El descuido provoca los comienzos de la trampa

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- ¿Me queda el color?

- No. La verdad te hace ver más fea.

- Eres una perra envidiosa. 

Ella siguió arreglándose, mirándose y acomodando su cabellera roja y china extrema. Tiene una confianza en sí misma envidiable. A mi no me gusta verme en los espejos porque reflejan la realidad de tu persona y mi persona no es algo que me agrade, no cuando los estándares de belleza son tan patriarcales, machistas  y llenos de convenios racionales para un tipo de consumo en específico. Y como mi persona no es la de una modelo, prefiero mil veces alejarme del ideal de vida establecidos por ciertas sociedades. 

Pero... con valentía levanté un poco la mirada para posarla en la mujer pequeña, con cabello de un extraño color café, negro y rojo. Algo verdaderamente inusual, porque tiene cierta tonalidad rojiza. Ese cabello enredado que porta una chica de piel morena, de tono canela, o quizá bronce, una chica única e irrepetible que jamás, ni por los azares de la vida, alguien más tendrá las características que definen a una chica llamada Jordan con ojos redondos, grandes y de color negro, con pecas en sus pómulos marcados y en su nariz. Con labios no gruesos ni delgados, simplemente labios.

- Eres hermosa.- Parada a mis espaldas la vi por su reflejo y su altura tan diferente a la mía que le permiten mostrar su cara, su linda cara alegre que mira a la mía. Dejó de abrazarme con esos brazos esbeltos y firmes para erguirse y guiñarme un ojo.- Y si tú no lo crees, solamente hay una solución para ello... Mira lo que eres y no lo que quisieras ser.- Dijo intentado hacer que yo me creyera eso. La ignoré como es costumbre para girarme y andar hacia el salón para tomar una clase que imparte un maestro que no me soporta y la mayor parte del tiempo, durante sus clases me lo hace saber. - ¡Espérame! 

Por fortuna no había llegado el maestro así que entramos sin que alguien dijera "espere a que llegue su compañera", "mi clase no es para salir a relajar su cuerpo", o cosas similares cuando ve entrar mi figura por la puerta. 

Me quedé parada mirando mi lugar ignorando el despido de Danielle que contenta se iba directo a su lugar. Mientras tanto, yo parada observando parte de mi alrededor discretamente, y también mirando hacia los chicos que platicando en esa mesa.

- Amm.- Toqué el hombro de Ben, para que me prestara atención, así lo hizo.- De casualidad sabes...

- No dijo nada. Simplemente vino por ellas y se las llevó.- Miré la cara picara que Nancy tenía, para luego mirar a Ben igual de sonriente que me había señalado con su cabeza hacia la parte trasera donde fue la tercera parada de mi vista.

- Gracias.- Dije controlando e intentando sonar tranquila. Caminé hacia allí y al llegar nada pasó. Él metido en su celular está sin hacer acto a mi presencia que lo mira enojada, de la peor manera posible. Volteé a ver a Danielle para ver si ella tenía respuestas, si sabía o estuvo este tiempo de acuerdo para que mis cosas él las trajera hasta su mesa mientras nosotros nos distraíamos en los baños.- ¿Disculpa?

Al fin levantó su rostro y me miró divertido, no como acostumbra, más bien era como si supiera cada movimiento que daré siendo él el único capaz de ponerme un alto.

- Hola.- Dijo.

- ¿Por qué tomaste mis cosas? ¿Con qué derecho tomas mis cosas? - Levanté una ceja mientras mis ojos señalaban hacia mis cosas que están sobre la mesa de metal. Ignoré su amabilidad, preguntando con brusquedad y  molestia sin dejar de verlo ahora. No he olvidado lo que pasó el viernes pasado, no lo he hecho puesto que fue algo que no me dejó dormir porque no dejó de pasar por mi cerebro a pesar de plantearme jamás hacerlo. 

Ocultos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora