Parte 32

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Kat

Alcé los brazos para ayudarlo a Will y pasó mi empapada remera sobre mis hombros para sacármela. En algún momento había comenzado a temblar del frío.

Lo único que sabía era que las lagrimas no paraban de caer, era como si se hubiera abierto un grifo en lo profundo de mi alma y no sabía que coño hacer para frenarlo. Yo no lloraba, nunca había sido una persona que lloraba, pero al parecer haber dicho todo en voz alta por primera vez había provocado un revuelo tan grande en mi interior que me era imposible controlarlo.  

Pero al mismo tiempo era como si fuera algo automático, las lagrimas no cesaban pero no me sentía angustiada. Era como si simplemente mi cuerpo necesitara sacar todo lo que me había guardado por tanto tiempo, como si las hubiera estado reservando para este específico momento para largarlas todas. Estaba segura que no era así como funcionaba el cuerpo, pero en mi mente eso era lo que me estaba ocurriendo ahora. 

Will se encargaba de secarme las lagrimas cada vez que se volvían tantas como para nublarme la vista. Se agachó y comenzó a desatarme los zapatos, y yo lo ayudé apoyándome en su espalda y despegando los pies del piso.  Luego me quitó los pantalones que al parecer se me habían casi que adherido a la piel y me llevó al baño. 

Parecía una nena de dos años que necesitaba ayuda para hacer todo. Pero honestamente me sentía tan exhausta que sin la ayuda de Will no hubiera podido ni siquiera llegar a mi cuarto. 

Estaba consciente de que estaba en ropa interior por primera vez en frente de Will, pero por alguna razón no me incomodaba. Notaba como él estaba haciendo un esfuerzo bastante grande en no quedarse mirándome, porque no podía estarse quieto. Abrió la canilla de la ducha y se quitó sus rizos de la cara. Se quedo parado en medio del baño sin estar seguro que hacer. 

—Dúchate así entras en calor—me dijo señalándome con la cabeza el agua que había comenzado a correr.

Pasó a mi lado como para dirigirse a mi cuarto, pero lo tomé de la mano antes de que pudiera dar un paso mas. 

—Quédate.—salió mas en forma de una suplica que otra cosa.

Había sido totalmente cierto lo que le había dicho. Me había dado cuenta de que con Will era una de las pocas veces en donde me sentía realmente viva, en donde la sensación que caminaba sonámbula se desvanecía. Tenía el mismo efecto en mi que las drogas, pero él era definitivamente mi droga preferida. 

Will me miró un poco extrañado. Luego su gesto se ablandó y asintió. Me secó las lagrimas por cuarta vez en menos de diez minutos y me dio un beso en la frente. Luego cerró la puerta detrás de él y se quedó parado, en medio del baño, todavía sin saber que hacer. 

Fui hasta la ducha y lo llevé a Will con migo, ya que seguíamos agarrados de la mano. Pronto nos encontramos totalmente mojados, debajo del chorro de agua caliente que me había dado cuenta que tanto necesitaba.  

Eché la cabeza hacia atrás, para que el agua cayera directamente sobre mi cara y para que se llevara las lagrimas por el desagüe. El agua me tapó los oídos y el único ruido que podía escuchar era el eco que hacia contra las paredes del baño. 

Me sentía... liberada. Era extraño, nunca hubiera creído que lo que había necesitado todo este tiempo era decir todo en voz alta. Me volví hacia Will y vi que el seguía vestido, pero todo empapado. Me observaba de una manera extraña.

Lo agarré de la camisa y lo atraje hacia mi, bajo el agua. El colocó sus manos sobre mi cadera y nos quedamos con nuestras frentes en contacto, respirando al unisono. Luego de un momento le fui desabrochando los botones de su camisa, y se la terminó de quitar él. Me quedé por un momento mirándolo, sin tener la misma decencia que Will había tenido con migo al intentar de no mirar fijamente mi cuerpo. 

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