Al llegar a casa, se preparó una sopa de taza y se sentó a leer los archivos.
Iba por la cuarta carpeta cuando el celular de Mazon comienzo a sonar. Se paró enseguida y vio una llamada de un número desconocido. Podía ser Tony, entonces atendió.
— Hola Mazon, quería decirte que esta noche nos reuniremos en el puerto, no tardes en ir, Tony tiene un nuevo plan.— La voz grave cortó y ella se quedó sin palabras.
Anotó el lugar, el número desconocido y abajo puso 'Nuevo plan'.
Tendría que ir en su forma normal. Si cambiaba la podrían descubrir y no podía cometer errores. Volvió a la oficina y se dirigió al secretario.
—Necesito saber quién es el dueño de este número.— Le dictó y el secretario dió vuelta la computadora para mostrarle quién era.
—Es Tate Perwish, tiene 29 años, ruso. Estaba en prisión por asesinato violento. Hace dos meses lo soltaron y ahora vive en Seward, edificios Paraíso.
— Gracias Marshall.— Sonrió y anotó todo.
Se fue al laboratorio para ver si tenían los resultados, entró y estaba la Doctora Shipwell con el hisopo y una libreta.
—Hola Oficial Johansson, ¿cómo le va?
—Bien doc y ¿a ti?
— Bien. —Scarlett chasqueó la lengua y la miró obvia en señal de que empiece a hablar.— He analizado la sangre y es de la víctima Lucía Fimbrell, el semen es del pedófilo Jayden Bringlis.— Le dio la planilla y Scarlett la leyó y se mordió el labio de los nervios. Le sacó las dos hojas y la miró.
—Gracias doc, ¿puedes guardar eso? Gracias. —Se fue al móvil y negó con frustración.— Mierda, maldito Jayden.— Arrancó y comenzó a conducir sin dirección.
Se puso a pensar en todo el caso y se acordó de lo que le enseñaron en la Universidad, siempre mantener la calma, todo tiene solución. Decidió pensar en otra cosa para no entrar en estrés.
Se fue al banco, retiró dinero y compró la casa de sus padres en Homer. Después seguiría con el caso.
—Gracias por comprar la casa señorita, - dijo el anciano muy amable. Le entregó las llaves y Scarlett no tardó en entrar.
La casa olía a mugre, la madera se conservaba, había polvo por todos lados y algunos muebles estaban bien conservados.
El color rojo del tapete del living se veía gris por la tierra, las ventanas estaban sucias por dentro y el marco tenía telarañas en las esquinas.
El anciano observó la casa y luego poso su vista en ella.
—No se si sea la gran cosa, pero con algunas remodelaciones quedará como nueva. Mi hijo Evan se encarga de renovaciones para casas, si quiere le avisó y que se ponga a trabajar lo más pronto posible para su mudanza.
—No, no se moleste. Me voy a mudar lo más pronto posible pero no tengo dinero para las reparaciones, quizás más adelante.
—Déjeme avisarle, él lo hará sin problemas. Además entenderá.— El anciano se fue y la dejó con la palabra en la boca.
Necesitaba pensar, gastar dinero en la mudanza o dejar ese dinero para la remodelación. Debería pensarlo bien. Lo que la dejó tranquila es que ya tenía la casa en sus manos y no sería de otra persona. Se subió al móvil y se dirigió a Seward con una sonrisa.
Estaba oscureciendo y necesitaba ir a la reunión en el puerto. Se dio un baño, se puso una musculosa blanca, un pantalón negro ajustado, su campera de cuero y unas Converse blancas, ató su cabello en una coleta, agarró su teléfono y comenzó a caminar hacia el puerto. No podría ir en la patrulla porque también sospecharía, así que decidió usar sus pies.
Las calles estaban silenciosas, la oscuridad se hacía presente y la sombre le daba una caricia a la noche, la luz de los pocos focos nocturnos era amarilla y algo apagada.
Sacó su pelota de tenis del bolsillo y comenzó a picarla en el asfalto para calmarse y sentir algo de ruido. Llegó a un mini mapa de la ciudad y pasó su dedo índice sobre el vidrio que cubría el mapa, encontró la posición del famoso puerto de Seward y siguió caminando.
Parecía un pueblo fantasma, ni los autos andaban en la noche cerca de las calles de la costa.
Estaba llegando a unas cajas enormes, algún asesino se podría esconder ahí y asesinarla, nadie lo vería ya que esas cajas parecían la fuente de la oscuridad.
—¿Qué hace la muñeca policía a estas horas de la noche cerca de la costa?— Preguntó una voz gruesa, saliendo de las sombras. Jason. Tenía un cigarrillo entre sus labios y la iluminación del fuego era como una linterna roja.
Llevaba unos pantalones negros, una remera blanca, un gorro de tela negro y su campera de cuero.
—Tres cosas. Primero, no me llame muñeca usted no es nadie para llamarme así, segundo, no es de su incumbencia y tercero, siga fumando así y lo veré en un hospital con cáncer de pulmón. Buenas noches señor Marchrest.— Comenzó a caminar más rápido y picaba más la pelota. Aquél hombre la estresaba, demasiado.
Jason caminaba a su par.
—Dígame, ¿qué hará con esa pelota? ¿Atraer a un perro?— Se la quitó y sonrió de costado. Se la mostró y su instinto de perro nunca falla. Siguió la pelota e intentaba no hacerlo. Ya cansada, se la quitó y la guardó en su bolsillo derecho.
—Dígame señor Marchrest, ¿qué hace usted a estas horas de la noche?— Levantó una ceja y Jason soltó el humo por la boca. Detestaba el cigarrillo con odio.— ¿Por qué está solo? ¿qué es lo que busca? ¿necesita algo? ¿no le gusta estar en casa? Vamos, responda.
— Lo haré cuando respondas las mías, ¿qué haces a esta hora? ¿por qué sola?
—Estoy trabajando y sola porque estoy sola, ya conoce el dicho. Más vale sola que mal acompañada.— Jason río.
—Y, ¿de qué trabaja? ¿en el día es una oficial de la ley y en la noche una mujer que hace cosas ilegales?
Puso una mirada pervertida y un cosquilleo le recorrió el cuerpo a Johnsson.
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My Weakness
WerewolfLos ojos de Jason sobre su cuerpo, la ponían nerviosa, lo suficiente como para hacerla temblar. Jamás había estado con un hombre así. Si se podía llamar hombre a Jason Marchrest. -Gracias por....salvarme- dijo algo asustada. Jason acomodó un mechón...