Confesión.

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(Nick)

La besé, tiernamente con delicadeza. Quería que este momento fuese único. No me lo podía creer. Nos estábamos besando. 

A falta de aire Elizabeth se retiró con delicadeza. Sus mejillas estaban más rojas de lo normal. La hacía ver preciosa. La abracé y puse su cabeza en mi pecho. Las heridas me escocían un poco pero en ese momento no me quejaría por nada.

-Hicimos un trato- dijo, levantó la cabeza y me sonrió.

-Tienes razón, ahora te contaré por qué llevo tanto tiempo esperandote.

Puso de nuevo su cabeza en mi pecho y empecé a contarle.

-Cuando tenía unos 14 años, coincidimos en una velada en casa de Lady Guty, ibas con un vestido gris y rosa, estabas preciosa. En esa época, era muy amigo de tu hermano y te conocía muy bien, él me hablaba mucho de ti. En una comida en casa de Lady Offy te vi hablando con un conde bien conocido y lo que vi no me gusto nada, pero yo desde ese entonces ya tenía muchas mujeres detrás mía y tú no me hacías caso.

Ella rió.

-Sí, cada vez que te veía siempre estabas coqueteando con alguna Don nadie y eso siempre me molestaba mucho, te odiaba por cómo utilizabas a las mujeres por solo una noche- dijo y sentí su aliento caliente en mi torso mientras hablaba.

-No era del todo culpa mía, pero sigamos... Después de algunos años me di cuenta de que cada caballero que se te acercaba aunque por muy mayor que fuese me daba una punzada en el corazón. Te quería lejos de los hombres, pero yo no era quien para impedírtelo. Pero en una velada en casa de los duques de Guyass me di cuenta de que era algo más fuerte lo que sentía. No te quería sólo lejos de esos hombres, deseaba que esos hombres fuese yo para poder hablar con tigo y hacerte sonreir.

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(Elizabeth)

¿Qué estaba queriendo decir? Esas palabras lo único que hacía era confundirme más respecto a mis sentimientos.

Mi cabeza estaba apoyada ahora en su hombro para tener una mejor vista de su cara. Estaba serio, como escogiendo sus palabras. 

-No... entiendo a donde quieres llegar- dije evitando contacto con sus ojos. Él me cogió con una mano una parte de mi mejilla y me obligó a mirarlo. Sus ojos grises se clavaban en los míos como entrelazándose mentalmente.

-Desde ese momento supe que quería pasar la vida a tu lado, verte reír, llorar, tu cara de sorpresa al regalarte unas telas preciosas o unas joyas brillante, quería ser yo quien fuera la única persona que vieras al terminar el día y al empezar uno nuevo. Quería vivir junto a tí- dijo sin dejar de mirarme. No sabía porqué pero creía lo que decía. Estaba seguro de que no mentía.

-Nick...-empecé a decir pero me cortó.

-Siempre que me iba a una batalla, llegaba a casa temiendo que tu padre te hubiera comprometido con alguna otra personas que no fuera yo. Pero cuando el señor Lemarcks quiso hablar con migo sobre tí y me propuso tu mano, no dudé ni un segundo en decirle que sí.

No podía hablar mis lágrimas amenazaban con salir, estaba emocionada, me sentía acobijada, protegida, querida... Sólo faltaba dos palabras que no sabía por qué pero me encantaría escuchar de su boca.

-Le dije que sí porque por más de 6 años te estube esperando, estube esperando esa propuesta que aceptaría sin dudarlo.

-Porque...- dije.

-Porque estoy enamorado de tí, Elizabeth. Estoy enamorado de tí, sí lo estoy, y mucho- dijo ilusionado con una sonrisa. Reí ante su comportamiento.

Una vida contigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora