Un inicio que comenzaba tarde

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Cerré como todo dramática las puertas de la alacena y bajé del banco para poder alcanzar la misma hace un momento, cuando tenía ganas de comer algo.

-  ¡Lance! 

- ¡¿Qué sucede?! - Preguntó llegando a la puerta de la cocina, sosteniendo una camisa a medio poner que dejaba ver parte de su estomago. Su precaución era evidente, estaba preocupado por mi a grito desesperado. 

- ¡¿Quién demonios se comió mis galletas?!

- ¿Sólo por eso gritas como loca?

- Tengo hambre, Lance.

- Tú siempre tienes hambre.- Terminó de colocarse su camisa para caminar hacia el refrigerador y sacar una soda energética. Esas sodas nunca faltan en casa por lo mucho que he revisado el refrigerador.- Andrew fue el que se comió el último empaque.

- Ese maldito

- Te compraré más, relájate.- Habló dado vuelta y sonriéndome como hace mucho tiempo no lo hace, con gusto. 

- ¿Mamá te ha enviado dinero? 

Como mi madre siempre se ha encargado de mantenernos es sencillo suponer que tiene dinero suficiente para surtir la despensa. 

Desde que Lance se mudó acá hace cuatro años, ella se encargó de subsidiar sus gastos, desde pagar el primero depósito para su auto, hasta el pago de su colegiatura. Por la casa jamás tuvo que preocuparse ya que era la viejo hogar de mamá y sus padres. Aquí vivió cuando niña y nosotros un tiempo muy corto del que no recuerdo mucho, o mejor dicho nada. Nos comenta lo suficiente, sus vivencias con mis abuelos, su vida de niña y de joven y joven adulta. 

Al menos en un inicio Lance aceptaba el dinero de mi madre y Donal. Por un momento, porque Lance de verdad es un hombre muy independiente. Desde hace un tiempo, unos dos años, por mencionar una fecha exacta, Lance dejó de aceptar el dinero que mamá le enviaba. Lo regresaba en el mismo sobre que ella le mandaba. No tocaba nada. Lo regresaba intacto y sin anda escrito. Mi mamá cuando hablaba con él, las pocas veces que lo hacían, quedaba en acuerdo con él para cualquier otra cosa que se le ofreciera, pero al parecer nunca se le ofrecía nada, o no de nosotros por ciertos momentos. 

A mi, por otro lado, me dio dinero para cualquier cosa que necesitara cuando decidieron enviarme de regreso a un lugar que no recordaba como parte de mi, de algo que yo viví. 

Cada semana manda dinero para que cubra mis gastos sin molestar a Lance. O al menos esa fue una condición para venirme sin cara de perro Bulldog. No pretendo dar molestias a mi hermano, no al menos en gastos económicos. Aunque podría trabajar, no lo haré mientras mi madre pueda darme. Y siendo aún responsabilidad suya, lo que ahora no parece, no dejaría de exigir lo que me corresponde, por momento. No cuando ella decidió tomar un empleo con mejor paga para nuestra comodidad. Una de la que no he disfrutado en mi casa vieja porque ella, al irse a trabajar lejos, no pretendía dejarme sola y por ello el maldito cambio de vida. Creo que de alguna manera aceptar el dinero que merezco por estar estudiando, al menos como apoyo, es una forma de no odiar mucho la decisión de venir aquí.

- No debes preocuparte por el dinero, Jordan. Tenemos suficiente.

- Tú tienes tu dinero, yo casi lo termino.

- Mi dinero es tuyo, no hay de qué preocuparte. Sabes perfectamente que cualquier cosa que necesites estoy a tu disposición. 

- Lance...- Eso recordaba que no sé en qué trabaja, porque es claro que lo hace, pero no sé en qué, con quién o de qué. Eso me provocó ansias de preguntar muchas cosas. Lance sólo movió la cabeza mientras que de su bebida tomaba, por el gesto de mi cara que anticipaba algunas preguntas que él ya debió haberse planteado que lo haría un día de estos y ese día acaba de llegar.- ¿En qué trabajas? 

Ocultos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora