Kristen's POV
¿Has sentido esa sensación de ser de mala suerte? Que eres como un amuleto de peligro, nadie se puede acercar a ti por el simple hecho de que sale lastimado...y no emocionalmente o por que tú te lo estés planeando, te sale natural.
Muchas veces las personas se alejan de otras porque éstas lo dañaron mentalmente o simplemente le traen peligro—ya sea la situación de la persona con la que te juntes. Si es un narcotraficante, dudo que todo el tiempo se viva en paz—, pero ¿por causas naturales? ¿Que la gente que se junta contigo se muera por causas naturales? ¿Por una enfermedad o por los electrodomésticos que utiliza? ¿Porque su medio de transporte no quiso funcionar como se debe? Están las personas tóxicas que te dañan intencionalmente, y están, las que yo denomino, mala suerte.
He vivido muchas muertes de amigos muy cercanos, de esos amigos que te pueden llegar a marcar el alma, los he visto morir uno por uno. Siempre fuimos un grupo de veinte amigos, todos muy unidos con todos. ¿Cómo te imaginas que de veinte, sólo queden tres? Matthew, Kyra y yo. Los cuido como si fueran porcelana, me da miedo perderles.
Que no se acerque mucho a ti, recuerda que somos de mala suerte, Kris. Recuerdo que Kyra me dijo una vez. Y me lo dijo cuando estaba en casa de Aiden
Muchos dirán que no tengo corazón, que soy tan fría como roca, que no tengo sentimientos, sólo porque jodidamente, estoy feliz y me siento afortunada de lo que pasó. Me vivido muertes, y que sólo hayan tenido un accidente y que sé que va a despertar dentro de unas horas, me inunda la felicidad. Porque sé que no los voy a ver dentro de una ataúd, los voy a poder ver de pie, ahí caminando.
Lo voy a ver caminando, confundiendo mis sentimientos. Ese chico que me hace confundir en qué siento por Liam; ese chico que me hace sentir en casa; ese chico que puedo caracterizar como la única razón para quedarme en California. Ese chico del que aún espero noticias, porque sé que va a vivir, porque sé que no lo quiero perder.
—Toma, necesitas comer algo —Liam me pasa un pequeño vaso de poliestireno con Milo en contenido y unas pequeñas bolsitas con azúcar y una pajita, me pasa también unas galletas, que no me fijo de qué son—. ¿Alguna noticia? —asentí.
Corre las sillas continuas que utilizan en las salas de espera y se sienta a mi lado, en el suelo. Una enfermera pasa y niega con la cabeza cuando ve a Liam sentarse en el suelo. Ya han pasado cuatro enfermeras a decirme que no me puedo hacer ahí, que en cualquier momento el doctro puede abrir la puerta y así darme un portazo doloroso. No les hice caso. A esta altura, no siento dolor físico.
—James ya despertó, muy asustado, entonces lo volvieron a dormir —le doy un sorbo al Milo—. El corazón de Aiden paró —Liam abre los ojos como platos. Siento el Milo quemar en mi esófago.
—E-es imposible —su rostro se vuelve pálido—, yo le tomé el pulso mientras llegaba la ambulancia, se encontraba inconsciente, no muer...
—Cállate —coloqué mi dedo en sus labios—, no está muerto. Entraron a reanimarlo. Sabes como es Aiden, sólo quiso llamar la atención—dije con voz firme, necesitaba convencerme a mí misma—. Él...—mi voz se quebró—, él va a estar bien.
Minutos después, llegó Ethan, el padre de Aiden, que nos agradeció haber faltado a clases por su hijo. Brad, Logan, Jess y Dyl, llegaron al tiempo que Ethan. A todo respondía con un asentimiento de cabeza o, a veces, cuando era necesario, negaba. No hablaba, sólo tomaba mi Milo. Tiempo más tarde, llegó la madre de Aiden, Katrina, diciendo que Jared llegaría en cualquier momento. No me interesó, mi progenitor no importaba, importaba Aiden.
(...)
Hace mucho tiempo, yo fui depresiva. No me hacía daño, no me cortaba las muñecas para sentir el dolor físico, sólo tuve las ganas de quitarme la vida de distintas formas. Por eso jamás me dejaban sola, ni mucho menos me dejaban desocupada. No podía quedarme sola con mis pensamientos, decía el psicólogo, debía estar escuchando música, por lo menos.
La pensadera es un suicidio, Kristen.
Yo misma me ayudaba, siempre me mantuve ocupada. En las noches eran muy difícil, mis pensamientos me torturaban a la hora de dormir, así que siempre escuchaba música hasta quedarme dormida o simplemente, dormía con ojos miel, él era mi oso peluche.
Mordí la galleta con chispas de chocolate, mientras mis pensamientos me atormentaban de diferentes formas, tanto que llegué a pensar en lo tentador que sería tirarme por el gran ventanal al final de este pasillo. Era estúpido tener un ventanal en un hospital al final del pasillo, donde se ve el sol ocultándose, a la vez que se lleva vidas con él. Era...deprimente. Esto parecía un velorio, pero yo tampoco hacía algo para prender el ambiente tan lúgubre en el que nos encontrábamos.
—¿En qué piensas? —preguntó Liam. Le di otro mordisco a la galleta.
—En lo tentador que sería tirarme por ese ventanal y después sentir el pavimento mientras mi cuerpo explota por dentro —reí con debilidad.
—Bonitos pensamientos —dijo con sarcasmo—. Mente depresiva —le dio un toque a la punta de mi nariz.
—Mis pensamientos me atormentan.
—¿Les dejarás ganar la batalla?
—No —sonreí como psicópata—, voy a seguir viviendo y los voy a joder.
(...)
—Chicos, vayan a casa, sus padres deben estar preocupados —dijo Katrina, la madre de Aiden.
—Nuestros padres saben donde estamos —habló Brad por todos—. Nos vamos a quedar, Aiden y James son nuestros amigos.
—¿Michelle sabe que estás aquí? —preguntó Jared y todos fijaron su atención en mí.
Me limité a asentir.
(...)
Estaba anocheciendo. Casi grito de alivio cuando dijeron que Aiden estaba bien y que pronto despertaría para verlo. Mi estado de ánimo cambio por el completo y me puse inmediatamente de pie cuando dijeron que podíamos entrar a verlo.
—Quiero entrar primero —pedí. A mis amigos no les molestó en absoluto.
—Adelante —permitió Ethan y quise gritar de alegría.
—¿Qué? No —negó con la cabeza frenéticamente, la madre de Aiden. Ethan rodó los ojos pareciendo cansado y asintió en mi dirección, le sonreí de vuelta.
Entré y cerré la puerta tras de mí escuchando los quejidos de Katrina. Mire a Aiden y vi que tenía un ojo abierto, examinando los aparatos al lado de la camilla y los cables raros que estaban pegados a su cuerpo.
—Jo —me miró y sonrió—. Entonces no fue un sueño.
Sonreí como nunca y me acerqué a la camilla.
—Eres un idiota —mis ojos se llenaron de lágrimas.
—Soy tu idiota.
Ver sus ojos y su sonrisa, me hicieron aceptar algo que no quería, y lo reconozco, dejando mi orgullo de lado:
—Eres mi idiota —tomé su mano y entrelacé nuestros dedos—, eres el idiota al que quiero; eres el idiota al que le cogí cariño.
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Ella Es Diferente
Teen FictionElla se cree de mala suerte. Piensa que si alguien se le acerca lo va a destruir, lo va a matar. Se pregunta todos los días por qué le pasa lo que le pasa; se pregunta por qué su vida es así. ¿Por qué de tanta gente sólo quedaron tres? No es ig...