70: La segunda vida inocente

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Capítulo 70

La segunda vida inocente

—¿Y ahora? —pregunto.

—Esperaremos escondidos aquí en el bosque hasta que se hayan ido al castillo —dice Hermione—. Luego iremos a la ventana donde está Sirius y lo rescataremos volando sobre Buckbeak. Pero aún faltan dos horas para eso.

—Tenemos que estar más cerca de la acción —dice Harry, negando con la cabeza—. En un lugar donde podamos ver bien al sauce boxeador.

—Bueno, pero tenemos que escondernos muy, muy bien. Ni siquiera nosotros mismos podemos vernos, recuerden.

Nos internamos más y más en el bosque y Harry consulta su reloj cada pocos pasos. Avanzamos en zig-zag, acercándonos y alejándonos del borde del bosque, hasta que entrevemos el sauce. Nos quedamos entre los árboles, esperando a ver a alguien, y en ese momento aparece Ron, persiguiendo a Scabbers en la casi completa oscuridad.

—¡Te atrapé! Vete, gato asqueroso —dice Ron y patea a Crookshanks.

Detrás de él aparecemos nosotros tres (los del pasado, claro) y, desde el otro lado, Sirius, transformado en perro. Viéndolo desde aquí es gigante, aun más de lo que me pareció cuando estuvimos frente a él.

—Mira, el árbol me está pegando —comenta el Harry del bosque.

—Y a mí también, observa. Uyyy —digo, llevándome una mano a la cara—, recuerdo perfectamente cuánto me dolió eso.

En la lejanía, Sirius se lleva a Ron por las raíces del árbol y a Ron se le atora la pierna izquierda en una de ellas. Así que ese fue el modo en que se la rompió, no lo hizo Sirius. Este hombre-perro siempre está en el lugar indicado para que lo crean culpable de un montón de cosas que no ha hecho.

Repentinamente el árbol queda inmóvil y nuestros otros yo esquivan las ramas y se introducen en el túnel al igual que hicieron Sirius y Ron. Cuando desaparecemos, el árbol vuelve a sacudirse violentamente. A los pocos segundos pasan a pocos metros Fudge, Macnair, el viejito y Dumbledore dirigiéndose hacia el castillo.

—Diablos, estuvo cerca —murmuro.

Al verlos, Buckbeak se altera y comienza a caminar hacia atrás y a hacer ruido, así que nos alejamos un poco para que no nos delate. Cuando recupera la calma, volvemos al puesto de vigilancia y vemos al profesor Lupin oprimiendo el nudo del árbol con una rama rota. El árbol se inmoviliza nuevamente y él pasa por el agujero.

—Podría haberse llevado la capa —se lamenta Harry—. ¿Voy ahora a buscarla?

—No hay tiempo —dice Hermione—, no, no.

Ella lo sostiene del cuello de la túnica, justo a tiempo para que no lo vea Hagrid, que pasa tambaléandose y tratando de ir en dirección al castillo. Lo oímos canturrear por lo bajo y Buckbeak otra vez se altera, pero esta vez quiere ir hacia adelante con su cuidador.

Cuando Hagrid se aleja, Hermione se cruza de brazos.

—¿Ves lo que podría haber pasado, Harry? Ya es muy arriesgado lo que tenemos que hacer, no hay que agregar nada más.

Buckbeak vuelve a estar tranquilo y yo le acaricio el plumaje como vi a mi papá (Joseph) hacerlo un par de veces con los animales que traía a casa para rehabilitación. Era una de las pocas cosas que me gustaban de la vida en casa antes de asistir a Hogwarts. Eso, y tener la habitación para mí sola durante los meses de clase cuando Selene empezó a ir a la escuela. Fueron dos gloriosos años de paz y tranquilidad al dormir.

Leyla y el prisionero de Azkaban | (LEH #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora