Capítulo 45

3.1K 144 12
                                    

Capítulo 45

Christoff escuchó hasta el final el relato de la muchacha. Después desvió la mirada a las llamas de la chimenea y se concentró en sus pensamientos mientras Darel y Elaya discutían.

El príncipe no daba crédito a la teoría de su prometida.

Ella, en cambio, insistía en asegurar que lo que había sentido y visto era cierto. Du Laish no era una persona de fiar, si es que realmente se la podía considerar persona, y exigía que se hiciera algo con ella.

Darel estaba cada vez más convencido de que no era más que un arrebato a favor de su hermana, y así trató de hacérselo entender.

Pero Elaya no quería atender a razones. Empezó a chillarle y a exigir a Christoff que le ayudara. Se levantaba de la cama, con las piernas aún temblorosas, y Darel se apresuraba de nuevo a tumbarla y tratar de tranquilizarla una y otra vez.

Elaya manoteó, pero finalmente se dio por vencida. Dejó que su prometido la enterrara bajo las sábanas de cemento, tomara sus manos y le diera de beber un poco de té tibio.

Unos instantes después ya estaba relajada y atontada.

Llamaron a la puerta un par de veces, y Arabela entró en tromba en la habitación maldiciendo entre dientes. Saludó a los presentes con un ligero ademán de cabeza, tomó de encima de la silla sus ropas, y se ocultó tras el vestidor para cambiarse.

Ya cómoda con sus ropajes negros y la capa a las espaldas, se colgó la funda de la espada en el cinto y se colocó el peto sobre la camisa. Abrió uno de los cajones, sacó sus cuchillos de color sangre y los fue situando uno a uno a lo largo y ancho de las botas y cintura. Por último se ajustó las botas, y tomó el yelmo en forma de cráneo sonriente bajo la atenta mirada de todos.

Parecía furibunda. Tan enfadada, molesta e iracunda, que incluso le temblaba el pulso de pura furia.

- Hermana.- llamó Elaya desde la cama mientras recogía sus armas.- ¡Hermana...!

Arabela gruñó algo entre dientes, pero no fue hasta que Christoff la llamó que no prestó atención alguna. El caballero se levantó todo lo alto que era, y cruzó los brazos sobre el pecho. Desde la cama Darel y Elaya la observaban con una mezcla de duda y sorpresa en la cara.

-    Hay algo que debes saber.

-    Sea lo que sea puede esperar a mañana.

El hombre negó con la cabeza.

-    Yo creo que no.

Extendió la mano hasta la empuñadura de su espada, y se la arrebató con rapidez. Ya con el arma entre manos, la depositó junto a la butaca en la que él había estado sentado e hizo un ademán de cabeza para que se sentara. Tal fue la severidad de sus acciones que Arabela ni tan siquiera se atrevió a ponerle en duda.

Tomó asiento a los pies de la cama, al otro de Darel, y tomó la mano de su hermana cuando esta se la ofreció.

Por fin prestó atención a su hermana.

-    Te va a quedar una cicatriz bastante fea.- dijo tratando de sonreír. Apartó los mechones de cabello de la frente que había cortado para disimular su herida y le mostró su propia cicatriz.- Bienvenida al club.

 La explicación de lo ocurrido fue breve y concisa, pero no fue necesario mucho más para que la mujer comprendiera lo que su hermana quería decirle. Se incorporó, meditabunda, y sin llegar a creer lo que estaba diciendo, rondó por la sala con las manos cruzadas sobre el pecho.

Christoff parecía creerla, e incluso ella tenía la tentación de hacerlo, pero carecía de sentido. Nada tenía sentido.

Por primera vez, estuvo de acuerdo con Darel. Elaya trataba de protegerla.

Baile de Brujas - BorradorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora