Capítulo 52

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Capítulo 52

Julius aguardó a que todos los presentes estuvieran en silencio para empezar su discurso. Tenía tantas cosas a decir que ni tan siquiera sabía por donde empezar. Tantos rostros nuevos, la vuelta a Alejandría, el reencuentro con su hermano, con Arabela... en el fondo, estaba muy emocionado, y era eso lo que tanto le estaba traicionando.

Aquellos meses habían sido muy complicados para Julius. La búsqueda de su sobrino le había mantenido fuera de la fortaleza durante largos meses, pero no había servido de nada. Varg se había esfumado, y por mucho empeño que le puso, fue incapaz de encontrar pista alguna.

Pero no era precisamente su búsqueda lo que le había llevado a Alejandría.

Julius desvió la mirada a lo largo y ancho de la sala. Muchos de los rostros presentes le resultaban familiares, e incluso había muchos de los cuales conocía los nombres, pero había otros tantos que no. Era una lástima, pues seguramente muchos de ellos habían combatido por salvar su reino, pero en aquellos momentos no los recordaba, y eso le enfurecía.

Konstantin, Cupiz, Dorian, Willhem, Symon... Curlyk, Gereon White (el jefe real de la guardia), Drenden, Christoff, Bekkessh, McDirr, Arabela... todos aguardaban expectantes. Incluso los suyos, Vega, Devray, Loohard Junior, Dess, esperaban en respetuoso silencio.

Julius apretó los puños y dejó escapar un suspiro. Hubiese sido bastante más fácil si todos hubiesen estado de pie como él, o si Dorian no hubiese intentado fulminarle con la mirada, pero no tardó demasiado en buscar soluciones. Se sentó en una de las mesas e ignoró a su hijo.

-    Me alegro de volver a veros a todos.- dijo embriagado de sinceridad.- Lo digo de veras. Para mi sois hombres del norte, Alejandrinos, caballeros y fieles sirvientes de la familia Blaze... pero también sois hermanos de batalla. Al ver vuestros rostros no puedo evitar recordar que hace un año...- apretó los colmillos.- Que hace un año fue la sangre de los hombres del norte la que logró liberar a nuestro reino de la muerte. Es curioso, a veces me pregunto si realmente las barreras entre nuestros reinos deberían existir... Mi señor Konstantin...- centró la mirada en su hermano mayor.- Vos sois tanto mi hermano como el Rey Solomon, y sé que la muralla que separa nuestros reinos ha abierto una brecha mucho más profunda de lo que jamás un simple muro de piedra podría hacer... pero han sido estos hombres, tanto los vuestros como los míos, los que han demostrado que la sangre que corre por sus venas es la misma. Sangre de héroes, de valientes y de fieles sirvientes a la corona por los que no dudaría en dar mi vida. Hombres por los que hoy me encuentro aquí. Amo Reyes Muertos y amo Alejandría, pero me temo que mientras los reinos estén divididos no voy a poder pertenecer a ninguno. Mi hogar está en la batalla, y allí donde me reclamen, mis hombres y yo acudiremos. No hemos dado la espalda a nuestro reino, pero ya no somos miembros de su guardia. Actualmente somos caballeros libres, y ponemos a vuestro servicio, mi señor, nuestras espadas, nuestra sangre y nuestra vida.

La sala quedó en completo silencio.

Julius apoyó la rodilla derecha en el suelo en señal de lealtad al rey de Alejandría, y todos sus hombres, sus hombres le imitaron.

Konstantin sonrió como respuesta. Se puso en pie, recorrió la distancia que le separaba de su hermano, y le ofreció la mano para que se levantara.

-    Me parece muy valiente por vuestra parte.- dijo.- Pero levantaos, por favor. Acepto vuestro ofrecimiento, y por supuesto a partir de ahora seréis recibidos con los brazos abiertos a lo largo y ancho de todo nuestro reino. Me parece una decisión sorprendente viniendo de alguien que ha pasado casi toda su vida en la corte de mi hermano. Por favor, explicadme a que se debe esta decisión. No sois los primeros que tomáis esa decisión, y precisamente por ello me sorprende que hayáis arriesgado vuestras vidas y vuestro estatus por ello...

Baile de Brujas - BorradorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora