Parte 25

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Kat

Recogí todas las cosas de mi banco, las puse en mi cartera y me marché de la clase hacía el patio. El día estaba soleado y me senté en uno de los bancos del medio.

Miré hacia mí alrededor y me sorprendí una vez más por lo majestuosa que se veía la universidad desde aquí. La enorme estructura se levantaba a lo alto, proyectando un amplio lugar de sombra, donde me encontraba yo. Cerré los ojos y disfruté del leve viento que atravesó las copas de los arboles.

— Hola

Abrí los ojos de golpe y miré a quién se había sentado alado. Un chico con cara de bebe, ojos azules y una mochila colgada en los hombros me sonrió.

— Hola Neil.

— ¿Qué haces?— dijo mientras que mordía una manzana verde.

Me encogí de hombros.

— Nada, disfrutando de la naturaleza. ¿Qué tal tu día?

Neil se sacó la mochila de los hombros y la arrojó al pasto, alado nuestro.

— Una mierda. Decidí que voy a dejar la universidad.

— Como si tus padres te dejaran hacer eso— me reí.

Los papas de Neil, dicho en sus propias palabras, eran "los padres más controladores e insoportables que cualquier chico de veinte años podría tener", así que dudaba mucho que eso llegara a pasar.

— Déjame soñar— suspiró melodramáticamente.— Pero enserio, recién es lunes y no lo soporto mas.

— Dímelo a mí, dormí tres horas...— mi mente me exigía un café doble de la cafetería. Neil me miró sorprendido.

— ¿Por qué?

Estaba por contarle lo sucedido anoche y mi boca se cerró tan rápido como se abrió.

— Nada...solo tuve una pesadilla.

— ¿De qué se trataba? —me preguntó a mi pesar.

Mientras que pensaba en algo coherente para decirle, una luz me cegó por completo. Me incliné hacia un costado para sacar el reflejo de mi vista. A un par de metros, al final del estacionamiento junto a la reja, había una camioneta que me resultaba familiar. Un chico estaba apoyado sobre el capó del auto, y su reloj hacía reflejo por el sol justo hacia mis ojos. Tardé un momento en darme cuenta de que había sido a propósito, no una mera casualidad, y de quién se trataba.

— ¿Kat?— me golpeó levemente el hombro Neil.

— Perdona, tengo que irme. Hablamos luego.— le dije fingiendo normalidad.

Le di un rápido beso en lo alto de su cabeza mientras que me levantaba y caminé hacía el estacionamiento.

— Ehh, de acuerdo— logré escuchar a Neil a mis espaldas.

Crucé la reja que separaba la universidad de la calle, dejando detrás los arboles, a Neil y a todos los alumnos estudiando, junto con el ruido que provocaban. De pronto el silencio fue más fuerte que el ruido.

— Estoy casi segura de que Will te mataría si te ve aquí.— le dije cuando estuve cerca.

Un jean negro se ceñía alrededor de sus caderas, dejando a la vista unos calzoncillos blancos. El pelo le caía despeinado sobre su frente, donde reposaban unos lentes de sol redondos de RayBan. Todo en él daba a entender que era seguro y muy confiado de sí mismo. Unas chicas que pasaban a un par de metros nuestro nos miraron de reojo.

Kade me sonrió.

— Recemos para que no me vea entonces.

— ¿Porque me llamaste? —se quitó los lentes y los enganchó en el escote de su remera.

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