Dolor. Era lo primero que Scarlett había sentido al convertirse por primera vez, lo recordaba y lo sentía como si estuviera en el momento. Sus músculos se contraen y se estiran para darle forma a un Licántropo.
Fue entonces cuando se sentó en la cama exaltada. Había una fina capa de sudor en su rostro y su pecho subía y bajaba por la rápida respiración. Salió del colchón y comenzó a caminar hacía la cocina del departamento en donde estaba.
Su camisón de seda gris, le daba forma a su cuerpo, sus pies se congelaron apenas tener contacto con el frío de los cerámicos y su cabello negro estaba alborotado por la almohada.
Abrió la heladera y sus ojos color mar se fijaron en el jarrón de agua. Lo tomó y se sirvió en un vaso, miró la ventana y la ciudad de Washington D.C estaba iluminada, brillaba por las luces de la ciudad y eso le dio una sensación de paz.
Scarlett vino de un pueblo llamado Homer, Alaska y eso no era nada a comparacion de esto.
Se recibió de policía y de criminologa hace cuatro años atrás. Sólo llevaba seis casos resueltos y apenas arrancaba.
El teléfono sonó, quebrando el silencio y asustando a Scarlett. Ella dejó el vaso arriba de la mesa y se dirigió hacia el sonido. Agarró el aparato y lo apoyó en su oreja.
—Scarlett Ivanoff — dijo con voz de preocupación.
— Habla el oficial Topson, necesitamos que venga mañana a nuestras instalaciones, tenemos un caso para usted.
— Lo veré a las 7:30, no se preocupe oficial.
— Excelente, sabía que contaremos con su apoyo.
Al cortar lo primero que hizo fue mirar la hora, eran las 6:05 a.m. Mayormente los oficiales contactan a las personas a esa hora y a veces son molestos.
Suspiró, puso el reloj y se acostó a dormir. Necesitaba descansar y esperaba que el sueño no la vuelva a atormentar.
Se despertó por la alarma, se dio un relajante baño rápido y se vistió. Iba con un pantalón de oficina negro, unos zapatos negros, una camisa blanca y una chaqueta negra. Agarró su cartera y salió del departamento.
Pasó por una cafetería y comenzó a caminar hacía la oficina policial.
Las calles de Washington eran algo pesadas. El ruido de los motores y los autos eran una molestia si hablabas con alguien, los grupos de personas no eran aptos para claustrofóbicos, las monjas se volverían locas si caminarán en el pleno centro, algunos hombres te metían mano pero no lo suficiente como para gritar que 'te tocaron' y los perros eran cargas bastante molestas.
Llegó a la oficina y se fue a registrar. Un hombre de tez morena con un bigote negro y ojos chocolate la miró. Llevaba un traje azul y su cartel en el bolsillo izquierdo decía Hector Pripings.
—Hola, ¿puedo ayudarle en algo?— Su voz era gruesa.
— Buenos días, soy la oficial Scarlett Ivanoff y recibí una llamada del oficial Topson, quisiera verlo.— Le pasó el documento y la placa.
— Ah, si. Claro oficial, ahora le doy su registro y puede moverse tranquilamente por las instalaciones desde ahora.—El hombre tecleó varias cosas en la computadora y no sacaba la vista de la pantalla. Al terminar, le hizo un pase y le dio para firmar.— Hace dos puertas, a la derecha.
— Gracias.
Se dirigió hacia la oficina.
Toco la puerta y una voz firme le dedicó un 'pase', Scarlett abrió la puerta y se encontró con un hombre rubio de ojos verdes y una barba rasposa, estaba tomando café en una taza que decía "Soy el Jefe" y un cuadro de dos niñas rubias abrazadas.
—Buenos días, Oficial Milias Topson.— Se paró y estrecho la mano con Scarlett.
— Un placer, Oficial Scarlett Ivanoff.
— Tomé asiento.— Ambos se sentaron y Scarlett colocó su cartera marrón entre sus piernas. Con su postura recta, colocó su rodilla derecha arriba de la izquierda y sus manos reposaron en el apoyabrazos.— Bien, tengo que serle honesto oficial. Nosotros hemos buscado criminólogos y la única que es oriunda al lugar es usted.
El rostro de Scarlett se transformó en seriedad, ocultando el oleaje de preocupación que la estaba envolviendo.
— Ayer nos llamaron de Seward, Alaska.— Se paró y agarró una carpeta.— Le dejamos esto en sus manos, ya que usted es de ahí, y quizás tenga conocidos en el lugar, además ya a resuelto seis casos y uno más no le haría mal.
Le entregó la carpeta de tapa roja y Scarlett la abrió. Había imágenes de ropa con sangre, huellas, cuerpos destrozados de niños y mujeres, tirados en el suelo.
— ¿Usted está dispuesta a tomar este caso?
La mirada azulada de Scarlett se cruzó con los lamparones verdes de Topson.
— Dígame cuando tengo que empezar y estaré en la zona lo antes posible.
Estaba decidida a ir, además había dejado muchos ciclos abiertos, vínculos sin terminar y podría ser un buen momento para darle fin a aquella vida, de la cual había escapado.
— Bien, oficial Ivanoff, mañana a las 4:30 a.m saldrá un avión hacía Seward y llegará a las 6:00 p.m con a proximidad. Hay un monoambiente rentado que es solo para la policía y usted se va a hospedar ahí. Aquí tiene la dirección, espero volverla a ver con el caso terminado.
— Si oficial.
Puso la carpeta y la dirección en la cartera, se puso de pie y antes de abrir la puerta, la voz del caballero la detuvo.
— Gracias oficial Ivanoff, nos salvó.
Le regaló una pequeña sonrisa amable, para luego dirigirse a la salida.
Regresó a su departamento, y al llegar su celular sonó, lo sacó del bolsillo izquierdo de la cartera y atendió. Era Peter.
— Peter — dijo sonriendo.
— Hola Scar, ¿Cómo estás?
La voz de Peter era música para sus oídos. Salían hace dos meses atrás y ahora estaban en pareja. No vivían juntos, ya que vivir con una persona normal era algo nuevo para Scarlett y tenía miedo de que Peter conozca su lado oscuro.
—Bien, muy bien ¿y tú?
— Algo mal, desde hace tres días que no te veo. ¿Te parece si vamos a almorzar a Parks?
Parks era un restaurante al aire libre, y tenia un significado especial para ellos.
— A las 12:00 estoy ahí.
— Okey, adiós Scar.
— Adiós Pet.
Cortó. Dejó el celular en el bolso y se sentó a leer la carpeta, acompañada de un suspiro agotador. Tenia miedo y la emoción, la hizo temblar.
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My Weakness
WerewolfLos ojos de Jason sobre su cuerpo, la ponían nerviosa, lo suficiente como para hacerla temblar. Jamás había estado con un hombre así. Si se podía llamar hombre a Jason Marchrest. -Gracias por....salvarme- dijo algo asustada. Jason acomodó un mechón...