Capítulo 13

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Capítulo 13

 

Tebekk Brousse era el encargado de llevar la marcha, y durante dos largas horas logró guiarles por estrechos caminos al margen de las poblaciones sin ser vistos.

El caballero era conciente de que tarde o temprano encontrarían el cadáver decapitado, pero para aquel entonces la guardia estaría tan lejos del lugar que nadie podría acusarlos. Y si lo hacían, seguramente seria a escondidas, pues la sombra de Julius Blaze era demasiado alargada como para atreverse a ponerle en duda.

Dos horas después del inicio del viaje, Tebekk alzó la mano y detuvo la marcha. Estaban en un pequeño claro del bosque, rodeado por cúmulos de nieve casi derretida de varios días en lo alto de las copas de los árboles. Los rayos del sol apenas lograban colarse entre las ramas de los árboles, pero había la suficiente luz como para que los temblores de la víctima fueran visibles.

Ordenó a sus hombres que bajaran al prisionero del caballo. Sus hombres obedecieron y lo derribaron con un fiero golpe en el interior de las rodillas. Sus gritos evidenciaron que era una mujer. Los caballeros desenfundaron sus armas, espadas de acero muy afiladas, y formaron un círculo alrededor de la muchacha. Uno de ellos, Verne, le arrancó el capuchón de la cabeza de un tirón.

La chica volvió a chillar al arrancarle también varios mechones de pelo.

La repentina aparición de luz le hizo bizquear, pero tan pronto logró recuperar la vista, empezó a temblar de terror. No quería llorar, pero la maraña de cabello, sangre y cortes que conformaba su rostro se llenó de lágrimas.

Arabela observó a la prisionera. Era sorprendentemente pequeña, baja y delgada; de la edad de su hermana menor, o quizás más joven.

La mujer chasqueó la lengua y desenfundó su espada. Sentía lástima por ella.

-    Mi señora.- llamó Tebekk.- Es el momento. ¿Deseáis conocer su nombre?

-    No. Únicamente quiero hacerle un par de preguntas.

-    Por supuesto. ¡Verne! ¡Karrym! ¡Sujetadla!

La chica pateó, mordió y gritó, pero los caballeros lograron sujetarla por los brazos con facilidad. La muchacha se estrelló contra el suelo cuando el tal Beddom, un hombre de estatura baja pero de gran envergadura, le dio un puñetazo en la parte trasera de la cabeza. De sus labios empezó a fluir un hilo de sangre.

Arabela frunció el ceño con desagrado cuando uno de los caballeros volvió a golpear a la muchacha en la espalda. Recortó la distancia que las separaba y clavó la espada en el suelo, a escasos centímetros del rostro de la muchacha. Apoyó las manos sobre esta antes de agacharse.

-    A ver...- canturreó mientras le apartaba con la mano la mata de pelo de la cara.- ¿Me oyes bien?

Denisse escupió, pero lo único que logró ganarse fue un golpe en el estómago. Por el crujido de costillas, Arabela supuso que le habían roto varias.

Curvó el labio inferior en una mueca de disgusto.

-    Venga muchacha, por tu propio bien. Respóndeme sin tapujos. ¿Viste a mi hermano envenenar la copa del artista o no?

Maldijo entre dientes, pero no tuvo más remedio que acabar negando con la cabeza para evitar un nuevo golpe.

-    Ahá... no. Claro que no... pero sí viste como yo caía fulminada, claro.

Alzó la mirada hasta encontrarse con los ojos de la mujer. Asintió dubitativa.

-    Llegaste a la conclusión de que mi hermano había sido el asesino por el mero hecho de que me viste caer.

Baile de Brujas - BorradorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora