Viviendo en el paraíso

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Bella pov.

Al día siguiente...

Abrí mis ojos, sentí un peso en mi estómago sabia que era la mano de Edward que aún estaba dormido ya que sentía como respiraba acompasadamente sobre mi nuca.

Me giré para quedar frente a él tenía el ceño fruncido y su labios entre abiertos ¿podria haber un ser más perfecto?

No creo que no lo había.

Acaricie su mejilla, su frente la cual se arrugó ante mi contacto.

Reí...

Escondió la cabeza en mi pecho y se volvió a quedar dormido pero esta vez con una sonrisa idiota.

-Edward...- lo moví un poco-. -Edward...

Susurró algo que no entendí sobre mi pecho que hizo que me provocará cosquillas... Solté unas risitas.

-Vamos amor es hora de despertar-susurre.

-No quiero.

-Vamos tenemos que explorar Roma -acaricie su cabello.

-Quedemonos en la cama y exploremos nuestros cuerpos -dijo acariciando mi cintura.

Reí.

-Suena bien pero tenemos otros días para eso.

Levanto la cabeza.

-Bella, amor la luna de miel es para estar en la cama y sólo levantarnos para ir al baño y comer... ¿si? Se suponía que haríamos el amor -hizo un Puchero.

-Edward no seas infantil, vamos quiero conocer Roma quien dice que no te puedo cambiar por un italiano.

Frunció el ceño.

-Ahora menos salimos.

-Prometo recompensarte.

-Y porque mejor no lo haces ahora -se coloco sobre mi.

-Edward!!

-¿Que? -dijo inocentemente.

-Recuerda que no le puedes negar nada a una mujer embarazada.

-No te lo estoy negando sólo quiero que hagamos algo que disfrutemos los dos.

Sentí su miembro duro sobre mi abdomen.

-¿Por qué no puedo negarme a ti? 

-Porque soy sexy... -sonrió arrogante. 

Puse los ojos en blanco. 

Lo empuje para que quedara sobre su espalda y me levante de la cama. 

-¿A dónde vas? -pregunta mientras se ponía de pie mostrando su desnudes. 

-Voy a darme una ducha... SOLA -dije recalcando la última palabra. 

-No creo eso -dijo se acercó a mí con es sonrisa ladina que solo el tiene... 

Entre rápidamente al baño pero no alcance a cerrar la puerta... pues su mano se intrepuso. 

-Edward... 

-Crees que iba a dejar que te ducharas sin mí? -pregunto casi ofendido. 

-Sí. 

-Ah sí -me cargo como un saco de papas y me metió a la ducha-. No lo creo amor mío. 

Abrió el agua de la ducha y nos coloco bajo el chorro de agua caliente. 

Comenzó a besarme el hombro, dejando suaves besos que me hacían pequeñas cosquillas. 

Una vida llena de recuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora