Capítulo 2

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Capítulo 2

Lorelyn tan solo necesitaba contemplar la ciudad de tejados azules y paredes negras desde lo alto de la torre más alta del castillo para sentir como su alma se llenaba de júbilo. Había nacido para ocupar un lugar de poder, rodearse de joyas y tesoros, y prueba de ello era que había crecido en la corte de uno de los cuatro reyes de la Isla.

El castillo en el que se había criado tenía cinco torres de gran altura, delgadas y acabadas en forma de aguja. Todas ellas se perdían entre las nubes los días más tormentosos, pero tan solo la central parecía alcanzar las estrellas. Rasgaba el cielo e iluminaba la noche con su majestuosa presencia de titán. Las otras, en comparación, alcanzaban una altura bastante mediocre cuando se las veías desde el techo del mundo, pero sí resultaban de lo más impresionante a los ojos de los plebeyos.

Cinco ojos iluminados en la noche desde los cuales los Reyes les observaban y vigilaban... desde donde decidían su destino.

Nadie se atrevía a mirar directamente a las torres.

El castillo de Alejandría traía recuerdos a Lorelyn, pero no sabía exactamente sobre qué. Quizás, se decía, formaba parte de los pocos meses de su vida que había pasado fuera de Alejandría, pero de aquel entonces no recordaba nada. Durante esos días tan solo había sido un bebé, y nada quedaba aparte de recuerdos y sonidos perdidos en lo más profundo de su memoria. Pero entre esos recuerdos estaba el de un castillo de pasillos largos, torres que se perdían entre las estrellas y salones llenos de caballeros portadores de espadas de filos refulgentes...

Desde lo alto de la torre se podía ver la extensión de la ciudad, la plaza del mercado y, de tamaño diminuto, los puntitos de colores en los que se transformaban sus habitantes. También se podía ver el océano azul en el este y los bosques en el oeste. Al sur grandes campos de cultivos, granjas y un mundo sin fin que, según decían los sabios, hallaba sus límites en las tierras de las Almas Perdidas. El más peligroso y amenazador de los Reinos... el paraíso de las sombras, del mal y, según decían las leyendas, de loas brujas y los Dioses.

Pensar en aquel lugar maldito le provocaba temblores, pero también muchas dudas. ¿Sería tan peligroso y amenazador como su nombre indicaba? ¿O acaso no era más que un mero juego de palabras con el que intentaban asustar a los reinos colindantes? ¿Cómo debían ser los ciudadanos de tan terrorífico lugar? ¿Sería cierto que la muerte aguardaba oculta bajo la capucha de los jinetes de negro?

Tenía muchísimas dudas en referencia a ello, pero prefería no hallar las respuestas.

Darel solía tratar de tranquilizarla asegurándole que tarde o temprano, cuando él fuera Rey y ella su reina, conocerían a gente de todos los puntos de la isla y comprobaría que no eran más que cuentos y leyendas lo que ensombrecía el reino sureño. Y de no ser así, él y sus hombres acabarían con ellos.

Afortunadamente, aún faltaba mucho para que el padre de Darel muriese y él emprendiese posibles batallas contra los reinos sureños. El Rey Konstantin, grande y fuerte como una montaña, parecía dispuesto a vivir eternamente, y ella estaba encantada. Por el momento prefería a su príncipe Darel, tierno y dulce, al altivo Rey Darel que seguramente estaría demasiado ocupado para atenderla...

La ausencia del Rey había sido muy corta, pero lo suficiente como para que Lorelyn descubriera la otra cara de su prometido. Claro que se decía que habían sido los nervios de los primerizos, pues gobernar no era tan fácil como parecía, pero en el fondo de su corazón sabía que, en cuanto se convirtiera en Rey, aquella sería la única realidad que viviría... Pero tal era el amor que profesaba hacia aquel joven de larga cabellera rubia y cara de niño que ni tan siquiera se lo planteaba. Reinaría algún día, sí, pero aún faltaba mucho para ello, y hasta entonces seguiría disfrutando de los días paseando por los jardines con su prometido, escuchando las lecturas de los sabios y viendo entrenar a los caballeros; por las tardes saliendo a cabalgar a la playa y por la noche contando estrellas.

Baile de Brujas - BorradorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora