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Tyler se sentía triste, sentía que había hecho algo mal cuando le había dicho a su madre y a Jack sobre que Josh le molestaba en la escuela, pero él de verdad no quería que el pelinegro lo volviera a hacer, él quería que Josh le tratara bonito como la primera vez que le vio o cuando pasaban las noches juntos donde Josh solía contarle las mismas historias que su padre le contaba a él y dormían los dos en la misma cama, Tyler abrazando al azabache fuertemente sin querer irse al saber que Cameron estaba en casa.

Sus días en casa ya estaban por acabar, eso es lo que su madre le había dicho junto con que él regresaría a la escuela y todo estaría mejor ya, no habría nadie ya que le pudiera hacer daño nunca más y eso hacía sentir a Tyler feliz, pero no del todo.

− ¿Podre ver a Josh? −Pregunto el menor mientras ya acomodaba las cosas en su mochila, su madre termino por agacharse, hasta estar a la misma altura que su pequeño y negó.

−Él no volverá a maltratarte, no volverá a burlarse no podrá hacerte nada malo, ni él ni sus amigos, todo estará bien. −Y después de aquellas palabras Tyler ya vestido para su primer día en la escuela su madre condujo, asegurándose que su pequeño se viera lindo y todas sus cosas estuvieran en orden.

La rubia dejó al menor en la puerta de la escuela, sin antes darle un merecido beso en su frente y volver a repetirle que todo estaría bien.

Y como lo dijo su madre se cumplió, ya que no había visto a aquellos chicos que siempre que Tyler llegaba ellos estaban ahí para burlarse de las coronas de flores que llevaba el menor o sobre su lindo vestido de colores suaves y tiernos, pero aquel día no había nadie, tampoco estaba Josh.

Las clases empezaron, el salón donde estaba Tyler no era tan diferente como el anterior, unas pequeñas cosas cambiaban como aquellos números acomodados en diferentes grupos o un cartelón donde venía la anatomía humana o la mujer que le iba a dar clases.

−Buenos días clase. −Saludó la mujer que le sonreía a la clase con un gis en su mano, −Mi nombre es Hayley, pero ustedes pueden llamarme. −Se giró sobre sus tobillos y comenzó a escribir en el pizarrón en una linda letra cursiva. −Señorita Williams. −Le sonrió al pequeño salón que asentía. −Creo que todos se conocen, ¿no es así? −El coro de niños asintiendo lleno el salón. −Pero yo no sé de ustedes, ¿Qué les parece si se presentan y me dicen algo de ustedes? −No esperó a que los menores aceptaran y con el pequeño pedazo de tiza blanco señaló a Tyler que había terminado encantado por su cabello rojizo casi terminando en un naranjo eléctrico. − ¿Empezamos contigo? −Le sonrió cuando el menor se levantó de su asiento. −Tu vestido es muy tierno, sabes. −El castaño sonrió suavemente, sintiendo su cara arder.

Después de que Tyler se presentara y recibiera más halagos de aquella simpática maestra los demás compañeros se presentaron, Tyler los conocía bien a todos. Excepto por una niña al parecer nueva, el castaño nunca la había visto y era extraño porque la mayoría de su salón le hablaban al menor porque siempre llevaba la tarea del día siguiente.

−Ho-hola, mi nombre es Ruby. −La pequeña castaña se levantó de su asiento, Tyler le sonrió ladinamente cuando tuvieron contacto visual. −Y.... −Entrelazó sus manos al no saber qué decir. −Me gusta la corona de flores de Tyler. −Se sentó con mejillas rosas después de que los niños rieran ligeramente.

El día de Tyler iba de maravilla, su nueva maestra era más linda que la anterior y no le dejaba de elogiar por su lindo vestido ni por como sus libretas estaban forradas con suaves tonos rosas y pasteles y que su letra era muy linda, hasta le había dicho que si quería ella podía enseñarle a escribir en cursiva.

El recreo comenzó y Tyler se sintió triste al ir al patio trasero de la escuela, donde el enorme árbol donde solía él y Marina estar ahora estaba vacío, simplemente estaba Tyler y él extrañaba mucho a la chica diamante.

Tyler suspiró, sentándose en la sombra del árbol y sacar su emparedado que su madre con amor le había hecho y comenzó a comerlo, mirando el pasto debajo de su vestido deseando de que éste no lo manchara.

−Hola... −Escucho un murmullo delante de él y lentamente levantó su mirada, era la misma niña que había visto en el salón y que ahora sabía que se llamaba Ruby. − ¿Puedo sentarme contigo? −Preguntó son mejillas levemente sonrosadas, el menor no se negó golpeando delicadamente a un lado de él con su mano.

mama saidDonde viven las historias. Descúbrelo ahora