Parte 2

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Kat

Estaba en mi cuarto ordenando mis cosas para mañana cuando escuché que alguien llamaba a mi puerta. Una cabeza chica con ojos azules se asomó.

— Kat, la cena está lista.— me dijo mi hermano de diez años, Luke.

Era mi última noche en casa, por eso me habían organizado una 'despedida' que consistía en mi comida preferida: hamburguesas con papas fritas. Si, un clásico.

Bajé junto a mi hermano y nos sentamos en la mesa en frente de nuestros padres. Mi padre era alto como yo, pero a diferencia de Luke y mamá, el tenía el pelo mucho más claro y unos ojos azules que eran lo que había enamorado a mamá en el primer momento que lo había visto (según ella). Se habían conocido en el hospital, cuando mi tía Amber había estado internada por su embarazo. Papá era su médico y después de dar a luz a mi primo, le pidió a mi madre una cita, y bueno, el resto es historia.

—¿Estás lista? — me preguntó él.

—Sí, eso creo, ya tengo casi todo preparado.—dije con nerviosismo en mi voz.

—No estés nerviosa cariño, va a ser un buen año. Conocerás a nuevas personas y no me cabe ninguna duda que harás amigos.—me dijo mi madre en un claro intento de calmarme.

No estaba nerviosa por la universidad, de veras que no. Por lo que si estaba nerviosa, era por dejar a mis padres solos. Claro que estaba Lukie, pero él todavía era un crío, no estaba segura si entendía a veces lo que pasaba a su alrededor.

—Seguro que sí.— respondí más para convencerlos a ellos que a mi.

—Si en algún momento te sientes mal, o tienes otro episodio, llámanos de inmediato y...—

—Papá, no te preocupes más por eso. Ya sé cómo controlarlo. Y tengo a Brooke que siempre me ayuda. Enserio, voy a estar bien.—lo interrumpí en seguida. No me gustaba hablar de eso, lo tenía bajo control y no había nada de qué preocuparse.

El resto de la cena paso rápido, hablando de trivialidades todos juntos y de vez en cuando recordando que era mi última noche viviendo con ellos y diciéndome lo mucho que me extrañarían.

Subí a mi cuarto para darme una ducha y descansar para mañana. Miré a mí alrededor con cierta nostalgia. Siempre me había encantado mi cuarto. Las paredes estaban pintadas de un color azul marino y la cama estaba apoyada en esta. Del otro lado estaba mi escritorio y arriba de este colgaba una tira de fotos que había colocado hace ya varios años. La mayoría de ellas eran cuando era pequeña, varias con Brooke y las demás con mi familia. Me di vuelta con una punzada en el pecho, y me dirigí a la ducha.

•••

—¡Vamos Kat! ¡Vas a llegar tarde! — me gritó mi madre desde el comedor.

Maldije para mis adentros, y me apuré. No había escuchado mi despertador y había perdido quince minutos. Tuve que desayunar a las corridas y terminar de empacar mis valijas, y en ese momento papá me estaba ayudando a bajarlas de la escalera para ponerlas en mi auto.

Ellos se habían ofrecido en llevarnos a mí y a Brooke, pero rechacé la oferta ya que necesitaba mi auto para luego volver el fin de semana a casa, por lo que no tenía sentido que ellos me llevaran.

Cuando estaban las valijas y lo demás listo en el auto, corrí escaleras arriba para buscar mi teléfono que había olvidado en mi cuarto. Salí al corredor hacia las escaleras y de pronto me detuve en seco. Me di media vuelta y miré a lo lejos la última puerta que había en el pasillo. Lentamente comencé a caminar en esa dirección y cuando mi temblorosa mano estaba por tomar el picaporte, mi celular vibró.

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