No puedo con esto

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-Tienes que calmarte, tu salud está en juego, no te reconozco Keinan -dijo Jay asombrado al verme llorar.

Nunca en la vida mi hombría había decaído de tal manera, no podía evitar el ahogo de tanta lágrima, no me importaba hacerlo frente a él.

-No puedo con esto -dije pasando mis manos por la cara.

-La busqué, fui a casa de Criss y nada, te lo juro Keinan, no se donde esta Daiana.

-Tienes que encontrarla Jay, hazlo, yo necesito hablar con ella, no me defraudes, solo cuento contigo. -dije con un nudo en la garganta que no me dejaba hablar.

-No se qué harás para que Daiana te perdone, esta vez se te fue la mano Keinan -dijo muy serio

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-No se qué harás para que Daiana te perdone, esta vez se te fue la mano Keinan -dijo muy serio.

Me quedé callado, Daiana era mi mujer, era la madre de mi hijo, estaba embarazada. Que estúpido había sido. No pude aguantar mas el dolor y estallé en llanto bajando la cabeza. Jay me miraba sin decir nada, se acercó poniéndo una mano sobre mi hombro.

-Se como la amas, lo se perfectamente, también se el cambio que distes por ella. Voy a encontrarla, te lo prometo Keinan, pero esta de tu parte arreglar las cosas, fuistes un idiota acostándote con Melisa, al menos no la hubieras embarazado y nadie se hubiera enterado. -dijo mi amigo dando una palmada en mi hombro.

"Jay tenía toda la razón, lamentablemente así era".

Paso un mes.......

-Ya estás en el cuarto, no tienes tantos vendajes, estás estable mi amor, solo falta que tus piernas empiecen a responder -dijo Melisa.

Mire a Jay quien estaba bastante serio. Me sentía tan aborrecido de aquella vida, no sabia absolutamente nada de mi hijo ni de Daiana, mi amigo la había buscado sin ningun resultado. Criss no había vuelto y no era para menos, verla a ella era como ver a Daiana. A Melisa se le notaba su embarazo y estaba cada día más feliz, triunfante sobre mi sufrimiento.

Pensaba todo el tiempo en Daiana, tenía el mismo tiempo que Melisa, las había embarazado a las dos al mismo tiempo, se me hizo un nudo en la garganta.

-Estas bien? -dijo Melisa acercándose.

-Que vas a hacer? -dije malhumorado.

-Voy a rasurarte, mírate -dijo dándome un espejo.

La verdad llevaba tiempo sin mirarme en uno, parecía un pordiosero, sabía que era guapo, pero el aspecto de aquella mañana ensombrecia mis facciones. Estaba barbudo, desaliñado, decaído, me había crecido bastante el cabello pero sin forma alguna. Melisa se encargaba siempre de mi aseo personal, pero yo no había dejado que lo volviera hacer. En eso Jay me ayudaba bastante y otra enfermera me daba los baños.

-Vas a dejar que te razure o no? -dijo molesta.

-Hazlo y vete -dije malhumorado.

Me miraba tan detenidamente mientras lo hacía que me empezé a sentir incómodo.

Me miraba tan detenidamente mientras lo hacía que me empezé a sentir incómodo

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-No tardes tanto -dije impaciente

-No te muevas si no quieres que tu linda cara sufra las consecuencias.

Mire a Jay quien hacia un gesto de disgusto, cerré los ojos y pensé en Daiana.

-Quieres dejarte crecer tu cabello o quieres que lo corte un poco? -dijo sin apartar su vista.

-Quieres dejarte crecer tu cabello o quieres que lo corte un poco? -dijo sin apartar su vista

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-No Melisa, déjalo así. -dije sin deseos de nada.

-Lo que digas entonces -dijo levantándose hacia la salida del cuarto.

-Esa mujer ve por tus ojos Keinan -dijo preocupado Jay.

-Yo veo por los de Daiana amigo, si no logro arreglar las cosas voy a volverme loco. Siento que me estoy enfermando Jay -dije con tristeza.

-Voy a buscarla hoy otra vez -dijo mirándome.

Me sentía tan decaído que no me quedaban palabras. Cerré los ojos sintiendo que me dormia.

AMARTE DUELE (PARTE 2 SECUESTRADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora