47: En las Tres Escobas

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Nos sentamos en una mesa cerca de una columna y especialmente lejos de la ventana, para que nadie vea a Harry desde afuera. Hay un pino decorado para Navidad en una maceta detrás de mí y si me inclino mucho hacia atrás sus hojas me pinchan la cabeza, y ya tengo algunas enganchadas en el pelo. Al menos combina con el rojo.

—Cuatro cervezas de mantequilla, por favor —le pide Hermione a la mesera, una mujer alta y curvilínea con un gran rodete rubio. Cuando ella se aleja, Ron voltea la cabeza para seguir su camino.

—Ron espera que Madam Rosmerta le preste atención un día —dice Hermione, poniendo los ojos en blanco, pero Ron está demasiado distraído como para contestar. Cuando la mujer vuelve con las cervezas y las deja sobre la mesa, él se levanta para tomar su vaso antes de que ella quite la mano, y ella le sonríe ampliamente antes de irse.

—Vuelve a la Tierra, Ron —le digo cuando empieza a tomar su cerveza.

—A todos les gusta Rosmerta —dice él, como si eso le quitara importancia a su comportamiento.

—Creo que es un poquiiiiiiito mayor —digo, tomando un sorbo de la bebida, pero él sacude la cabeza y abandonamos el tema.

—No creo que nos alcance el tiempo —dice Hermione—, pero realmente tenemos que visitar el correo. Harry, tienes que ver las lechuzas que hay ahí. Las más pequeñas son para mensajes dentro de Hogsmeade. Los vecinos se las envían para pedirse recetas y cosas así. Increíble.

Lo que más me gusta de Hogsmeade es que no hace falta ocultarse. Aunque yo soy un caso un tanto especial y no puedo hacer explotar todo en todos lados, porque todos sospecharían que soy clímaga o algo así, estamos liberados de la presión que es encajar con los Muggles. Jamás pasé demasiado tiempo con ellos, pero una vez fuimos a Londres con tía Cissy mientras tío Lucius iba con Draco a Lugares De Hombres Y No Para Leyla, y realmente era raro no poder hablar de ciertas cosas y tener que estar alerta para no empezar a flotar sin querer, algo que me pasaba muchas veces cuando tenía diez años.

—Sabes, Hermione, me gustaría conocer tu barrio —le digo—. A tus padres, a tus vecinos. No hace falta que les hable a tus vecinos, no te preocupes, solamente quisiera ver las casas de afuera y ver qué hacen. Conozco muy poco de los Muggles.

—Ya pareces mi papá —dice Ron.

—Es que es interesante, Ron —dice Hermione—. Leyla, si quieres te puedo prestar mis libros de Estudios Muggles. Seguramente te ayudarán mucho. Y... no sé... ¿quieres venir a casa en las vacaciones de verano?

—¿De verdad? Gracias, Hermione, eso sería genial.

—Debo escribirle a mis padres, pero no tendrán ningún problema. Pero tendremos que compartir habitación. No sé cómo es tu casa, pero en Londres las casas no son muy espaciosas.

—En mi casa todos compartimos cuarto con alguien más. Adivina con quién compartía yo.

Hermione alza una ceja y parece comprender lo que sufría compartiendo mi cuarto, pero Ron y Harry me miran con caras de intriga.

—¿Con quién?

—Selene, claro. Compartimos habitación por edad. Karen y Natalie, Thais y Paula... Luego viene Selene, pero estaba conmigo porque Violetta e Isabella son gemelas y están pegadas todo el día. Luego Abby, Debby y Mad...deline compartían una habitación, Melanie y Amber otra, y Leon por supuesto tenía una habitación para él solo.

—Espera a que Dean y Seamus escuchen esto —le dice Ron a Harry.

—¿Por qué?

Harry se ríe.

Leyla y el prisionero de Azkaban | (LEH #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora