Piano.

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(Elizabeth)

Las doncellas iban de aquí para allí, todas estaban en movimiento, eso me ponía aún más nerviosa de lo que ya estaba.

Después de hablar con mi hermana me dispuse a tocar un poco el piano, eso me relajaba mucho.

Cogí una partitura antigua que me gustaba mucho, según mi profesor era del siglo XI, contaba la historia de como una muchacha de alto rango social conoció a un apuesto hombre de bajo rango, se casaron y la muchacha pasó a ser rica a ser una simple villana de pueblo, pero muy feliz.

Cuando tocaba todo a mi alrededor desaparecía, los problemas ya no estaban, solo éramos la melodía y yo.

Tan distraída estaba que no me percaté de que alguien me estaba mirando desde la puerta. El ser sin quererlo hizo y ruido y dejé de tocar al instante. Miré hacia la puerta y ahí estaba él, con sus mejores ropas, su pelo negro y rizado estaba desordenado pero le daba un toque misterioso y encantados, sus ojos grises estaban fijos a los míos.

Me levanté y le hice una pequeña reverencia, éste hizo lo mismo.

-No te quería interrumpir- su voz era misteriosa y cautiva.

-No lo haces señor, sólo estaba aquí para distrairme.

-Nick, me gustaría que no me hablaras con tanto respeto, me siento incomodo viniendo de ti.

-Como gustes, Nick- y le sonreí un poco, me gustaba ese nombre, Nick, era formal y bonito.

Él me sonrió.

-Tocas muy bien- dijo mientras se acercaba a mi.

-Gracias, pero no es para tanto, tengo mucho que aprender.

Ahora estaba menos nerviosa, más ¿cómoda?

-Nick yo...

-Dime- me sonrió.

-Quería darte las gracias, ayer en a noche si-si no hubieras venido no sé que me habría pasado, gracias a ti estoy a salvo, traerme a casa y llevarme a mis aposentos, no lo haría cualquiera, por eso quiero darte las gracias- le miré a los ojos, ¿que me pasaba? Él también me miraba a los ojos con una sonrisa aún más grande.

-No tienes que darme las gracias Elizabeth, creo que hice poco, los hombres así no se merecen vivir, los hombres que se aprovechas de damas hermosas, como tú, no merecen ni siquiera estar en este mundo, no me des las gracias porque es mi deber como futuro marido tuyo protegerte y amarte.

¿Me había dicho que yo era hermosa? ¿le creería?

Se acercó más a mí y con su mano acarició mi mejilla, su mano era cálida y a pesar de que era guerrero, suave, muy suave.

Sonrió y sentí como mis mejillas se ponían rojas. Y Nick rió más.

-Estas aún más hermosa cuando se sonroja.

-Señorito, señorita...-llamó una doncella, no me había dado cuenta de que había llamado y entrado.¿Habría visto algo?

-¿Sí?- pregunté mientras me alejaba unos pasos del caballero.

-La cena está servida, su familia le espera en el salón.

Asentí.

-Ahora vamos- dije y la doncella hizo una reverencia, y salió por la puerta.

-Debemos ir- dije mientras me encaminaba hacia la puerta, pero una mano agarró la mía.

Lo miré y este se acercó y me dio un beso en la mejilla, y salió por la puerta antes que yo.

Una vida contigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora