6. Jessica Cox

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Kristen's POV

La clase de álgebra transcurrió normal después de ver como ese chico, de quién aún no me sé el nombre, pasó su mayor vergüenza frente a toda la clase y todo gracias a mí. Creo que con eso le bastará para saber que sus "trucos seductores" no funcionan conmigo.

Había sonado la campana avisándonos el cambio de clase. Recogí mi mochila del suelo y salí del salón de clase. Saqué mi horario y miré que clase me tocaba. Biología avanzada, leí. Suspiré cansada y me encaminé a buscar mi casillero, el cual aun no encuentro después de tanto tiempo buscándolo.

Empecé a caminar con el horario en la mano y mirando hacía los dos lados, izquierda y derecha. Había gran cantidad de alumnos aun afuera...

¿Dónde está ese maldito casillero? Pensé. Mi número de casillero es el 65, no podría ser tan duro encontrar ese número tan pequeño.

En el momento que pasaba mi vista hacía la izquierda, sentí un breve empujón.

—Lo siento —contesté. Volteé mi mirada para saber quién chocó conmigo, vi a un chico de chaqueta negra con el ceño fruncido mientras me miraba. Tenía unos ojos casi del mismo color que los míos, casi negros. Me miró por unos segundos que sentí eternos y volvió su mirada al frente siguiendo su camino anterior. Volví mi mirada al frente con el ceño fruncido y negué con la cabeza—. Los chicos de aquí son raros —murmuré para mí. Seguí con la vista a los lados, aún buscando mi casillero—, o tal vez, yo soy la ra...

Mis palabras quedaron en el aire al sentir el golpe de algo sólido contra mí. Mi trasero cayó contra el sólido suelo que me recibió con una enorme sonrisa. Todo parecía en cámara lenta: miles de cosas, aparte de mi cuerpo y el de la otra persona, cayendo directo al suelo. Sobé mi cabeza, ya que ésta también sufrió cuando impactó con la otra cabeza. Abrí los ojos acostumbrándome nuevamente a la luz y comencé a sentir un fuerte dolor de cabeza que me hizo cerrar los ojos con fuerza.

Oh Dios, ¡Esto está peor que cuando me pegaron un balonazo cuando tenia once años!

Fijé mi vista al frente, abriendo mis ojos con una mueca de dolor, pasé mi vista a una chica que se encontraba recogiendo las cosas que habían tiradas en el suelo, supuse que con ella choqué.

¡Que lástima! ¡Yo que pensaba que era el chico que me tiraba los libros e iniciábamos una historia de amor!

Esto no es una película, chiquita.

Déjame con mis fantasías, no te metas.

Me arrodillé junto a ella, ella lo notó ya que su mirada bajó al suelo, rápidamente comencé a ayudarla. Me pareció extraño.

—Discúlpame, tenía la vista a los lados y creo que no te vi —sonreí y la miré esperando una respuesta, pero no, solo absoluto silencio. Fruncí el ceño y cogí las hojas que estaban tiradas en el suelo. Se las ofrecí, ella las miró pero no me miró a mí. Parecía tener un debate con ella misma de si cogerlas o solo salir huyendo de mí.

¡Ni que fuera tan horrible!

—Gra... Gracias.

¡Sí habla maldición! ¡Y yo ya pensando que era muda!

Justo cuando iba a tomar las hojas aparté mi mano de su lugar logrando captar la mirada de ella llegar a mis ojos. Era una chica de cabello rubio ligeramente lacio recogido en una coleta, un color de piel blanca pero no tanto como la mía y pude ver sus ojos verdes con unas chispitas cafés... Sus ojos me recordaban a unas galletas que comía cuando tenía catorce años. Recuerdo cuando Matt las odiaba y yo junto con mi mejor amigo le decíamos espécimen rara, también recuerdo que las dejé de comer después de... Oh rayos.

Ella Es DiferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora