Kat
Pasé.
No lo podía creer. Había pasado la prueba de matemáticas. Con solo tres días para recuperar todo lo que había perdido y además estudiarlo, había pasado. Miré la hoja que el profesor puso en mi lugar y sonreí satisfecha. No era un sobresaliente, pero había pasado, y eso me era suficiente.
— En general las evaluaciones estuvieron bien, pero no quiero que nadie se deje estar, todavía falta la segunda del semestre. —nos dijo el profesor. Apoyó las manos en la mesa que tenía enfrente, y con una cara más seria, continuó. —Para los que desaprobaron, quiero una corrección de la prueba entregada en mi mesa mañana y espero que no me decepcionen como lo hicieron con esas notas. —era un poco estricto para mi gusto, pero un ángel enviado por Dios en comparación a la profesora Johansen. Por lo menos en las clases de matemáticas no me moría de aburrimiento.
Miré por detrás de mi hombro al lugar donde estaba Brooke y le pregunté con la mirada como le había ido. Me sonrió y me mostró su pulgar, que señalaba hacia arriba. Le respondí con el mismo gesto y me volví hacia mi hoja. Para ese momento el timbre sonó y me acerqué a Brooke para irnos juntas del aula.
—Esto de estudiar juntas se nos da bien— me dijo ella cuando nos encontramos. Juntó sus cosas para ponerlas en su bolso y nos largamos de la clase. Esos tres días los había pasado todo el tiempo con ella, estudiando en la mesa de la cocina (quitándole todo el espacio a Lexie para comer) y ayudándonos mutuamente en las cosas que no lográbamos entender.
Caminamos por el pasillo que daba a todas las aulas de nuestro año. La mayoría parecían estar apurados, con cuadernos y libros en mano casi que corriendo para llegar a la siguiente asignatura. Habían aulas que estaban tan separadas entre sí, que no daba tiempo para ir de una a la otra. Para ir de física a historia, por ejemplo, tenías que cruzar el corredor lleno de estudiantes de una punta hasta la otra, lo que era casi imposible sin atrasarse. Por suerte nunca me habían tocado esas dos asignaturas juntas, por lo que yo no tenía que correr para llegar a tiempo. Los otros, que no andaban con prisa, hablaban entre grupos apoyados en los casilleros, la mayoría con un café en mano, cortesía del pequeño carro que se encontraba nada más salir del edificio. Me di cuenta que yo también ansiaba un café, así que después de acomodar todo en mi casillero la arrastré a Brooke en dirección a lo que me quitaría el sueño de un saque.
— Un capuchino grande, por favor—le pedí al chico que estaba detrás del carro.
— Que sean dos—dijo Brooke alado mío. Cuando se giró hacia mí, la luz se veía reflejada en su pelo rubio y lo hacía parecer más claro de lo que en realidad era. —Kat, mi buena querida amiga, Kat...—canturreó de manera cómplice.
— Ay no. —comencé yo. Cada vez que pronunciaba eso era porque quería algo de mí, que nunca terminaba siendo algo bueno.
El chico nos entregó nuestros pedidos y el timbre sonó. Le sonreí triunfante a Brooke, y me fui alejando caminando para atrás sin sacar mi mirada de la suya. — ¡Lo siento, llego tarde!—le dije elevando mis hombros de manera inocente.
— ¡¡Salvada por la campana!!—me gritó entrecerrando sus ojos de una manera que la hacía lucir graciosa.
Me di media vuelta y seguí caminando hacia mi próxima clase, tomando un sorbo del rico y caliente capuchino que estaba envuelto en mi mano.
•••
Algo que no entendía era donde veía la fascinación Brooke en todo esto. ¿Cuantas páginas había leído ya? ¿Tres? ¿Cuatro? Imposible saberlo, pero me aburría muchísimo. Dejé a un lado la revista y agarré mi celular para ver si tenía algún mensaje.

ESTÁS LEYENDO
Profundo
RomanceTan solo hace falta un momento, un minuto, un segundo. En ese instante tu vida puede cambiar. Todo lo que crees que conoces de pronto cambia y tu vida da un giro de 180 grados. En un intento de escapar de los demonios que me perseguían durante las...