Capítulo 6

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Capítulo 6

 

En el ojo de la tormenta, tan solo la cima de la torre era un lugar seguro. El suelo de piedra resbalaba, y la cascada rugía con más furia que nunca mientras en los alrededores el mundo se desdibujaba y giraba sobre si mismo es una espiral de lluvia, electricidad y oscuridad. Era la peor tormenta que él hubiese vivido, y aunque no sabía como había llegado hasta la cima de la montaña Implacable, estaba allí, a escasos metros de la torre de la Desesperanza.

La torre de la Desesperanza había visto morir a muchos reyes en los últimos tiempos. Tiempo atrás había sido considerado un bastión inexpugnable, pero la sangre de los ejércitos caídos en sus entrañas lo habían convertido en lo que actualmente era: el hogar de la Diosa Muerte.

Los cuentos decían que los espectros se dirigían hacia allí en busca de la muerte final, generando largas filas de seres fantasmales que llenaban los bosques de los alrededores con sus cantos y sus lamentos. Se decía también que allí la muerte les aguardaba encapuchada mientras cantaba con la fuerza de un huracán al resto de los Dioses.

Se decía que era la auténtica dueña de aquel bastión, y que todo aquel que penetrara en su reino lo haría tras dejar la vida en los bosques...

¿Significaba aquello que ya estaba muerto?

Dorian tuvo miedo de mirar atrás, pues podía sentir los cantos fantasmales de un millón de almas perdidas en la tormenta. Muchas de ellas se lanzaban a la cascada lateral al resbalar por los peligrosos caminos de piedra. Otras, quizás más afortunadas, se limitaban a amontonarse de rodillas alrededor de los pies de la torre a esperar.

El poeta estaba asustado. Tenía la sensación de que el mundo iba a explotar de un momento a otro, y él no deseaba estar en el corazón de la herida. Tenía que huir de los largos dedos de la tormenta que con tanto afán trataban de arrastrarle con ella al interior del bosque. Escapar de aquella muerte segura.

Y para ello tan solo había un camino.

- Más allá del Reino de la luz hallarás tu camino. Allí donde las sombras moran bajo el estandarte de la vida eterna. Allí donde el cuerpo no es más que un recuerdo del pasado y el alma es la embarcación en la cual navegar por la eternidad del tiempo...

Oía aquella voz cada noche en sueños. La oía cantar, recitar y llorar. La oía desde el más allá donde las voces no eran más que susurros... y la oía allí, perdida en la noche. En el ojo del huracán.

Estando a escasos pasos de la fachada negra de la torre, alzó la mirada para ver recortada contra la oscuridad una figura esbelta. La figura estaba sentada en el tejado, a más de 200 metros de altura, y estaba canturreando en susurros. El viento, tan atroz que arrastraba a las rocas de mayor tamaño, parecía acunar su voz.

Dorian gritó.

-    ¿Quién sois? ¡Moráis en mis sueños desde hace días! ¡Decídmelo!

Pero no halló respuesta alguna. La figura del tejado le miró y lo único que logró ver en su rostro níveo fueron dos grandes estrellas plateadas.

-    ¡Por favor!

La tormenta cada vez era más fuerte. Dorian miró atrás, y comprendió que debía entrar en la torre. Empujó la gruesa puerta de madera con todas sus fuerzas y al otro lado encontró un terrorífico escenario donde las almas se amontonaban alrededor de un salón hecho de hueso y cráneos de humanos.

Ahogó un grito de terror, y sin apartar de las escaleras que en forma de caracol ascendían por toda la estructura, subió hasta el piso más alto. Un balcón con vistas al fin del mundo le aguardaba allí, y más arriba, en el tejado, la figura de la capucha. Dorian se abrió paso entre los espectros y atravesó el balcón hasta alcanzar la barandilla. Se subió a esta sin atreverse a mirar al vacío y trató de ver a la figura.

Baile de Brujas - BorradorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora