Amores y secretos de la guerra (Nico di angelo y tu)

30.- La bendición de Hades

 15 de diciembre de 1945

Poseidón estaba algo tranquilo, había despertado a su hija hacía unos meses. La segunda guerra mundial había terminado hace 3 meses, los pocos guerreros semidioses que quedaban se eliminaron ellos mismos en una lucha. Claro que eso no se lo diría a ______ aun, era suficiente con lo que Zeus había hecho en ese campamento.

Ella había tenido un despertar tranquilo, no había mencionado nada sobre el último encuentro que ambos tuvieron, ni mucho menos se alteró cuando supo que viviría con él en su palacio. Ahora ella ayudaba a Anfitrite con las cosas del lugar, no había tenido un ataque desde que despertó y era bueno, o eso creía el dios.

La hija de Poseidón odiaba tener que atender a Anfitrite, su padre no lo notaba o simplemente le daba igual, pero ella era explotada por la ninfa del mar. La odiaba a ella y a su hijo, Tritón, ambos una sarta de inútiles y amargados. Si los había soportado todos estos meses era porque tenía un plan, lo había estado recreando en su mente todo ese tiempo que estuvo dormida.

Intentaría hacerle creer a su padre que ya estaba bien, solo para que luego pudiera convencerlo de dejarle visitar el inframundo, ella quería ver al dios de los muertos en persona. Lucy siempre le decía que él le debía un favor, pues bien, iba a cobrárselo tan pronto lo viera. También quería ver a Thomas y Jade, si conseguía entrar en el inframundo quizá Hades se lo concediera, era la única cosa que quería pedirle, solo poder estar con ellos una vez más.

El ruido de un plato roto la alertó, había apretado con demasiado fuerza el utensilio, pero solo eso basto para tener a Anfitrite sobre ella otra vez.

Anfitrite: Pero que niña más despistada, recoge eso de una vez, tienes idea del valor que tenía  para mí?

______ solo se le quedó mirando, era grosera, altanera y molesta. Le recordaba mucho a los romanos, pero tenía que mantenerse al margen de sus recuerdos, no podía dejar que otro ataque la sorprendiera, su padre nunca la dejaría ir al inframundo si la veía recaer

Anfitrite: Que tanto me ves?, recoge eso niña, no pierdas el tiempo

Suspiro y se arrodillo para limpiar los platos rotos, el filo la asustaba, le recordaba a las armas que ella había utilizado, pero ya no temía tocarlas, tuvo que obligarse a cambiar eso para poder avanzar.

Así era como ella pasaba sus días en el palacio de su padre, hasta una noche en específico, era el día en que hablaría con su padre sobre su visita al inframundo. No podía aplazarlo más, en parte porque temía estampar una bandeja en la cara de Anfitrite pensando en que era romana y entonces no habría marcha atrás para lo que siguiera.

Toco el despacho de su padre y entró, Poseidón yacía examinando un plano de su reino cuando la vio, sonrió y le hizo una seña para que se acercara

Poseidón: Como has estado?

Tu: Bien, padre – dijo fingiendo una pequeña sonrisa

Poseidón: Es bueno oírlo, mi preocupación por ti es más grande lo que crees

Tu: Tan grande que…si te pidiera un solo favor, lo aceptarías? – dijo tomándolo por sorpresa

Poseidón: Oh, claro, por supuesto que sí pequeña  - dijo sonriendo – que es lo que quieres?

Tu: Pues…deseo visitar el inframundo, quiero ver a Hades – dijo sin la más menor duda de ello

Eso sin duda sorprendió al dios del mar, casi lo escandalizo, su hija había tenido un serio problema con la muerte. Temía que hiciera una locura yendo ahí, un sitio donde él no podría protegerla, eran los dominios de Hades, ningún olímpico iba ahí.