Capítulo 20

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Capítulo  20

 

La noche había pasado rápido.

La luz del sol iluminó con su abrazo gélido un día luminoso y agradable. Elaya se despertó hambrienta. Aquella noche había tenido dulces sueños y había descansado tan bien que dudaba que nada pudiera estropearle el día. El viaje a Salemburg se presentaba como una gran oportunidad para escapar del claustrofóbico ambiente de la fortaleza. Era una gran oportunidad. Además, pasar un poco de tiempo con sus hermanos no le vendría mal. En los últimos días Symon había pasado días enteros con el Príncipe Varg, los guardias y los comerciantes, y apenas habían podido charlar. ¿Y qué decir de Arabela? Ella siempre había sido distante, pero no tanto. Temía que estuviera en malas compañías, y eso incluía al tío de Darel. Y no es que el hombre hubiese tenido un mal comportamiento con ella. Al contrario. Tanto él como el resto de la familia habían resultado muy cercanos y agradables, pero conocía su fama. Julius era un tirano desalmado sin corazón, y no era ese el futuro que deseaba para su hermana. Había muchos caballeros en la corte de Alejandría que la deseaban, e incluido entre ellos el mismísimo Cupiz. ¿Por qué no intentar juntarles? Después de todo, siempre habían tenido buena relación...

No perdía nada por intentarlo.

El salón de desayunos estaba especialmente lleno aquella mañana. Por primera vez desde su llegada, el Rey compartía mesa con sus hijos y sobrinos, sus caballeros y nobles más cercanos. Entre ellos también estaba Symon, como de costumbre, e incluso Dorian, pero no había ni rastro de Arabela. Ni de ella ni de Julius.

-    ¡Hermana!- la llamó Symon con amabilidad tan pronto la vio llegar.- Hermana, te estábamos esperando.

-    Bienvenida.- dijo Solomon con una amplia sonrisa en el rostro.- Vuestro hermano está en lo cierto. Os estábamos esperando, señorita.

La muchacha se sonrojó. Saludó a los presentes con un ademán de cabeza y se apresuró a ocupar asiento entre su hermano y Darel. Todos parecían especialmente alegres aquella mañana; no estaba dispuesta a ser ella la que diera la nota discordante.

Dejó que las doncellas le llenaran el plato de los exquisitos manjares de las bandejas de plata, y tan pronto los dejaron de nuevo a solas, aguardó en silencio hasta que el Rey volvió a tomar la palabra.

-    Me alegra profundamente veros. Como ya sabéis los más cercanos a mí, hoy se cumplen ya cinco años de la muerte de Shaddala, mi esposa, y tenemos costumbre de celebrarlo en familia.- tomó su copa dorada de encima de la mesa y la alzó. Todos los presentes le imitaron.- Han sido tiempos complicados en los que la soledad ha estado acechando a cada uno de nosotros para actuar en los momentos de mayor tensión... pero por suerte los lazos de sangre han podido impedir que nuestra familia se separase. Por ti, sobrino, y toda tu futura familia la cual ya considero mía también.

-    Por ti y los tuyos, tío.- respondió Darel con una sonrisa en el rostro.- Por mí prometida... y por todos. 

El Rey asintió, y todos alzaron su copa. A partir de entonces, el desayuno se desarrolló con tranquilidad. Las conversaciones giraron al principio sobre los festejos y las obras teatrales, pero pronto se formaron distintos grupos. Elaya charló con el Rey y sus hijos, con los caballeros y su hermano, pero tan pronto pudo, ocupó la silla vacía junto a Dorian. No se conocían demasiado, pero poco a poco el muchacho se había ido ganando la simpatía de la joven.

Le felicitó por su última obra. A diferencia de sus hermanos, ella sí que había disfrutado profundamente escuchándole cantar y recitar tan bellos poemas, y así se lo hizo saber. El poeta, sonrojado, no supo que decir.

-    Os lo agradezco profundamente.- dijo con un hilo de voz. Parecía más pensativo de lo habitual.- Creía que quizás a vos tampoco os gustaría demasiado...

Baile de Brujas - BorradorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora