Capítulo 22

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Capítulo 22

 

Una hora después, cuando Arabela llegó a la hacienda de los Erym, una enorme hoguera ardía en el centro de los campos de cultivo secos. Los cuervos se habían reunido en los árboles de alrededor, expectantes. No tardarían en empezar los festejos.

Elaya fue la primera en verla. Alzó las manos y le hizo señales para que se acercara donde, sentados alrededor de la hoguera, los tres jóvenes atendían a la charla de la anciana.

La mujer desmontó de Témpano con gracilidad, pero no soltó las riendas de la bestia hasta no estar junto a la hoguera. Más allá de las llamas doradas, veía rostros que le resultaban familiares, pero temía tanto que no fuera más que una ilusión que ni tan siquiera se movió por temor a romperla.

Christoff, la anciana, sus hermanos... en aquel entonces no había sido más que una niña, pero sus recuerdos eran sorprendentemente vívidos. Aún sonreía cada vez que la voz atronadora de la anciana restallaba en su mente al gritar a su hermano que se bajara del manzano...

Durante unos segundos, la mujer se mantuvo en silencio, observando a la anciana. Priscilla extendió sus delgados brazos, ensanchó la sonrisa y la llamó. La muchacha corrió a arrodillarse a su lado y abrazarla. Christoff, por su parte, aguardó a que su madre liberase de su presa a la mujer para saludarla con una ligera sonrisa tímida.

-    Así que no es un sueño.- murmuró tras apoyar la mano en el hombro derecho de Christoff.- Seguís aquí... creía que el ejército os habría dado muerte.

-    Lo intentaron.- aseguró Christoff.- Pero no lo lograron.

La anciana y el joven habían cuidado de su familia desde hacia siglos. Habían sido guardianes y protectores, pero también buenos amigos. La anciana había educado a sus padres por separado y unos años después, cuando se conocieron y casaron, ella misma fue la encargada de la ceremonia. Las malas lenguas siempre habían dicho que la familia de los Erym era capaz de leer el futuro. Precisamente por ello, se decía que habían sido capaces de llegar a los distintos miembros de la que iba a ser la dinastía de los Muerte a lo largo de los años y unirlos. Arabela siempre había sostenido la idea que habían sido ellos mismos los que habían elegido a los miembros. La anciana les conocía, les educaba y les presentaba; después, el resto surgía por si mismo. Y así había ido sucediendo hasta que Solomon había decidido interferir.

Arabela notó como la anciana volvía a tomar su mano. Se arrodilló a sus pies para que la mujer pudiera deleitarse con la visión de un rostro que ya creía perdido.

-    Tus hermanos son parecidos a tus padres, pero tú... tú eres diferente. Tú eres la heredera, de eso no cabe duda. No es la primera vez que conozco al futuro heredero, pero jamás creí que llegaría el día en el que vuestra madre nos dejara. Han pasado ya casi quince años, pero...

-    Quince años no es suficiente para hacernos olvidar.- aseguró Symon con los brazos cruzados sobre el pecho.- Hemos tardado, pues nos tuvimos que separar para sobrevivir, pero ahora hemos vuelto, y estamos más cerca que nunca.

-    ¿Más cerca que nunca?- preguntó Christoff con cierta sorpresa.- Cuanto lo dudo. Nunca se está lo suficientemente cerca.

-    En esta ocasión sí.- aseguró con vehemencia.- Mi hermana menor es la prometida del heredero de Alejandría, sobrino del Rey Solomon, y Arabela está muy cerca de Julius...

-    ¿Julius Blaze?- preguntó la anciana con curiosidad.- Lo dábamos por muerto.- volvió la mirada hacia su hijo, el cual se mantenía en pie junto a la recién llegada.- ¿Acaso no...?

-    Creía que estaba muerto, madre.- aseguró turbado.- Nadie hubiese podido sobrevivir a aquella herida.- cruzó los brazos sobre el pecho, meditabundo.- Yo mismo hundí mi espada en varias ocasiones en su pecho. Además, le alcancé el rostro.

Baile de Brujas - BorradorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora