Capítulo 4

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Samantha se fue y ella se quedó a desempacar. Marcó el número de Peter y lo llamó, se había olvidado de él por un momento.

— Hola.- Habló una voz masculina del otro lado de la linea. 

— Hola Pet, soy yo Scar.

Una sonrisa se formó en sus labios. Comenzó a guardar las remeras en el primer cajón.

— Hola Scar, no sabes lo bien que me hace escuchar tu voz.

Se podía escuchar el ruido del roce de los caños contra otros. Estaba en el gimnasio, Peter siempre se preocupó por cuidar su físico y más ahora que tenía 28 años. Scarlett tenía 24, pero no le importaba la diferencia de edad.

— ¿Cómo estuvo tu día?

— Bien, algo cansado pero bien. Después que te fuiste, volví a dormir, me quedé hasta las 7:00 a.m durmiendo.— Río.

— Que vago, yo no dormí nada. No pude.— Comenzó a guardar los pantalones.

— Scar, a ti siempre te cuesta dormir.— Lo dijo como si no fuera noticia, porque en realidad no lo era.

— Bueno, sabes que sufro de insomnio cuando tengo un caso.

— Si, lo sé.

Su voz se escuchaba con suspiros, estaba haciendo pesas y hablaba con ella por un aparato que tenía en la oreja derecha.

— Tu siempre tan empalagoso.

Comentó con sarcasmo. Termino de acomodar y se tiró sobre el colchón. — Pet, estoy cansada. Hablamos mañana.

— Okey Scar, cuídate, Te quiero.

— Y yo a ti.

Cortaron a la vez. Scarlett se puso un camisón negra de ceda y se acostó entre las frazadas color salmón, cerró sus ojos y cayó en sueño.

El frío de la noche no lo afectaba, el calor que salía de su cuerpo era de una temperatura normal. Era como si tuviera un calefactor dentro de la chaqueta de cuero negra.

La nicotina del cigarrillo lo calmaba antes de que hiciera algo estúpido. Las calles de la ciudad estaban oscuras, las sombras se hacían presente en el lugar y eso le daba un toque de temor a la ciudad. El mar estaba en calma, la humedad era algo pesada y el olor a pescado inundaba sus fosas nasales. La zona costera estaba oscura y las grandes cajas de diferentes colores oscuros daban que pensar. Alguien se podría esconder ahí para salir y matarte, pero a Jason no le daba miedo, la gente debería tener miedo de él.

Como todo Alfa, estaba tranquilo y su manada estaba recorriendo. Estaban buscando al asesinó, porque su deber era mantener segura a la gente, pero algunos callejeros no estaban muy de acuerdo.

Los callejeros eran licántropos sin manada, los solos o como muchos los llamaban los Lobos Solitarios, pero él prefería más Callejeros, ya que andaban entre la ciudad, camuflados entre la gente y en la noche salían.

Al llegar al muelle, se detuvo, sacó el cigarrillo de su boca y soltó el humo por la boca.

— ¿Encontraron algo?

Su voz gruesa lo hacía ver más varonil y sus rasgos masculinos atraían a cualquier mujer.

— Nada Jason, sólo encontramos a este bastardo observando a una niña dormir.

Dijo Logan mientras levantaba a Jared con sus manos. El joven de cabello negro con reflejos blancos y ojos negros, lo miró con odio.

Jared era un pedófilo, un loco Licántropo desesperado por carne. Él mataba algunos niños pero eso lo hacía en Homer, no en Seward.

— Jared, Jared, Jared.— Sonrió Jason con malicia. — ¿Qué haces aquí?

— Solo estaba caminando y viendo, no es algo malo. 

Respondió con miedo. Todos sabían la reputación de Jason, matar a todo aquel que dañe al pueblo o viole las reglas. Jason se acercó y soltó el humo sobre su rostro.

— Habla.— Jared tragó saliva por el miedo.

— William me dijo que salga de Homer, si me veía ahí me mataría, así que vine aquí. Ustedes tienen mar, bosque, esto es el equilibrio entre dos ambientes y es una ciudad muy bonita, además hay lindas niñas aquí y...

Lo agarró de su chaqueta y lo puso frente a él.

— Si te veo aquí otra vez, te sacaré la cabeza del cuerpo y se la daré a los tiburones, ¿oíste? Y yo que tú me cuido mucho, ya que hay tantas muertes dando vuelta, podría matarte y culparte. ¿Fui claro?

Jared asintió. Jason lo soltó y lo dejo libre.

William era el Alfa de una manada en Homer y hacía el mismo trabajo que Jason en Seward.

— Jason, tuviste que haberlo matado, ese hombre es un enfermo.— comentó Ángel con preocupación.

— No, An, déjalo, que le de un mensaje a su jefe de mi parte y si vuelve. lo mataré.

 Se formó un silencio, tiró su cigarrillo al agua y miró a todos.—¿Cómo le fue al novato?

— Le fue bien, se controla bastante pero no queremos que se vaya de la línea, ¿no Sam?— Logan le frotó el cabello pelirrojo del muchacho. Sam tenía 16 años y era el más joven de la Manada.

Eran 6 en el grupo, Logan el Omega, Ángel, Scott, Henry, Sam y Jason el Alfa.

No había una mujer porque no era normal que una mujer fuera licántropo. Y si las habías, pertenecían a manadas grandes, la manada de Homer tenía a Scarlett pero por una cuestión de problemas.

Se fueron al campo donde vivían, a unos dos kilómetros de la ciudad. Se fueron en un Jepp blanco 4x4 y comenzaron viaje a casa.

Scarlett se levantó por la alarma, se fue a bañar en la ducha y el agua caliente era un suspiro para aquellos días de frío. Se puso un pantalón negro ajustado, una musculosa blanca, uno zapatos color piel y un saco del mismo color que los zapatos. Se hizo un rodete y se fue a la cocina a preparar café. La ventana de la cocina le iluminaba el lugar, el cielo estaba gris, las nubes estaban pegadas una al lado de la otra, el frío apenas se sentía y la calefacción era perfecta. La taza de café estaba ardiendo y el vapor le acariciaba el rostro.

Tomó el primer sorbo y fue una relajación para su cuerpo. Después de que se terminó el café, agarró su cartera y las llaves de un auto que le había ofrecido la Oficina, se subió al móvil y comenzó a conducir hasta la comisaría.

My WeaknessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora