Capítulo 15

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Capítulo 15

El tiempo pasaba rápido, y aunque no habían tenido mucho tiempo para beber, la sala empezó a vaciarse.

Arabela decidió salir.

No habían bailado en toda la noche, pues a ninguno de los dos les gustaba aquella práctica, pero no habían perdido el tiempo. Tras unas cuantas charlas insustanciales con Symon y los sobrinos de Julius, habían entablado conversación. Hablaron sobre sus vivencias, sobre batallas y sobre el mundo. Sobre el Reino, la familia y el futuro... y sobre ellos. Arabela le explicó su vida alejada de la corte y él confesó ciertas vivencias en el campo de batalla bastante sorprendentes. Hablaron sobre guerra, muerte y violencia, pero en ningún momento tocaron el tema de la despedida de la última noche. Claro que tampoco hablaron de antiguos amantes, ni de Dorian, ni de absolutamente nada que pudiera ponerles en compromiso. Se limitaron a divertirse, y alargaron la velada hasta que Symon decidió abandonar la sala acompañado de Gabriela.

Arabela propuso a su acompañante a salir a charlar a una de las terrazas. Tomó la mano del hombre con la suya, entrelazó los dedos, y juntos atravesaron pasillos y salas hasta salir a una de los balcones de la sala de teatro. A pesar del poco público, en la sala había pequeños grupos de personas que disfrutaban de una magnífica obra de solo dos actores sobre la muerte y la vida.

Julius cerró la puerta de la terraza y se acomodó junto a Arabela en la barandilla. La noche era muy fría y no tardaría demasiado en empezar a llover. Las calles estaban repletas de placas de hielo; muchos resbalarían aquella noche al volver a casa.

Arabela apoyó los brazos cubiertos por la capa negra de su hermano sobre la barandilla. Fijó la mirada en el horizonte y aguardó a que su compañero acudiera a su lado para iniciar la conversación. A aquellas alturas Symon estaría pasándolo en grande con Gabriela en la cama, pero a ella le resultaba especialmente incómodo y desagradable el simple hecho de pensarlo.

-    Necesitaba un descanso.- dijo.- Todas esas carcajadas, bromas insulsas, gentes, bailes... cielos, no sé como lo soportáis.

-    No acostumbro a hacerlo.- aseguró él.- Estos eventos no suelen ser muy comunes en nuestro reino, pero me temo que en esta ocasión no tenía más remedio que acudir. Después de todo, además de ser vuestra hermana, es mi sobrino quien se casa.- hizo una breve pausa.- Mi sobrino... parece mentira cuan rápido pasa el tiempo. Ver a tanto joven campar por la fortaleza me recuerda que el tiempo también pasa para mí.

-    Cualquiera que os oiga creería que sois un viejo.

Julius sonrió sombrío y volvió la mirada al frente. Aunque parecía estar resistiendo estoicamente la mezcla de sustancias que Symon se había encargado de suministrarle, se podía ver en su mirada que estaba algo aturdido. Tan aturdido y atontado que cada vez que la miraba notaba como el deseo de besarla y tocarla le nublaba la mente.

-    Ya son muchos los años que llevo en esta fortaleza. Quien sabe, quizás haya llegado el momento de viajar al sur, a la guerra. Allí podría ser de gran ayuda... y qué demonios, es el lugar donde deseo estar. Me consume estar encerrado entre las paredes de piedra de esta fortaleza sin nada que hacer. Años atrás aún había quien se atrevía a retarme, bandidos a los que apresar... fugitivos. ¿Pero ahora?- negó con la cabeza.- Mi hermano hace bastante bien su trabajo. La diversión se acabó.- suspiró.- Si pudiera abandonaría ahora mismo este lugar.

-    La calma en los reinos va por etapas. Mentiría si os dijera que sé por seguro que van a venir tiempos turbulentos... pero yo os pediría que os quedaseis una temporada más en el castillo. Al menos hasta que la comitiva vuelva a Alejandría. Soy consciente de vuestra inquietud desde lo sucedido... pero tal y como dijo vuestro hermano, vuestro lugar esta aquí.

Baile de Brujas - BorradorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora