Amores y secretos de la guerra (Nico di angelo y tu)

75.- El trato con Fortuna

Pov tu

- Ya es suficiente, _____ - escuché a Percy hablar, pero mí no tan reformada parte estaba demasiado ofendida como para opinar igual.

No era suficiente, no lo sería hasta ver daños mayores. Le tomé del cuello apretando con mis uñas al tiempo que escuchaba una nueva voz tomar forma

- Por lo visto ni si quiera una profecía puede reformarte – alcé la vista para ver a Fortuna – no hay nada que pueda detener al monstruo dentro de ti, ¿no es cierto? – me retó con la mirada para luego ver a Lucius aún entre mis manos

- Quizá si no enviarás secuaces tan podridos por dentro e inservibles, pudiera resistir un poco más – hablé sin dejar de mirar al chico – ahora entiendo porque te eligió. Parece que mientras más trato de extinguir a los que son como tú, mas siguen apareciendo - Negué con la cabeza viéndole tratar de conseguir algo de aire – sedientos de poder a la primera oportunidad que tengan.

- ______, suéltalo – pidió Thomas – recuerda que estamos aquí por algo más

- Nada de lo que digan puede detenerla – intervino Fortuna – está todo dicho en sus ojos, tan negros como seguro ha de tener su corazón. – entonces dirigió su mirada a Nico - ¿Qué es lo que crees que te hace especial a los otros? No eres el primero que intenta cambiarla

- Está cambiando, ya no es lo que quiere – le aseguro viéndole a los ojos

- Pero es lo que necesita

- No es cierto – negó para luego mirarme - _____, puedes soltarlo ya. Ha tenido suficiente

Se había acercado un poco hacía donde estaba, pero solo me miraba pidiéndome en silencio que no fuese más allá. No podía evitar querer ignorarle, sería tan fácil y aun así me resultaba difícil. Por fin, luego del que pareció una eternidad, pude luchar contra mis instintos y le solté, claro que no sin antes abofetearlo tirándole al suelo de nuevo.

Aparecí detrás de Nico otra vez y abracé su brazo ocultando mi rostro en su hombro mordiéndome los nudillos. Necesitaba un momento. Aún podía sentir mi cabeza palpitar debido a la bendición, pero tener a Nico a mi lado conseguía calmarme de alguna forma. Besó mi frente aliviado de que pudiese controlarlo y volvió a dirigirse a Fortuna.

- Como puedes ver, ya no es lo que quiere. Le acaba de perdonar la vida a tu pretor aunque no se lo merezca

- Deberías dejarla, de esa forma serás feliz realmente. – siguió negándose a creerle – Sería menos complicado, pero dado que pareces querer tenerla cerca supongo que sabes que no solo cargas con ella, no solo te casarías con ella. Serían dos matrimonios, dos vidas representadas en un solo cuerpo.

- Estoy consciente de todo eso y no supone ningún problema para mí. Como he dicho, las cosas están cambiando – respondió sin inmutarse por todo lo escuchado y Fortuna rodó los ojos en señal de escepticismo al oír lo último

- Puedes creernos o no, pero estamos aquí por algo más. – dije apartándome del brazo de Nico – una ofrenda de paz, en intento de que olvides mi ofensa hace años. Creo que te alegrara saber lo que es.

- No hay nada que tú y tus estúpidos amigos puedan darle a Fortuna. El daño está hecho y punto – habló Lucius que parecía haber encontrado al fin el aire suficiente para levantarse del suelo

- Te equivocas, creo que puede ser negociable. Después de todo, ustedes no tienen suficientes armas de defensa y el oro imperial es tan escaso estos días.