Ella salió corriendo. Ella tropezó. Ella se golpeó con el suelo lleno de rocas de todos los tamaños y formas provocando que algunas se enterraran en sus manos y parte de su mejilla que recibió un buen golpe por la caída.
Gritó desesperada cuando de soslayo miró que él venía tras ella aún. Torpemente se levantó, con todo el dolor y ardor en las palmas de sus manos, con todo el dolor de sus rodillas lastimadas y con todo el dolor del tobillo quebrado, siguió sin mirar atrás.
Con la respiración agitada iba sin un rumbo planeado o al menos no uno coherente que le permitiera encontrar ayuda. En su mente sólo está la idea de escapar de lo que viene detrás, o lo que venía porque miró hacia sus espaldas rápidamente y con ello sus pasos se relajaron, no lo suficiente, pero sí lo necesario para que pudiera tomar aire sin problema de que se le fuera en un segundo.
Cuando estuvo segura, cuando ella creía estarlo, se recargó en la corteza vieja y húmeda de un árbol para intentar esconderse o para tranquilizar el dolor que en su cuerpo entero tiene aunque de eso quizá no esté al pendiente. Respiraba fuerte, jadeaba intensamente, inhalaba potente, exhalaba débilmente, se tocaba las partes dañadas de su piel delicada con miedo a lastimarse más y miraba el lugar con exactitud con el terror más grande del mundo a que él llegara por ella, otra vez.
- Sé que estás aquí.- Dijeron a lo lejos, con una burla tan palpable que coraje le hubiera dado a la mujer si no estuviera en esas angustiosa circunstancia. No pudo detenerse a odiar a la persona por jugar así con ella, u odiarlo más todavía, en su mente lo único que estuvo presente era la palabra escapar...
Con el valor que le hacía faltaba en ese momento, con el miedo que la consumía y con el temor de morir su cuerpo se despegó del árbol para salir corriendo otra vez. Pero a diferencia de la primera, no corrió con la misma suerte.
Él la tomó.
- ¡¿QUÉ HACEN?!
- ¡OH, PERO QUÉ... HIJO DE PERRA!
- ¡RYAN! - Fue lo único que fui capaz de gritar cuando entró el graciosito de Ryan por el arco de la sala con un grito en pregunta que nos tomó desapercibidos a Andrew y a mi que no podíamos dejar de ver la película que al otro idiota Andrew alguien le había comentada que no podía perdérsela por nada.
- Lo siento, lo siento...- Su risa no hacia que el querer asesinarlo se calmara. Prendió la luz a tropiezos para iluminar la sala, pero lo que quiso hacer fue vernos los rostros pálidos por el espanto que nos dio.
- Dénme un bolillo duro para el susto.- Toqué mi corazón y lo oí latir a toda potencia, a toda marcha. Siento que voy a morir en cualquier instante.
- Es que ...- Quitaba las lágrimas que de sus ojos causada por la risa.- Es que... Lo siento, pero tenía que hacerlo...- Quité la cobija de la parte de mis piernas para pararme e irme lejos de su espantosa risa que me provocan ganas enormes de golpearlo.- No, no, espera, Jordan... Es una boma...
- ¡MALDITO PERRO!
- ¡ANDREW! - Grité. Sin perder tiempo me lancé hacia ellos para intentar quitarle una bestia furiosa a un Ryan que no dejaba de reír, ¡NI PORQUE TIENE UN ANDREW FURIOSO ENCIMA! - ¡ANDREW, CÁLMATE! ¡POR FAVOR, YA BASTA!... ¡CHICOS!
Parecían dos bestias, o mejor dicho, uno porque el otro a risas se le iban los jalones y golpes que el otro le proporcionaba. Parecía que mi casa iba a ser derrumbada en cualquier momento por dos sujetos enormes que cada segundo dan movimientos bruscos y ruidosos al chocar sus cuerpos, y son tremendos cuerpos.
- ¡¿Qué pasa?! - Llegaron los restantes acelerados y preocupados por mis gritos seguramente.- Oh.
- ¡SEPARENLOS! - Yo no podía hacer mucho, de hecho nada. Porque los golpes que salían de entre ellos, más empujones y escandalosos que otra cosa, impedían que me acercara totalmente. Los manotazos de intentar detener los golpes, los fuertes golpes de Andrew con Ryan no dejaban que llegara más allá de un simple acercamiento lejano con mano estirada, pero velozmente retiradas al sentirlas quebrar por dos cuerpos en estado tarado.
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Ocultos.
Vampire- Nada de esto es real.- Murmuré muy segura de mi aunque frente a mis ojos tuviera la real y cruda veracidad. Mis manos temblaban, mi ojos comenzaban a nublarse, mi boca a secar, mi corazón a golpear con rudeza mi pecho y mis oídos a taparse para q...