Capítulo 51

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Capítulo 51

Cayó la noche.

Las velas del jardín se encendieron, los toldos se apartaron para dejar a la vista el cielo estrellado, y más hogueras se encendieron.

Muchos invitados habían abandonado ya la fiesta, pero entre los presentes aún quedaban muchos miembros de la guardia. Estos habían formado un círculo alrededor de una de las hogueras, y allí, mezclando cánticos, bailes, himnos y alcohol, seguían celebrando la unión en una fiesta privada a la que ningún noble parecía estar invitado.

Arabela estaba aplaudiendo entre carcajadas el baile de uno de los guardias cuando los nuevos invitados aparecieron por los jardines. A aquellas horas de la madrugada ya estaba casi tan borracha como cansada, pero a pesar de ello fue una de las primeras en darse cuenta de su presencia. Le dio un suave codazo a Christoff en las costillas, y ambos dieron a los cánticos de lado para poder concentrarse en los recién llegados.

Eran veinte o treinta, altos y fuertes, y, en su mayoría, varones. Todos vestían armaduras de color negro y dorado muy trabajadas con un águila de oro en el peto, grevas, guanteletes y largas capas negras a las espaldas. En la cintura portaban sus armas, todas enfundadas en magníficas vainas de cuero, y un casco con plumero rojo bajo el brazo. Eran hombres de edad adulta, de expresión severa y mirada altiva. Algunos llevaban el cráneo afeitado o el pelo corto, pero en su mayoría lucían largas cabelleras de colores cobrizos.

Los cánticos cesaron cuando el resto de los presentes se dio cuenta de su presencia. Los alejandrinos y los recién llegados no tardaron demasiado en reconocerse, se mezclaron, y a partir de ahí todo fueron saludos y abrazos.

-    ¡Lady Arabela!- escuchó la muchacha decir a uno de los caballeros.

Aguardó unos segundos, pero le reconoció rápidamente.

-    ¡¡Vega!!- abrió los ojos de par en par.- ¡Santo cielo! ¡Cuánto tiempo!

La muchacha le tendió la mano. Vega trató de besar el dorso pero ella insistió en que se la estrechara, como a un igual. Dado que no llegaron a ninguna conclusión, decidieron fundirse en un abrazo.

Ya separados, Arabela examinó con detenimiento su uniforme. Esbozó una amplia sonrisa, profundamente divertida ante el brusco giro de los acontecimientos.

-    Vaya, no sabía que Reyes Muertos hubiese cambiado la equitación de su guardia.

-    Es una larga historia... aunque en cierto modo es por ello por lo que estamos aquí.- ensanchó la sonrisa.- Deberíamos haber esperado a la reunión que se celebrará mañana, pero nos dijeron que estabais por aquí y no pudimos resistir la tentación. Entre los vuestros hay grandes amigos.

-    Desde luego.- recogió del suelo la botella que había estado bebiendo hasta entonces y se la ofreció. Vega no dudó en darle un buen trago.- ¿Qué ha sido de vosotros? ¿Lograsteis pillar a ese bastardo?

-    ¿Varg?- Vega sacudió la cabeza con tristeza.- Desapareció. Aún estamos tras él... hay rumores de que está oculto en Ámbar.

-    ¿Le cogeréis?

-    Desde luego. Esta visita ha sido únicamente circunstancial. Llevamos once meses persiguiéndole. En cuanto dejemos Alejandría volveremos a ponernos en su búsqueda. Ese traidor no va a escapar, os lo aseguro.

-    Bueno, de momento ya lo ha hecho, ¿no?

 La mujer sonrió y le guiñó el ojo, quitándole importancia. Volvieron a abrazarse.

- Me alegro mucho de veros, os lo aseguro. ¿Ha venido también Blaze?

-    No iba a perdérmelo.- respondió el mismo Julius a sus espaldas. Le estrechó la mano a Curlyk que en aquellos momentos estaba a su lado, y se apresuró a acercarse a Arabela.

Baile de Brujas - BorradorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora