Kristen's POV
—¿Qué tiene Aiden? —frunzo el ceño.
—¿Qué quieres decir? —tomo mi celular y miro que tengo treinta llamadas perdidas: Matt, Ky, Jake y de mi familia. Necesito volver a Washingnton ya.
—Hace un momento le hablaste seco a Liam y a Aiden; Aiden llegó y te habló y tú le respondiste como si nada hubiese pasado —volteo a mirarle y veo una media sonrisa en su rostro, llena de burla.
Reflexiono un segundo y encuentro que Aiden tiene ese efecto en mí.
—Si Liam hubiera hecho lo mismo, tendría el mismo trato que Aiden —digo con una sonrisa, pero mi consciencia me tortura a que lo diga más fuerte para que yo misma me lo crea.
—No pienso discutir contigo, así que diré que tienes razón —paramos en frente de un semáforo en rojo y voltea a miarme—. ¿Qué piensas hacer en las vacaciones? —miro por mi ventana para ver la moto de Liam parar al lado, miro por la ventana de Brad y veo a Aiden parar a ese lado. Si no fueran mi amigo y mi novio, diría que nos van a asaltar.
—Estaba planeando convencerlos a ustedes de ir a Washington y que pasemos juntos las vacaciones —me encojo de hombros—, sería divertido que todos estemos reunidos. Mis amigos de allá son unos maniacos dulces, podemos hacer estallar el mundo todos juntos. Los cuatro juntos somos muy divertidos —sonrío, orgullosa.
—Yo iré para allá, si los convences podemos irnos juntos —una sonrisa se forma en mis labios y asiento repetidas veces.
—Sería fantástico, voy a hablar con todos cuando llegue al instituto.
Aiden's POV
El semáforo pasa a verde y Brad arranca su auto para seguir su trayecto. Miro al otro lado, justo donde está Liam que me mira con los ojos entrecerrados y hace rugir el motor de su motocicleta; hago exactamente lo mismo que él y miro las calles, completamente desoladas, ni un sólo auto ni una persona deambulando por ahí. Echo mi vista al semáforo y lo encuentro de nuevo en rojo. Miro al frente y veo que no viene ningún auto del lado contrario, por lo tanto, podemos hacer una pequeña carrera.
La luz del semáforo pasa a amarillo y se puede escuchar el rugido del motor de nuestras motocicletas. Nos damos una última mirada en la cual nos desafiamos por todo, en el cual él me demuestra todo su rencor acumulado por la forma en la que trato a su novia—que no parece su novia—, y por nuestras adversidades anteriores. Todo se puede llegar a resumir por esta simple carrera. La luz pasa a verde y partimos con toda la velocidad que podemos.
Apretamos el manubrio y nos miramos más el uno al otro, que lo que miramos la carretera. Vamos a mucha velocidad, pasamos los límites. Dejo de mirar a Liam y observo el camino por donde viene un auto a nuestra mismo velocidad, sólo que por nuestra vía, y justo por mi lado.
Inmediatamente, aprieto el freno sintiendo mi corazón desbocado. Los frenos no responden, la moto ha disminuido su velocidad, pero no la suficiente como para librarme de un choque que puede llegar a acabar con mi vida. Todo sucede demasiado rápido, aprieto con todas mis fuerzas los frenos, pero no hacen el mínimo carácter de frenar.
Estoy perdido. Mi vida está perdida. ¡Los malditos frenos no funcionan!
No soy capaz de mirar a Liam, no tengo las fuerzas. Veo el auto venir más rápido, y no se detiene, no se detiene a pesar de que me ve al frente y está por la vía que no debería. Lo único que hago es cerrar los ojos y apretar con fuerza los frenos que sé que no van a responder, sólo me queda esperar el impacto y ver el final del túnel.
¡PUM!
Mi moto siente el impacto de algo y mi cuerpo es tirado hacia adelante, quedando yo encima del manubrio sintiendo un dolor por las llaves del contacto contra mi estómago. Abro un ojo y puedo ver manchas negras, seguro es mareo, vuelvo a cerrarlo y tomo aire, esta vez abro los dos para encontrarme con una cabellera rubia recostado sobre el manubrio y un poco de sangre a los lados, el auto está contra una moto, pero me fijo que no es la mía y recupero el aliento al ver que no estoy muerto.
—¡Aiden! —giré un poco mi cabeza y encontré a Liam corriendo hasta donde estaba yo. Intenté mover mi brazo pero sentí un leve dolor—Oh, por Dios —Liam llevó las manos a su cabeza y fue justo donde estaba el auto, por la puerta del piloto—. Maldición. Está muerto.
—¿Qué? —mi voz salió ronca, casi inaudible.
Liam hizo caso omiso de mi ¿Qué? y se dirigió a la moto que estaba en frente de mí. Colocó sus dedos en el cuello del que veo que es un hombre de cabello rubio que se me hace muy conocido, cosa que hace que me alerte e intente mover mi cuerpo pero éste no reacciona y mucho menos acata las órdenes de mi cerebro.
—Sigue vivo, pero inconsciente —Liam suelta un suspiro y esta vez, se ocupa de mí—. Bueno, si me sigues con la mirada supongo que estás vivo. ¿Estás bien?
Quise decirlo lo idiota que era al hacerme preguntas tan ilógicas, pero sólo intentar abrir mi boca, me hacía cerrar los ojos del dolor que sentía.
—Duele —siseé.
—Llamaré a una ambulancia y a tus padres...—el resto de sus palabras no las escuché, todo se estaba volviendo silencioso. El ambiente era lúgubre y pude pensar en Kris, en el bonito regalo que le pude haber dado y espero poder dárselo—Aiden, mírame. Maldita sea, ¡quédate conmigo, Aiden!
Comencé a perder visión, el rostro de Liam se estaba volviendo borroso, censurado. Estaba luchando por seguir teniendo mi visión más aguda, pero era imposible, no tenía fuerzas.
—Kristen...—mi voz sonaba irreconocible a mis propios oídos, parecía que estuviese agonizando.
—Sí. Sí, sí, sí, llamaré a Kris, ¿está bien? Ella vendrá y tomará tu mano, hoy y más días porque hoy no te vas a ir de aquí, Aiden. Necesito a alguien para asesinar con la mirada, hermano.
Todo se volvió negro, dejé de escuchar a Liam y de estar conectado con todo el mundo. No sentía que estaba muriendo, sólo sentí que necesitaba una pequeña siesta, dormir sólo un rato para después despertarme y preguntarle a Liam por qué me había llamado así; ese modo que no deja que duerma un rato; esa palabra que hace años no nos decimos.
Hermano...hace mucho no me llamaba así.
ESTÁS LEYENDO
Ella Es Diferente
Novela JuvenilElla se cree de mala suerte. Piensa que si alguien se le acerca lo va a destruir, lo va a matar. Se pregunta todos los días por qué le pasa lo que le pasa; se pregunta por qué su vida es así. ¿Por qué de tanta gente sólo quedaron tres? No es ig...