Capítulo 40

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Scarlett abrió un poco los ojos y observó todo borroso, lo único que se escuchaba era la voz de una mujer.

—Oficial Johansson, permanezca con nosotros.

Una mano le colocó la máscara respiratoria y veía los focos del techo pasar, supo que estaba avanzando hacia alguna habitación. Sus párpados se iban cerrando y fue entonces cuando perdió el conocimiento.

Abrió los ojos por el ruido de una máquina. Parpadeó algunas veces hasta abrirlos por completo y que estos se adaptarán a la luz.

Miró a su lado derecho y tenía una computadora que le marcaba los latidos. Miró a su lado izquierdo y vio una bolsa con sangre colgada en su camilla.

Se sentó bien y miró por doquier, la habitación blanca estaba vacía y no había nadie, miró su brazo izquierdo y tenía una manguera que le pasaba sangré por las venas, en su pecho tenía dos cables que le tomaban los latidos y estos estaban normales. Llevaba un bigotero que le aportaba oxígeno y no entendía nada.

Agarró el tubo por donde le pasaban sangre y lo arrancó, el tema es que le preocupó cuando vio que le había quedado una mancha roja y está no le había cerrado. Sacó los dos cables de su pecho y la máquina lo tomó como un paro cardíaco. Llevó sus manos a su rostro y se sacó el bigotero, pudo respirar bien, con un poco de dificultad pero bien.

Abrió la sábana y pudo ver que tenía moretones y cortés, aunque se sorprendió porque se supone que deberían haberse curado porque era una licántropo. Pero no fue así.

Se bajó de la camilla y cuando estaba apunto de mantenerse a pie, cayó al suelo, haciendo que retumbe todo. Se agarró de la máquina que leía los latidos y se paró, se dirigió hasta el baño agarrándose de las cosas.

Al llegar, cerró la puerta y se sostuvo del lavamanos mirándose al espejo. Notaba algo extraño en ella, pero no sabía que era.

Al salir se encontró con una doctora de tez negra y cabello negro, junto a una enfermera pelirroja de ojos marrones.

—Oficial, ¿qué hace ahí?— Preguntó seria la doctora. La enfermera la agarró del brazo y la ayudó a caminar.

Al llevarla a la camilla, le volvió a conectar todo y Scarlett se sintió incómoda. Detestaba la gran cantidad de cables sobre ella.—¿ Cómo se siente?

—Bien. Muy bien, ¿sabe cómo terminé aquí?— La doctora se sentó en la camilla y la enfermera se fué a otra habitación, cerró la puerta para dejarles más privacidad.

— Hace dos días usted fue atropellada por un Mini Cooper A1 que la dejó en muy mal estado, casi la muerte.— Dejó la planilla a un lado y suspiró.— Miré oficial, le seré muy clara. Usted perdió el feto.

Scarlett la miró con rareza. Estaba embarazada de alguno de los violadores y no lo podía creer.

— ¿Acaso estaba embarazada?— Preguntó con la voz casi quebrada.

— Si, le hicimos ADN al feto porque podría ser producto de su violación y resulta que era de Chase Foster, oficial.

Llevó sus manos a su rostro al enterarse de eso. Ella había estado embarazada de Chase, ella iba a ser madre de un hijo de ella y de Chase. Fue entonces cuando se largó a llorar en silencio.

— Aparté de haberlo perdido, también perdió mucha sangre y tuvimos que hacer una transfusión de sangre. No se como hizo para sobrevivir, tuvo la pierna izquierda quebrada pero en una hora se recuperó, al igual que algunos de sus cortés en el rostro, fue un instante que estos se empezaron a cerrar. Después de que le hicimos la transfusión no hubo más mejoras, sus moretones y sus cortés siguen ahí pero después está todo bien. Lo lamento por su bebé, enserio. Ahora tiene que descansar.— La doctora se paró y agarró la planilla. Comenzó a caminar hacia la salida pero la voz de su paciente la detuvo.

—¿Alguien ha venido a verme?— La mujer se dió la vuelta para responderle.

—Jason Marchrest nos llamó y así la trajimos aquí. Él nos dió la orden para que le hagamos la transfusión y nos informó de su abuso, gracias a él le hicimos el ADN al feto. Desde entonces no lo hemos visto. Hoy no apareció en ningún momento, dudo que vuelva a acercarse al hospital.

—¿Por qué?— El suspiro de la doctora le preocupo.

—Porque me pidió que no le cuente nada a usted. Con permiso Oficial.— La mujer cruzó la puerta y la cerró dejándola sola.

Scar estaba devastada y lo peor de todo era que no sentía a su licántropo.

Por la transfusión de sangre, Scar volvió a ser una humana, su licántropo se había ido, Jason la había dejado sola, había perdido a su hijo y su manada no estaba enterada de nada.

Había pasado una semana en el hospital y nadie la iba a ver, ni siquiera Samantha, quién investigaba las muertes que seguían apareciendo en la ciudad. Tony llevaba su plan a flote pero primero esperaría el momento para dar el golpe. Su manada no la iba ir a ver porque no estaban enterados de nada. Sus días como humana no eran tan malos, podía sentir más que antes, aunque extrañaba un poco sus dones sobrenaturales.

Después de que le dieran de alta, se tomó un taxi hacia la cabaña de Jason para ir por sus cosas y por la patrulla que todavía tenía ahí.

Supuso que estarían recorriendo por la hora que era, así que no estarían en casa.

Entró y dejó la puerta abierta. Comenzó a sacar todo lo que tenía de ella, que en este caso era su ropa. Al terminar, agarró las llaves de la patrulla y comenzó a conducir hasta Homer, donde había comprado la casa.

Lágrimas salieron de sus ojos. Estaba destrozada, lo había perdido todo y quedaba sólo ella. Se sorprendió al darse cuenta de cómo la vida cambia de la noche a la mañana. Por una discusión, por un golpe, por una enfermedad, por venganza o por lo que sea, tu vida puede cambiar y dar un giro de 180°.

Apenas habían pasado dos semanas y Scarlett se encontraba acostada en el suelo con unas mantas, una almohada y sus cosas en cajas. Había traído todo del apartamento hacia allí para poder mudarse.

Todo seguía igual. Sola, sin nadie. Estaba observando el fuego, su único amigo que la mantenía caliente en noches crudas y el único ruido que escuchaba. La casa no había sido arreglada y tampoco tenía suficiente dinero como para arreglarla.

Había vuelto al trabajo pero ahora trabajaba para el pueblo de Homer, ya que se fue de Seward.

Pensaba mucho en Jason y eso la lastimaba. Una lágrima cayó y mojó la almohada que ahora era su mejor compañera.

La soledad se fue y el silencio desapareció al escuchar el timbre de la casa chocar contra las paredes. Se sentía bien volver a pararse para abrir la puerta. Se puso una campera y caminó descalza sobre el suelo frío para abrir la puerta y encontrarse con la persona en la que tanto pensaba. Jason.

My WeaknessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora