50. No tengo corazón para vivir.

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Kristen's POV

Mi cuerpo se encontraba despierto, pero mi pequeño subconsciente aún quería dormir, a pesar de que ya estaba despertando. Mi olfato sentía el olor de los guantes de látex, el olor a pastillas, también el del suero y, lo peor de todo, se olía la tristeza e impotencia, era el olor que siempre sentí estando en un hospital; lo conocía tan bien, era el mismo olor que llegó a mi sentido del olfato hace dos años cuando murió Austin.

Moví un poco mis dedos y sentí un aparato con un pequeño botón en medio de éste. Por un impulso moví mi brazo hacia arriba chocando con una baranda, todos mis sentidos se despertaron cuando sentí lo que parecía una aguja, clavarse ,más de lo que debe, en mi vena. Abrí mis ojos un poco desorbitada; hay una habitación y estoy en ella, al lado hay un pequeño aparato que se encuentra registrando el pulso de mi corazón, también hay una bolsita con suero que está colgando y que conecta con mi brazo, con la aguja extremadamente clavada a mi vena. Con mi otro brazo, mordiendo mi lengua para no gritar, tomé la cabeza de la aguja y la saqué de mi cuerpo, me sorprendió ver dos de mis dedos vendados y con palillos de helado bajo ellos.

Estoy en un hospital, no es la primera vez que estoy en uno, pero si la segunda vez que aparezco aquí sin voluntad propia.

Tome aire y cerré los ojos, me senté en la camilla un poco mareada y noté uno de mis pies con una venda, sentía un pequeño peso sobre éste. Miré por toda la habitación, hay chaquetas sobre una silla pero la habitación está en completo silencio y con las luces apagadas. Con la ayuda de mis manos y de mi pie ileso, me paré de la camilla con esa estúpida bata a mi alrededor. Mi corto cabello crespo caía a mis lados y cubría un poco mi cara, sentía dolor en una de mis muñecas pero decidí no ponerle atención. Miré las bolsas que había en el suelo, donde estaba ropa nueva: una falda, una camiseta y un solo zapato, lo dejé todo donde estaba y miré la otra bolsa, ésta contenía ropa sucia, y era mía, la blusa está rasgada por la parte del estómago, unas de mis botas estaban un poco dobladas y mi Jean estaba rasgado, todo estaba totalmente cubierta de tierra y una que otra piedrita se asomaba.

Automáticamente, miré mi cuerpo. En mi estómago había una venda que se encargaba de cubrirlo, mis manos estaba llenas de rasguños y mis antebrazos tenían un moretón gigante, mis rodillas estaban aporreadas y mis piernas también tenían moretones. Me apresuré a buscar mi móvil, estaba hecho pedazos, no obstante, miré mi reflejo: parecía una calavera, los parches morados debajo de mis ojos, mis labios rotos e incoloros, y pequeños rasguños por los lados. Una pequeña corriente de aire me hizo estremecer y soltar mi celular para que se hiciera más añicos.

Aiden.

El accidente vino a mi mente en cuestión de segundos, la vaca en mistad de nuestra vía, los frenos no funcionaron, Aiden se pasó al otro carril, el auto...el choque, el cuerpo de Aiden volando y cayendo al suelo, yo caí...no sentí dolor. Aiden no se movía. Perdí el conocimiento y aquí estamos.

No...esto no me puede estar pasando.

Mis ojos se llenaron de lágrimas e intenté correr, la corriente de dolor cuando toqué el suelo me hizo flaquear, tengo un pie roto o eso creo. Con paciencia y las lágrimas corriendo por mis mejillas, comencé a saltar en un pie y abrí la puerta, asomé mi cabeza, no hay nadie, así que salí. Con la pared como mi soporte, avancé intentando ver por los cuartos, en ninguno estaba Aiden. Tragándome mis ganas de gritar su nombre, continué. Cada vez que avanzaba sentía mi corazón irse más a la basura, sentía como se rompía cada vez más. 

Cuando vi a una enfermera, me introduje sin pensarlo en un cuarto, el cual estaba vacío. Sentir la voz de mis amigos me hizo sentir genial y alegre, pero escuchar lo que decían me hizo pedazos:

—Jake, tranquilízate, todo va a estar bien. Siempre vamos a estar bien —la voz de Matt se escuchaba apagada, escuchaba los sollozos de Kyra y la voz temblorosa de Jake.

—Kris me va a odiar por el resto de su vida —su voz se quebró—. Soy el peor ser humano existente. Debí haberle dicho que no se la prestaba, debí haberle dicho que sólo la había limpiado, debía haberle dicho que jamás revisé cómo estaba la motocicleta por dentro, debí haberle dicho que no sabía que los frenos estuvieran bien...Maté a mi hermano y maté a Aiden.

Mi corazón se volvió pequeño y dejó de bombear sangre. Dejé de escuchar la voz de Matt diciéndole que debía tranquilizarse y sólo me concentré en escuchar mi respiración temblorosa, en como mi corazón se caía. No podía con esto.

Cuando vi que ya se habían ido, salí de mi pequeño escondite. Con la mirada gacha, volví a mi habitación, tomé la ropa nueva y me vestí, volví a salir sintiendo la soledad como mi única amiga, no sentía la presencia de Austin por ningún lado. Viendo unas muletas al lado de un cuarto, las tomé y continué mi camino más sencillo. Seguí caminando sin rumbo alguno, sólo una figura llamó mi atención: Brad, el amigo que conocí en California, el chico con el que me llevaba un poco mal al principio, el chico que e hizo querer, se encontraba hablando por su celular, al final entró en un cuarto con la compañía de Ethan, el padre de Aiden. Los seguí con sigilo. 

Me hice en las puertas de la habitación y las abrí un poco. Jared, mi padre, estaba en compañía de la madre de Aiden y Brad acompañaba a Ethan. La madre de Aiden tenía los ojos vidriosos y las manos en la boca, Jared cargaba a un pequeño bebé con los ojos puestos en la mesa de metal que tenía un cuerpo cubierto por una sábana, arriba de ella. Con mi corazón hecho un puño, esperé a que el doctor dejara al descubierto el cuerpo.

—¡No! —gritó la madre de Aiden y cayó al suelo. Ethan, lentamente se acercó y tocó las mejillas incoloras de Aiden.

—Mi pequeño —las lágrima invadieron sus ojos y lloró sobre el cuerpo de su hijo.

Yo, sin saber qué hacer, dejé de mirar el cuerpo de Aiden, totalmente masacrado por el accidente. Miré por un momento a Brad que conectó su mirada conmigo y me fui lo más rápido que las muletas me lo permitían.

(...)

Cerré la puerta que daba a la azotea del hospital. Tiré las muletas tan lejos como me daba mi débil fuerza, tomé mi cabello y me lo jalé hasta sentir varios mechones enredados en mis dedos.

—¡AHHHH! —grité sintiendo el dolor en mi corazón tan profundo.

Pisé con muchas ganas el suelo con mi pie roto, dispuesta a correr para lanzarme de la azotea y caer en el pavimento, lastimosamente caí de inmediato al suelo. No dolió, comencé a llorar y a gritar con todo lo que daban mis pulmones. No aguantaba más, morir parecía la única forma de salida que encontraba. 

Miré el cielo, totalmente oscuro y estrellado, miré la luna, ésta ya no me sonreía. 

—¡¿POR QUÉ?! —grité—. ¡¿POR QUÉ DE TANTAS PERSONAS EN EL MUNDO ME ELIGES A MÍ?! ¡¿YO QUÉ TE HICE?! 

Lloré y lloré como nunca había hecho. Paré. No tenía a quién odiar, sólo podía odiar a la ¿vida? ¡Sí! La odio porque me ha quitado a las dos personas que más he amado en este mundo, porque me ha mostrado cómo mueren, pero no ha querido matarme a mí también.

—¡Kris! —Brad no tardó en llegar hasta mí y envolverme en sus brazos—. Todo está bien...lo va a estar. 

Entre sus brazos no sentía nada, no eran los brazos de mi chico. Sentía como la era del hielo comenzaba a dar en mi corazón, con un mínimo viento, sentí como se caía, no quedaban pedazos, esto era todo. Estaba dispuesta a que me pasara un camión y liquidara mi existencia, ya no habían motivos, ya no había nada...

Cuando Austin murió, sólo obtuve medio corazón para seguir viviendo. Cuando Aiden murió, se llevó la mitad que necesitaba yo para sobrevivir...Ahora...¿Ahora? No tengo corazón para vivir.


Perdón la demora!!

Esto se acabó, en segundos subo el epílogo.

Ella Es DiferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora