Jugar- Secretos Contados- Traje...

706 43 2
                                    

(Nick)

Estaba jugando.

Estaba jugando, eso me gustaba y encendía mi cuerpo.

Escuché su hermosa risa y la seguí.

Vi que entraba en su habitación riendo.

Llamé a la puerta.

-¿Si?- dijo la dulce voz que tanto me gustaba.

-¿No sabes quién soy?- jugué.

-Estoy cansada de mi viaje.

Intenté abrir la puerta pero noté que la había cerrado.

-¡Abre Elizabeth!

Escuché su risa.

-Quiero que abras.

Este juego me estaba haciendo sentir la necesidad de un hombre y me encantaba que fuese Elizabeth quien lo provocaba.

Intenté abrir la puerta de nuevo y para mi sorpresa pude abrirla.

Lo primero que vi al entrar fue a Elizabeth sentada en la silla de su tocador.

Fui hacia ella y la abracé por la espalda.

-Te he echado mucho en falta- le susurré en el oído

Vi por el espejo que cerraba los ojos. Sonreí.

-Hemos dejado la sala los dos casi al mismo tiempo. ¿No creen que sospecharán?- dijo.

-Sospecharían igualmente.

Elizabeth se levantó quedando en frente mía.

Vi en sus ojos un brillo que me gustó.

-Yo también te he echado de menos.

Reí y no pude contenerme más.

Le cogí de la cintura y devoré su boca como hacía mucho tiempo que no la besaba.

Anoté mentalmente no alejarme de ella por tantos días.

Saboreé su boca lentamente. Eran muchos los besos que nos habíamos perdidos.

Sentí como rodeaba sus finos brazos en mi cuello y besaba mi boca más rápidamente.

-Estás impaciente e inquieta- le susurré.

-Tú también lo estás- se separó un poco de mi y vi que tenía las mejillas sonrosadas y miraba hacia abajo. Entonces descubrí el porqué de su enrojecimiento.

Tenía ganas de ella, estaba excitado y no podía contenerme por más tiempo.

-¿Ves lo que provocas en mi? Y esto no es sólo un día o dos. Esto... ha sido años.

Elizabeth sonrió y volvió a besarme.

Acaricié su cintura y espalda. Noté que su vestido era muy fino y casi podía tocar su blanca y suave piel.

......................

(Elizabeth)

Estaba perdida y condenada al placer. Intentaba luchar y no hacer cosas que después me traerían algunos problemas, pero....¡Nick iba a ser su esposo!

Las increíbles sensaciones que experimentaba su cuerpo era algo que ella desconocía. Su cuerpo estaba loco porque esas grandes manos la tocaran.

Poco a poco con cuidado sintió que la guiaban hacia algún lugar, supo que estaba recostada en la cama en cuanto sintió el blando colchón sobre su espalda.

Nick se situó encima sin dejar caer su cuerpo.

Disfrutaba tenerlo tan cerca de su cuerpo, apenas unos milímetros nos separaban.

Una vida contigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora