Profundo

Parte 35

Will

—¿Hola?

—Will—la voz de mi madre se escuchó increíblemente aterrada al otro lado de la linea.—¿Están listos ya?

Miré a mi lado donde Kat estaba luchando por subirse el cierre del hermoso vestido que llevaba puesto. Si, ahora si estábamos listos.

Al minuto que mis ojos se posaron sobre ella sabía que no iba a poder resistirme toda la noche. Por lo menos ahora podría prestarle atención a Monica el día de su boda, aunque dudaba poder sacar los ojos de encima de Kat. En realidad podría tener una bolsa de basura en la cabeza y aun así me costaría desviar la mirada. Iba a tener que hacer el esfuerzo de mi vida para controlarme durante toda la noche.

—Si estamos listos—sostuve el teléfono entre mi odio y hombro y me acerqué a Kat para ayudarla. —Ahora vamos para allá.

Logré cerrarlo y Kat me sonrió dulcemente en forma de agradecimiento. Luego se pasó las manos por su pelo intentando de peinar el lió que yo había provocado.

—Sobre eso...hay un ligero cambio de planes.

Intenté de prestarle atención a Monica pero verla a Kat arreglarse desesperadamente intentando de borrar cualquier evidencia que demuestre en su cuerpo que acabábamos de tener sexo salvaje en la mesada de mi cocina me causaba tanta gracia que no podía evitar mirarla con una sonrisa burlona.

Ella se dio cuenta que no paraba de mirarla y me pegó en broma en el brazo.

—Perdona, ¿que?—dije intentando de evitar la risa que amenazaba por escaparse de mis labios.

—William, necesito que me acompañes a esta boda—la voz de mi madre se volvió una vez mas un poco nerviosa.—No puedo ir por mi cuenta, estoy convencida que si me subo a un auto sola terminaré en la dirección contraria.

—Si estas tan insegura quizás no deberías de casarte en absoluto.

Al decir eso Kat paró de peinarse y me miró con los ojos abiertos como platos. Se acercó rápido hasta mi y me comenzó a hacer señas con las manos y a articular palabras en silencio para que mi madre no escuchara. No entendía absolutamente nada de lo que me estaba intentando de decir.

—Hijo...—pude escuchar a mi madre decir algo pero me quité el teléfono del oído y lo tapé con la mano.

—¿¡Que?!—le susurré a Kat.

Ella puso los ojos en blanco y me volvió a pegar en el brazo, esta vez no tan en broma.

—¡No le puedes decir eso a una persona que esta a punto de casarse!—suspiré.—William, dile que todo va a estar bien y haz lo que te pide—me ordenó Kat.

Entre mi madre y ella no sabía quien era peor.

—¿Como sabes que me pidió algo?

—Tu madre me agrada mucho, pero algo que no sabe hacer es hablar bajo—sonrió mientras que tomaba sus tacones del suelo.

Volví a ponerme el teléfono en el oído y, como sospechaba, Monica seguía hablando sin parar como una persona enloquecida.

—De acuerdo, de acuerdo—le dije intentando de que se callara—Iré contigo.

Luego de soportarla unos minutos mas hablando, colgué el teléfono y me volví hacia Kat.

Ella ya estaba lista y colgándose la cartera en el hombro. Se acomodo su larga caballera por detrás de los hombros y me miró. Ese vestido le quedaba tan bien que me daban ganas de cerrar la puerta con llave y no dejarla salir nunca mas de mi residencia. Le remarcaba todas sus perfectas curvas y la espalda abierta era algo que me volvía completamente loco.