Kat
La primera semana de universidad ocurrió sin ningún problema. Ya nos sabíamos manejar por los enormes edificios por los cuales nos habíamos perdido más de diez veces el primer día, conocíamos a nuestros profesores y sabíamos que nunca, bajo ninguna circunstancia, debíamos comer la gelatina que te ofrecían en la cafetería como postre.
Lexie había resultado muy buena compañía, y junto con Brooke, nos partíamos de risa con sus comentarios hacia los chicos. Había resultado ser incluso más atrevida que Brooke, y eso ya era bastante. Tenía novio, si, pero no es que se tiraba encima de los chicos, sólo los miraba y les decía cosas que les hacía sonrojarse y ponerse nerviosos. Brooke le seguía el juego a Lexie intimidándolos el doble, mientras que yo me contenía las ganas de lanzar carcajadas.
Hace mucho tiempo que no la pasaba tan bien. Brooke y yo solíamos también tener ese espíritu, el de no me importa nada. Solíamos ir a fiestas todos los días que podíamos, bebíamos hasta ponernos como cubas y bailábamos hasta tener ampollas en los pies. Tener a Lexie cerca de cierta manera me recordaba a cómo éramos en ese entonces y me reconfortaba, y estoy segura que a Brooke también.
Era el primer viernes desde que habíamos llegado y estábamos las tres caminando por el largo corredor que separaban los dormitorios de los chicos con los de las chicas, cuando Lexie paró de caminar para arrancar algo que estaba colgado en una cartelera de anuncios.
—Definitivamente iremos. —dijo.
Brooke se paró al lado de Lexie para ver a que se refería.
—¿A dónde?—pregunté. Brooke agarró el papel y lo dio vuelta balanceándolo en sus largos dedos para que yo lo pudiera leer.
—Fiesta en la playa, bienvenida a los novatos,— comencé a leer en voz alta.— club Pentágono. ¿Enserio tenemos que ir?
—Kat,— comenzó Lexie— ni en broma te vas a quedar un viernes por la noche tirada en el sillón del cuarto mirando Friends. Te vienes.
—Si nena, definitivamente iremos.— agregó Brooke. Al ver mi rostro de aburrimiento, Brooke decidió seguir convenciéndome— Chicos que están más buenos que el pan, cerveza, música, playa, nosotras. ¿De veras no te acuerdas lo bien que la solíamos pasar?— me miró con picardía.
Hace mucho que no salía de fiesta con Brooke, y obviamente menos aún con Lexie. Mi mente vagó unos segundos a esas noches descontroladas, dónde lo único que importaba era bailar al ritmo de la música. Sonreí automáticamente. Era una excelente manera de comenzar el año.
—A la mierda— les sonreí mostrando mis dientes— Mostrémosles de veras como festejamos nosotras.— Brooke y Lexie rieron con migo.
•••
—Estoy lista— les dije a mis amigas desde la puerta de baño. Me habían convencido en usar un vestidito negro de tirantes que me llegaba hasta la mitad de los muslos y unos tacones también negros, las dos prendas cortesía de Brooke. Me había maquillado ligeramente, resaltando mis pómulos, pero me había dejado mi pelo como estaba. Me miré al espejo, no lucia nada mal.
—¡Estas cañón chica!— exclamó Brooke al verme salir del baño. Ella llevaba un top rojo que contrastaba con su pelo rubio y un short de cuero negro, mientras que Lexie se había decidido por un vestido azul oscuro muy apretado al cuerpo. Las dos se veían estupendamente bien.
—Gracias B— le respondí. Me miré de nuevo al espejo, sonriendo. Mi sonrisa se fue desvaneciendo poco a poco, seguida de una punzada de culpabilidad. Mire hacia abajo y me empezó a doler la cabeza.
Al parecer, Brooke se dio cuenta de lo que me estaba pasando porque le murmuró algo a Lexie que no llegue a comprender y se fue diciendo que quería buscar algo para comer en la cafetería.
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Profundo
Любовные романыTan solo hace falta un momento, un minuto, un segundo. En ese instante tu vida puede cambiar. Todo lo que crees que conoces de pronto cambia y tu vida da un giro de 180 grados. En un intento de escapar de los demonios que me perseguían durante las...