Kat
Abrí mi boca en un desesperado intento en busca de aire, pero lo que encontré era todo lo contrario. Al abrirla, el agua termino yendo a mis pulmones. Empecé a toser y a toser, pero con eso nada se podía resolver, más agua entraba a mis pulmones.
Esforcé mis ojos, pero lo único que podía ver era negro. Agité mis manos y mis piernas para nadar hacia la superficie. Me revolví loca tratando de empujarme de algún sitio para poder ir más rápido hacia arriba, pero ni mis manos o mis pies hacían contacto con nada. Al inclinar mi cabeza, ningún rayo de luz se podía ver a través del agua, y en ese momento fue cuando la realidad se apoderó de mí, no había ninguna superficie hacia la cual nadar. Desesperada, y sin darme cuenta de lo que hacía, muchísimas burbujas salieron de mi garganta, estaba gritando.
Paré de moverme, y cerré mis ojos, rezando para que terminara. Mi cabeza estaba a punto de explotar, y podía escuchar como mi corazón retumbaba en mis oídos. No había escapatoria.
Me estaba ahogando.
Me recliné de un saqué sobre mi cama. Respiré entrecortadamente varias veces, esta vez sí recibiendo el aire que necesitaba. Pasé mis manos por mi cabello, para acomodarme el nido que se había formado ahí arriba al moverme tanto en las sábanas. Estaba empapada, mi frente llena de sudor. Intente de calmarme, respirando profundamente mientras que intentaba que mis manos pararan de temblar. Mi pecho subía y bajaba muy rápido, así que me volví a acostar sobre el colchón mirando hacia el techo. Solo había sido un sueño. Me paré y fui hacia el baño después de revisar mi reloj, eran las cuatro de la madrugada.
Miré mi reflejo en el espejo, y casi me provocó un ataque el estado en el que me contrata. Mi pelo más que un nido parecía un huracán. Toda mi cara está enrojecida y brillante por el sudor. Parecía salida de una película de terror, con todo el pelo parado, ojeras negras y piel pálida.
Decidí darme una ducha, las paredes de la habitación eran lo suficientemente gruesas para que ducharme no supusiera despertar a las demás. Luego de quitarme mi pijama, me metí debajo de la ducha fría, haciendo que el sudor se mezclara con el agua hasta ni poder identificarlo. Me quedé unos minutos quieta, con el chorro de agua cayendo directamente sobre mi cabeza, tapando mis oídos. Me mantuve así, relajada bajo el agua, hasta que decidí terminar de bañarme.
Me envolví en dos toallas, una para mi cuerpo y otra para mi pelo, y salí hasta mi dormitorio para vestirme con un pijama limpio.
Me estaba por acostar de nuevo en la cama cuando me detuve. ¿Y si volvían las pesadillas? Me despertaría devuelta hecha un desastre, y me tendría que duchar de nuevo. Y si me dormía sin pesadillas, mi pelo mojado terminaría todo inflado y asqueroso por la mañana, lo que me haría ducharme de nuevo. Quedarme despierta no era una opción, no duraría ni para el almuerzo sin mis seis horas de sueño.
Era extraño, si no tenía mínimo seis horas de sueño, me convertía en un zombi malhumorado y asesino. Pero, si tenía más de diez horas, estaba más cansada durante el día de lo que estaría si hubiera dormido menos. Era como si mientras menos durmiera, más despierta estaría, siempre y cuando no fueran menos de seis horas.
Salí sigilosamente de mi cuarto, y abrí la puerta del de Brooke. No se podía distinguir nada por la oscuridad, así que me acerqué un poco más para ver si estaba dormida. No fue hasta estar a un metro de la cama, que pude darme cuenta de que no había nadie en ella.
Volví a mi cuarto y agarré mi celular. Confirmando mis sospechas, había un mensaje de B diciendo que se quedaría a dormir en lo de Tristan. Sabía que si no me avisaba estas cosas me daría una pataleta, así que agradecí que se hubiese acordado de mandarme un mensaje.
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Profundo
RomanceTan solo hace falta un momento, un minuto, un segundo. En ese instante tu vida puede cambiar. Todo lo que crees que conoces de pronto cambia y tu vida da un giro de 180 grados. En un intento de escapar de los demonios que me perseguían durante las...