá por eso la gente no se acerca a ti. 

Esto último no se lo esperaba, puedo notar un poco de dolor en sus ojos, pero es la verdad, quizá los rumores que tanto oculta sean ciertos, y simplemente esté escondiendo su verdadero yo. Ya no sé ni lo que pensar.

— Julie, simplemente fue un mal día —se sienta a mi lado. —Lo siento ¿Vale? —apoya su mano en la mía pero yo la aparto al momento.

— Julie... 

— Has arruinado mi día completamente ¿Lo entiendes? Me voy a Londres este viernes, y estaba contenta, y quería verte joder —paso mi mano por mi cara.

— ¿Te vas para siempre?

— Ojalá. 

Al escuchar esto último parece más aliviado.

— No lo entiendes Julie, de verdad, que si lo supieras me entenderías pero es que...—silencio.

Levanto la mirada para mirarle. 

 — ¡a la mierda! —noto como se acerca a mi cogiendo mi cara con sus manos, nuestros ojos se encuentran por un momento, y aunque siento miedo no puedo apartarme, sé lo que va a pasar a continuación pero quiero correr el riesgo. Pasa su pulgar por mi labio inferior debatiéndose entre si hacerlo o no y yo cierro los ojos. Sus labios impactan con los míos, en un suave y cálido beso que se va intensificando cada vez más, sus labios son suaves como la seda y su sabor a menta invade mi boca. Cuando nos separamos los dos tenemos la respiración entrecortada, como si hubiéramos estado corriendo un maratón.

Y así nos quedamos, mirándonos, sin decir nada, disfrutando del momento.

Sabiendo que todo va a cambiar.

Un bonito caosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora