Prólogo

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¡Hola!

Este fanfic tiene un lugar muy especial en mi corazoncito, porque empecé a escribirlo cuando tenía solo doce años (hace ya bastante tiempo) y se ha convertido en parte de mi día a día por un motivo u otro. Después de varios años sin publicarlo pero nunca dejando de pensarlo, creo que podría llegar a retomar la historia. Después de varios cambios y ediciones (convengamos que una niña de doce años no entiende del todo el bien cómo funciona el mundo y hay cosas que no necesariamente tienen mucho sentido). Así que no quiero prometer nada, pero tal vez escuchen de esta historia en los próximos meses.

La historia transcurre entre la primera saga (Percy Jackson y los Dioses del Olimpo) y la segunda (Los Héroes del Olimpo). Por motivos obvios, incluye spoilers de ambas. Todavía no he decidido si adaptaré los eventos de la saga “Las Pruebas de Apolo” a mis personajes.

Espero que les guste. Por favor comenten y voten. Me encanta tener opiniones sobre lo que escribo y acepto críticas constructivas.

Gracias por seguir leyendo aunque lleve años inactiva ❤️

~ La autora

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[HISTORIA EN EDICIÓN]

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DISCLAIMER

La gran mayoría de los personajes pertenecen a Rick Riordan, autor de la historia original. También habrá fragmentos extraídos de sus libros, con giros y alteraciones propias para que cuadren con el transcurso de mi historia.

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Prólogo

[Fragmento de “El último héroe del Olimpo”]

Narra Percy

A media tarde, mientras daba un último paseo por la playa, oí una voz conocida:

— Un buen día para pescar.

Mi padre, Poseidón, estaba metido en el agua hasta las rodillas, con sus bermudas de siempre, su vieja gorra y una camisa muy fina verde y rosa Tommy Bahama. Tenía una caña de pescar en las manos y, cuando arrojaba el sedal, lo mandaba muy lejos: como a medio camino de Long Island Sound.

— Papá — dije —. ¿Qué te trae por aquí?

Hizo una mueca.

— No tuvimos la ocasión de hablar a solas en el Olimpo. Quería darte las gracias.

— ¿A mí? Fuiste tú quien acudió a salvarnos.

— Sí, y mi palacio entretanto fue destruido. Pero, ¿sabes?, los palacios pueden reconstruirse. He recibido muchísimas tarjetas de agradecimiento de los demás dioses. Incluso Ares me envió una, aunque creo que Hera lo obligó a hacerlo. Resulta más bien gratificante. Así que... gracias. Supongo que incluso los dioses pueden aprender nuevos trucos.

El agua empezó a burbujear. En el extremo del sedal, de repente salió a la superficie una enorme serpiente marina. Forcejeaba y daba tremendos latigazos, pero Poseidón se limitó a suspirar. Sujetando la caña con una mano, sacó su cuchillo y cortó el sedal. El monstruo volvió a sumergirse en el agua.

— No tenía el tamaño suficiente — se lamentó —. Tengo que soltar a los pequeños o los guardas se me echarán encima.

— ¿Los pequeños?

Él sonrió.

— Están haciendo un buen trabajo con esas nuevas cabañas, por cierto. Supongo que eso significa que ya puedo reconocer a todos mis demás hijos y mandarte unos cuantos hermanos el verano que viene.

— Ja.

Poseidón recogió su sedal y yo lo miré.

— Es broma, ¿no? — pregunté con cierta inquietud.

Me hizo un guiño enigmático y no supe si hablaba en serio.

- Nos veremos pronto, Percy - dijo -. Y recuerda, hay que distinguir si los peces tienen tamaño suficiente para pescarlos.

Dicho lo cual, se disolvió en la brisa marina, dejando una caña de pescar tirada en la arena.



[Editado en 2022]

La otra hija de Poseidón © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora