46. ¡Austin!

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Kristen's POV

—Ese es el plan —asentí. Sonrió y arrugó la nariz—. No sabes cuanto te agradezco esto Kris, no quiero que mi hermano esté perdido.

—Sabes que mientras esté conmigo va estar bien. Los dos hemos salido juntos de todo. Lo cuido como si fuera mi hermano —sonreí con todos mis dientes.

—Es que eres nuestra hermana, de otra madre pero lo eres —los dos sonreímos y miramos el bosque, recostados contra la piedra que teníamos atrás—. No había pensado en algo, no puedes dejar a Aiden.

Cerré los ojos con mucha fuerza y suspiré cansada.

—Lo voy a convencer de que venga conmigo, lo puedo ayudar a estudiar y sus padres le darán el permiso. No puedo negociar el futuro de tu hermano y el mío.

—No pienso dejar que termines esa relación. El chico te quiere y tú lo quieres a él. Mi hermano se puede cuidar solo, además Matt dijo que también haría lo posible por ir... Las universidades aquí no son malas, Matt puede irse con mi hermano y tú te puedes quedar con Aiden.

—No —dije y lo miré, sus ojos cafés llenos de compasión—. Amo a Aiden, eso no lo puedo negar, pero necesito salir de aquí. Me estoy volviendo loca en Estados Unidos, mi familia está de acuerdo con la decisión. Todo está calculado.

—¿Y Aiden está de acuerdo con esa decisión? —mi silencio fue su única respuesta. Agaché mi cabeza y pasé mis manos por el césped, arranqué una pequeña flor y de inmediato tuve una idea.

—¿Te acuerdas de esto? —volteó a mirar la flor y una sonrisa traviesa se instaló en sus labios.

—Es imposible no recordarlo. Por una flor empezó esto —con su dedo me señaló y se señaló a sí mismo—. Tiene cinco pétalos. Comienza.

—Le digo, no le digo, le digo, no le digo, le —me detuve en seco y lo fulminé con la mirada. Su risa inundó el lugar—...le digo —dije por fin. Asintió y se levantó del suelo, imité su acción y sacudí mi chaqueta.

—Recuerda que solo quiero tu felicidad, y él te hace muy feliz.

—Me voy a volver loca aquí. Los ataques de ira están volviendo, Austin, y esta vez no te tengo a ti para detenerme. 

—Lo tienes a él —replicó.

—No imagino lo que puedo hacer si pierdo el control, casi te corto el cuello cuando teníamos catorce años. ¡Sólo tenía catorce!, ¿te imaginas qué puedo llegar a hacer con diecisiete? No quiero lastimar a Aiden, no me lo perdonaría —tapé mi cara con mis manos y negué con la cabeza.

 —Kris —tomó mis hombros—, tú eres muy fuerte. No le vas a hacer ningún daño, porque él ha tenido más control sobre ti, del que yo pude tener. Él te entiende, te calma. Recuerda que yo ya no estoy, recuerda que ahora hay otro chico que te quiere igual o más que yo. Quiero que te grabes su rostro, y vas a hacer algo: hoy irás afuera de tu casa, al lugar al que íbamos cuando éramos niños y lo llevarás a ver las estrellas. Dile lo de la beca y lo de Londres, dile tus planes. Te juro que él va a hacer lo imposible por ser parte de tus planes.

—¿Cómo estás tan seguro?

—Porque si no lo hace, yo personalmente le iré a jalar los pies cuando esté dormido —una sonrisa se dibujó en mi rostro y lo abracé con todas mis fuerzas—. Es hora de que vallas, el sol se está escondiendo. Deben estar preocupados por ti.

—Te quiero mucho mi Chico de Ojos Miel —sentí su beso en mi frente.

—No te vayas a olvidar de mí, eh —dijo en cuanto comencé a alejarme.

—¡Eso nunca! —grité de vuelta.

Corrí hasta la pequeña casita que había en el medio de todo el cementerio. Crucé todo el camino de piedra y llegué hasta la salida, antes de cruzar el pequeño arco, giré en mis talones y ahí estaba: recostado contra la lápida y alzando su mano en forma de saludo con esa dulce sonrisa en sus labios, todo el sol dándole en su rostro y cuerpo, traspasándolo. Alcé mi mano en saludo y giré de nuevo, dispuesta a irme. 

Una ventisca me hizo estremecer y detenerme para colocarme mi chaqueta. Por instinto, retrocedí unos cuantos pasos hasta volver al arco, giré y ya no había nada. El sol se había escondido por el occidente, dándole paso a la noche, totalmente estrellada y con una hermosa luna. Visualicé su lápida...Ya no estaba. 

Y, como siempre, me llené los pulmones de aire y me dirigí al estacionamiento por mi auto, sin embargo, con tranquilidad en mi corazón, porque, a pesar de todo, lo sentía atrás mío como mi ángel guardián.

(...)

Aiden's POV

Seguí de un lado a otro en la sala de la casa de Kris, sus abuelos, Charly, Jeremy y Michelle se habían ido por los dos pequeños de Charly, Franky se encontraba en su habitación hablando con su novia por el móvil. Kyra estaba escuchando música mientras miraba las redes sociales en su celular, Matt leía un libro que le tapaba su cara y Jake se encontraba haciendo una maqueta para su clase de biología, yo, por otro lado, me la paseaba por la sala y miraba a cada hora el reloj. Kris salió de la casa hace dos horas y no ha dado señales de dónde está, me tiene bastante preocupado.

Matt bajó su libro dejando ver su cara de desdicha.

—Deja de ir de un lado para el otro Aiden, es irritante. En serio —lo miré por unos segundos e hice caso omiso de él, continué caminando por toda la sala, revisando mi móvil por si había alguna llamada—. Te sientas o te siento.

—Intente —lo reté, algo de lo que me arrepentí al verlo pararse de su asiento y avanzar hasta mí. De un momento a otro, y con mucha agilidad, me tomó las muñecas y las juntó, me arrastró hasta un sillón y me sentó en él con fuerza.

—Jake, sostenlo, voy por la cinta —el chico obedeció y, aunque me cueste admitirlo, tenía mucha más fuerza que yo, me sostuvo de los brazos y me hizo agachar la cabeza. Matt llegó y me rodeó de cinta las manos—. Por si se te ocurre hablar o morderte las uñas —por último, me colocó un pedazo de cinta en mi boca—. Perfecto —sonrió para sí y volvió a su asiento con su libro.

Hice sonidos e intenté patear a Matt con mis pies, pero no alcanzaba. Refunfuñé y fulminé miles de veces a Matt, no me puso el mínimo cuidado.

A los cuarenta y cinco minutos, comencé a quedarme dormido en el lugar en el que estaba, sólo el sonido de la puerta me hizo activar todos mis sentidos y mirar hacia ésta. Kris apareció por el umbral de la puerta y frunció el ceño la verme, con mi cabeza le señalé a Matt, entornó sus ojos hacia él.

—¡Matthew! —Matt volvió su cabeza y le sonrió a Kris, ella le devolvió la sonrisa llena de ironía.

—Hola, Kristi, ¿cómo te fue? —sonrió con inocencia y ternura, ganándose mi mirada de muerte.

—Dame una explicación justificada para no querer hacerte un corte —Kris se agachó hasta donde mí, sacó su navaja y cortó la cinta de mis manos y pies, y con delicadeza, arrancó la de mi boca.

—El imbécil iba de un lado para el otro. Eso me agobia e irrita.

—Tú eres el imbécil que me amarró con cinta —lo señalé.

—Tú me retaste.

—Y tú me diste una orden.

—La idea era que la cumplieras.

—No eres mi padre para decirme qué hacer.

—¡Basta! —Matt quedó con la palabra en la boca y me fulminó con la mirada, tomó su libro y se fue hasta donde estaba Jake—. Vamos —Kris tomó mi mano se dirigió a la puerta de su casa.

—¿A dónde? —fruncí el ceño y me dejé arrastrar.

—A un lugar muy bonito —dijo como niña pequeña. Reí.

—¿Dónde estuviste en la tarde? Me tenías preocupado —entrelacé mi mano con la de ella y continuamos caminando.

—En el centro comercial con una vieja amiga —contestó.


Ella Es DiferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora