Hombre malhumorado.

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- No puedo creer que me manipules tan bien.- Mi quijada tembló al decirle ello y el frío que se estampaba cada minuto en mi cara descubierta no mejoraba la situación en lo absoluto. Danielle a mi lado, sin una mínima demostración de tener frío y con una tranquilidad de la vida aún por romper una regla estudiantil. Lo he hecho, sí, claro; no entrar a clases, lo haría de nuevo y con gusto y por gusto para relajarme un poco, para estar sin presiones escolares. Pero aquí no.

- Y eso que no he usado mis habilidades.

- Eres muy extraña.- Algunas actitudes que suele tener son raras. Me cae bien la tipa, pero eso no quita que cada minuto me diga que huelo extraño, haciendo que levante mi axila disimuladamente ante ella, para comprobar si es que huelo mal, y la verdad es que no lo hago, creo que me es imposible transpirar con el frío de aquí. Y por otro lado, las palabras que llega a usar, incluso algunas oraciones no comunes me son difícil de entender. Podría jurar que se cree psíquica o bruja y eso es raro. Como ahora. 

- Sí... Quizá por eso no hay mucha gente que no quiere hablarme. 

Me sentí mal y estúpida porque ese comentario no le hizo reír como otros que emito hacia ella y comienza a carcajear como loca sin importarle nada. Su cabeza se inclinó lo suficiente como para que cualquier persona se diera cuenta de que algo andaba pasando por su mente y precisamente pensamientos lindos. Levantó su cabeza para seguir mirando al frente y enfocar sus ojos en los enormes árboles a los que no se les mira fin, un pasto que iba más allá de donde nosotras estábamos sentadas y un cielo que se aprecia de un brusco color gris opaco. El clima sí es feo. La lluvia está presente cada cuatro o cinco días durante la semana, el frío no para y mucho menos lo hace en las madrugadas, las nubes enormes, gordas y llenas de color oscuro, causan que el sol, si tiene alguna mínima intención de salir, se esconda por el miedo que provocan. 

- Yo quiero hablarte... Yo no dejé de hablarte sólo porque mi hermano me lo pidió, por un sencilla razón... Eres increíble. 

- Tu también eres increíble... Mala para la moda, pero linda cuando se lo propone.

- Tú eres odiosa en las clases y tengo que soportarte en todas, pero, aun así me caes... Medio bien.- Su risa fue contagiosa y me permití reír a su lado como desquiciada. El frío que sentí en un inicio, aún vivía, pero conforme la risa incrementa, él aminora. 

- ¡Hey, niñas, ustedes no pueden estar aquí! - La carcajadas cesaron para dejar que todo lo divertido de una situación pasara a ser una completa catástrofe por la voz a nuestras espaldas que llegó en un muy mal momento. Tanto Danielle como yo nos incorporamos de manera veloz, bueno  ella más que yo, para encarar a un hombre que nos tenía en sus manos. Y lo peor de todo es que no era cualquier hombre.- No pueden estar aquí. Esta zona está prohibida para estudiantes.

- Lo que pasa es... es, es que nos perdimos.

-  No, no pueden estar en este lugar, tienen que ser una broma y unas adolescentes bastante irresponsables como para hacer una locura de este tamaño. En qué cabeza cabe, de verdad que los estudiantes aveces me provocan...- El policía tocó su cien como si estuviera desesperado o con dolor de cabeza, supuse la segunda.- Las llevaré a la dirección.- El mismo se hizo a un lado para que entendiéramos que ambas teníamos que acompañarlo. 

- Quiero culparte de todo.- Le metí un codazo a la pelirroja, doblandola, no del dolor, sino de la risa. Estuve a punto de avanzar al haber tomado mi mochila que reposaba en el suelo, pero la mano de Danielle me detuvo a media intención de hacerlo.

- Lo que pasa, Chok... Es que ella...- Señaló con su barbilla en mi dirección y como está alta la maldita, le salió mejor.- Necesitaba aire fresco porque no se siente tan bien y se me hizo fácil traerla aquí.

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