Capítulo 18

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Capítulo 18

 

Oculto tras el fondo del escenario negro, Dorian podía oír los pasos de los curiosos y espectadores. Calculaba que había mucha gente, pero no le importaba. Solo deseaba la presencia de una persona; los demás eran complementarios.

Su vestuario era sencillo: una armadura negra bastante pesada que le impedía moverse libremente, una espada pintada de negro y un yelmo grisáceo con cuernos. Los hombres de Julius le tenían prohibido que se acercaran a ellos así que había sido Cupiz quien le había ayudado a conseguir el equipo.

La espada era la de su padre. Jamás la había empuñado, pero se sentía a gusto con el metal entre sus manos. Era pesada, incómoda y bastante peligrosa, pues el filo estaba muy afilado... pero también muy bella, con un dragón con la boca abierta en la empuñadura. Era un arma de porte elegante, con un brillo tan intenso que ni tan siquiera la tinta negra había logrado matar.

Era un arma digna de un caballero.

Jamás había vestido como un guerrero. La armadura era muy pesada, y resultaba francamente incomoda, pero había algo en su mente que le decía que aquel tenía que haber sido su destino.

- Dorian, todo preparado.- dijo Cyric, uno de los miembros de la compañía de teatro.- Dos minutos.

-    De acuerdo.

Se frotó las manos presa del nerviosismo, y cogió aire. El escenario era muy sencillo; unas sillas cubiertas por una manta blanca que simulaba el desfiladero de un monte nevado y un muro negro. La acción transcurriría únicamente allí y a manos de un único actor, pero confiaba en que podría ser un magnifico espectáculo.

Contó los últimos segundos con el corazón acelerado y cerró los ojos cuando las luces de la sala se apagaron.

Era su momento.

- Estoy siendo demasiado benevolente con vosotros.- dijo Arabela en un susurro a su hermana.

Las dos hermanas, acompañadas por Cupiz, ocupaban una de las mesas del fondo de la sala. No comprendía aun porque se había dejado engañar para acudir a la obra de teatro, pero allí estaba, y todo apuntaba a que no podría escapar. Era un consuelo saber que no era la única que tendría que padecer aquella tortura, pues Cupiz tampoco parecía feliz. Ansiaba encontrar una vía de escape por la que poder huir y salir a cabalgar. Desafortunadamente, la mirada inquisitiva de la menor de sus hermanos complicaba bastante la escapatoria.

Le dio un trago a su copa de vino y frunció el ceño al notar el sabor amargo en la garganta. Había sido Symon quien había elegido la cosecha, y no se lo había tomado a la ligera. Era muy fuerte. Incluso ella, acostumbrada a beber en todo tipo de tabernas, tuvo ciertos problemas para poder tragar sin que los ojos le llorasen. Sospechaba que el vino sería lo mejor de la velada.

 Que su hermano les acompañara había sido esperanzador. Aburrirse a su lado era complicado. Pero Symon únicamente las acompañó hasta la puerta. Una vez dentro,se unió a unos cuantos nuevos amigos miembros de la guardia del Rey.

-    No seas tan negativa.- respondió Elaya con una amplia sonrisa.- Seguro que te gusta. Además, Dorian me pidió que te convenciera para que vinieras. Aguardaba tu presencia con mucho interés.

-    ¿De veras?- arqueó la ceja derecha, sorprendida. Sonrió con malicia.- Imagino que querrá cobrarse venganza por lo de su amiguita.

Elaya sacudió la cabeza con una media sonrisa en los labios.

-    ¿Por qué eres siempre tan negativa? Si quisiera matarte lo haría donde nadie pudiera verle, no durante una obra de teatro.

-    Quizás quiera hacerlo a lo grande.- sugirió divertida.

Baile de Brujas - BorradorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora