Cuando subo a la habitación, Hermione ya está durmiendo, o al menos finge estarlo, así que no nos hablamos hasta el día siguiente, y eso solo para decirnos "Buenos días". Para el desayuno bajo con el suéter Weasley y la boina de Cedric, y además de que parezco un pajarraco de colores, no hay nada interesante para comentar. Harry y Ron hablan entre ellos y están enojados con Hermione. Ron ni siquiera la mira. Y hoy no sirvieron huevos fritos. Ningún día promete ser bueno si no hay huevos fritos a la mañana.
Evan entra y me saluda a lo lejos. Las mesas de las cuatro casas están de vuelta en su lugar. Cuando terminamos de comer en silencio, Hermione se va a la escalera principal y yo la sigo.
—Sabes que no estoy enojada contigo, ¿verdad? Yo quería montar la escoba, pero si realmente piensas que pudo ser Black... está bien.
Ella asiente y luego me mira y se pone a llorar. Suelta su bolso de libros en un escalón y nos abrazamos.
—Tranquila —le digo—. Los chicos no entienden, son... chicos. No te preocupes por ellos.
—Me odian —solloza—, y yo solo quiero hacer las cosas bien.
—Estuvo bien lo que hiciste. Si les hubieras avisado antes de decirle a McGonagall, te estarían tratando peor ahora. ¿Quieres que vayamos a la biblioteca?
Ella asiente y se enjuga los ojos. Madam Pince, que sigue en el castillo pero no asistió a la cena, nos saluda con su cara de bulldog habitual y nos sentamos en la mesa más lejana a su escritorio. Este lugar se convierte en nuestro refugio para los días siguientes. Ron y Harry están tan molestos con ella que temo siempre que nos encontremos los cuatro en la misma habitación. Sé que nunca harían nada más que gritarnos un poco para recalcar su enojo, pero eso dolería demasiado. Saben que estoy del lado de Hermione y también deben haberse enfadado conmigo.
En la noche de fin de año, la biblioteca cierra más temprano y Hermione y yo nos vamos a nuestra habitación a esperar hasta las doce, mirando por la ventana. Cuando llega la hora, Hagrid, del tamaño de un puntito, sale de su cabaña, se pone a hacer algo en el piso y luego se aleja rápidamente. Nos sorprende una explosión, seguida de luces de varios colores, y aplaudimos aunque no pueda oírnos.
—Son fuegos artificiales —me explica Hermione con una gran sonrisa en el rostro—. Los Muggles los usan para celebrar, como nosotros con las varitas. Solo que estos pueden ser peligrosos para menores y hay que salir corriendo siempre. Es horrible cuando los descuidados se lastiman.
Hagrid, como ya no tiene su varita y tiene prohibida la magia, debe recurrir a esto para poder celebrar como todos los otros. De una terraza del castillo se ven salir otros rayos luminosos y se oyen pequeñas explosiones. Son Dumbledore y Flitwick, que están respondiendo al saludo de Hagrid. En el cielo, lo que queda de la explosión se agrupa en letras que dicen ¡Feliz año nuevo!
—Vaya, ahora es 1994 —digo y luego me río—. ¿Ya sientes la diferencia?
Al día siguiente, el primero de enero, todos nos levantamos tarde y bajamos a almorzar. Hermione y yo nos sentamos en una punta de la mesa y Harry y Ron en la otra, para evitar roces. Cuando McGonagall entra al Gran Salón, Harry se levanta a hablar con ella y cinco segundos más tarde vuelve a sentarse muy frustrado. Seguro están examinando su escoba de arriba abajo, y no pueden haber avanzado mucho en los últimos días con todos los preparativos para el resto de las fiestas. Ahora los adornos verdes y rojos fueron reemplazados por el dorado y el plateado, que según Dumbledore son los verdaderos colores para el cambio de año. Quién sabe.
—Cedric vuelve el tres de enero —me dice Evan al terminar de comer, y yo sonrío inmediatamente—. Me dijo que te avise.
Dos días, dos días y lo volveré a ver. ¿Es mucho? ¿Es poco? Mi corazón no logra decidirse.
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Leyla y el prisionero de Azkaban | (LEH #3)
ФанфикGanadora de los WATTYS 2017 // Destacada en Wattpad [Serie "Leyla en Hogwarts": Libro 3] - Libros 1 y 2 en mi perfil. No es suficiente tener un tío loco y arrestado por asesinato. No, la suerte de Leyla no se conforma con eso. Lo que necesita Ley...